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Hokusai (Japón, 1760-1849), autor de la famosa 'La gran ola de Kanagawa', pintó numeroso cuadros con motivos florales, como su 'Crisantemo'. Metropolitan Museum of Art
Lo que las plantas nos ocultan

Lo que las plantas nos ocultan

Nos dan comida, medicinas, muebles, ropa... pero conocemos poco de ellas. ¿Sabía que 'meacamas', las bolitas de pelusa que soplamos en el campo y los 'abuelitos' son la misma flor?

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Martes, 5 de enero 2021, 19:06

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Las caminatas infantiles por senderos flanqueados de ortigas nos enseñaron a reconocer desde lejos aquellas hojas dentadas; cuántas pequeñas pantorrillas arañadas y escocidas, aquello sí que era aprender por la experiencia... Muy cerca a veces, unas misteriosas flores amarillas que los padres aconsejaban no tocar, pues de lo contrario nos orinaríamos sin remedio esa misma noche. 'Meacamas' los llamaban, y así seguimos, traspasando ese 'conocimiento' de generación en generación. Aunque no sepamos que el nombre de esa planta es diente de león ('Taraxacum officinale'), también achicoria amarga. Y que es la misma, una vez seca, que la que agarramos por el tallo para soplar la bolita de pelusa (vilano se llama), y que el viento la lleve donde quiera... En realidad, estamos ayudando a diseminar las semillas de la planta. Y, efectivamente, es el origen de las estrellitas algodonadas que tanto nos alegran cuando llegan flotando hasta nosotros, esas que llamamos 'abuelitos'.

Para los amantes de las plantas, la bióloga Rosa Porcel (Granada, 1976) recopila en 'Eso no estaba en mi libro de botánica' (ed. Guadalmazán) un buen número de saberes y anécdotas que nos introducen en un mundo casi totalmente desconocido para la mayoría, y al que deberíamos prestar más atención: «Detrás de cada brote verde, de cada flor y de cada raíz hay una historia increíble», promete la doctora en bioquímica y biología molecular, que ha trabajado para el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) estudiando, entre otros asuntos, algo tan relevante en el actual escenario de crisis climática como la tolerancia de las plantas a sequía y salinidad.

Las plantas tienen más genes que cualquier animal; 'Paris japonica', una especie ornamental, es el ser vivo con mayor genoma conocido, 150.000 millones de pares de bases. En el reino animal, lejos queda el increíble ajolote, anfibio mexicano en peligro de extinción, un tipo de salamandra con 32.000 millones de pares de ADN, diez veces más que los humanos, algo que puede tener que ver con sus capacidad para regenerar extremidades amputadas, curar heridas sin cicatrices y regenerar órganos internos.

Cabalgando sobre escobas

Pero hablamos de plantas, como la que nos proporciona la canela. La autora desvela que la gran mayoría de la que consumimos molida en España es en realidad una falsa canela de origen chino, conocida como Casia, que nada tiene que ver con la planta auténtica, la variedad Ceilán (Sri Lanka). «Su sabor y aspecto no son tan delicados, y además contiene una cantidad más elevada de cumarina, una molécula vegetal que, pese a tener propiedades medicinales interesantes, puede ser muy tóxica para el hígado, hasta el punto de que las agencias europeas de salud advierten del peligro de tomar incluso bajas dosis». Recomienda Porcel comprar Ceilán en rama y molerla en casa. Para distinguirlas: la falsa se enrolla como las volutas de una columna jónica, mientras que la auténtica lo hace sobre sí misma, como un puro o un barquillo.

En el libro hacen sus aparición las 'brujas' de la Edad Media y sus remedios a base de plantas, además de rituales como sus 'cabalgadas' sobre escobas: «Las hacían desnudas y antes se habían untado la piel, incluidos los genitales y el ano, con ungüentos vegetales. Con el roce vigoroso del palo, les llegaban las sustancias activas de esas plantas, y dado que la mucosa que reviste la vulva y el interior de la vagina es muy permeable a muchas sustancias, los alcaloides rápidamente pasaban al torrente sanguíneo, y no me quiero ni imaginar la fiesta. No solo estaban convencidas de que volaban, sino de que habían copulado con el mismo Lucifer. Además de convencer al pueblo inculto, la misma Santa Teresa de Jesús, Baltasar Gracián, la Inquisición, clérigos, altas jerarquías de la Iglesia y hasta el Papa se lo creían también».

'Peonías y canario'.
'Peonías y canario'. Metropolitan Museum of Art

¿El secreto vegetal de aquella fiesta de las brujas? Extracto de beleño, belladona, mandrágora, estramonio, cicuta, cannabis... quién sabe en qué proporciones. «La diferencia entre un veneno, una medicina y un narcótico es solo la dosis», decía el químico suizo Albert Hofmann, al que Porcel cita en otro capítulo de su libro, el que sitúa a las plantas como protagonistas de las páginas de sucesos. Es el caso del británico Harold Shipman, más conocido como 'el doctor muerte', uno de los mayores asesinos en serie de la historia: utilizó morfina, una potente droga opiácea, para matar a unas 250 personas, el 80% mujeres, aunque solo pudiera probarse el asesinato de 15 de ellas. La hija de una de las víctimas descubrió que su madre la había desheredado poco antes de morir para otorgar todos sus bienes al médico; mandó exhumar el cadáver y al examinarlo descubrió grandes dosis de esta sustancia.

Porque las plantas no solo sirven para curar, también para matar. E, incluso, para saber quién lo hizo: «Las esporas y el polen se localizan en las fosas nasales y oídos del cadáver.No es solo que cada tipo de polen sea diferente, sino que cada hábitat tiene una combinación diferente de plantas, lo que podríamos llamar 'huella polínica única'. Y el que la cubierta exterior del polen sea tan resistente hace que se conserve en malas condiciones ambientales. Estas partículas se adhieren al cabello, la piel, las ropas o el calzado y terminan alcanzando casi cualquier objeto, lo que las convierte en prueba esclarecedora de estudios forenses».

Las plantas son también los seres vivos más ancianos. En el parque nacional de Fulufjället (Noruega) se encuentra Old Tjikko, un falso abeto de la especie 'Picea abies'. «Solo mide 5 metros, pero podría contar hechos de hace más de 9.550 años –explica la autora–. Durante miles de años su aspecto fue el de un arbusto joven o atrofiado, pero en el siglo XX, el calentamiento global hizo que creciera con apariencia de árbol normal. Hay visitas guiadas para verlo. Me sobrecojo solo de pensarlo. Un árbol de casi ¡10.000 años!, cuando los humanos éramos cazadores y recolectores».

'Hortensia y golondrina'. Metropolitan Museum of Art

Sufren de estrés y saben hacerse las muertas...hasta que resucitan

Podemos hablar aquí de enemigos con nombres tan temibles como 'Botrytis cinerea', y su apodo no menos intimidante, el moho gris, plaga que asola los campos de vides, entre otros cultivos, pero que, en algunos casos, gracias a la pericia de los agricultores, se ha convertido precisamente en 'superpoder': si uvas maduras infectadas por este hongo patógeno en condiciones de mucha humedad son expuestas a condiciones más secas, se producen caldos dulces finos y concentrados con un toque de 'nobleza' proveniente de esa podredumbre. Es el caso del famoso y cotizado vino húngaro Tokaji Aszú.

De la misma forma, los amantes de la comida mexicana saben apreciar el huitlacoche, maíz infectado por un hongo que es una delicia.El estado de Puebla lo cultiva ex profeso de ese modo, es decir, atacado por el 'Ustilago maydis', que lo deja completamente negro, «como un puro a medio fumar», dice la autora sobre esta exquisitez considerada la trufa mexicana.

Cuando las plantas son sometidas a situaciones de estrés, se producen cambios en ellas, como ocurre con el vino Tokaji Aszú. Es culpable también del sabor dulce del tomate Raf, nombre que viene de su resistencia al Fusarium, hongo que ataca a esta planta, pero sobre todo a que se cultiva con agua salina, y el fruto contrarresta ese estrés generando más azúcares. Ocurre igualmente con melocotones, sandías y melones de secano, muy estresados.

Contra la sequía hay estrategias como la del árbol australiano 'Corymbia aparrerinja' o gomero fantasma, conocido como 'el fabricante de viudas' porque cuando sufre mucho por este motivo, y para guardar más agua, deja caer sus ramas, lo que ha provocado la muerte de muchos leñadores en aquel país.

Entre las estrategias más asombrosas para sobrevivir, hay una que comparten con algunos animales «como la culebra de collar, que se tumba panza arriba sangrando por nariz y boca, o la zarigüeya de Virginia, que deja la lengua fuera y segrega un apestoso líquido por el ano». Se llama tanatosis, explica Porcel, y es lo que hacen algunas plantas ante la ausencia de agua: en vez de morir, cuando viene un periodo de sequía extrema, incluso de años, pierden hasta el 95% del agua interna y entran en estado latente a la espera de condiciones favorables; entonces volverán a la vida, de ahí que se les llame 'plantas de resurrección'. Las ramitas de la rosa de Jericó se contraen hasta formar una bola seca con raíces minúsculas que se va dejando llevar por el viento y recorre los desiertos liberando semillas; los chamanes la usan para predecir la llegada de la lluvia... Y aciertan, pues cuando detectan humedad, se abren vistosamente, volviendo a la vida.

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