Las mártires del bikini

Todo es tan fugaz que no nos damos cuenta de que lo que hoy es normal hubo un tiempo en que era un drama. El bikini, prohibido por la dictadura franquista, es un ejemplo.

El primer bikini documentado en una playa española está fechado en 1948 y su escenario son las playas de Santander. El fotógrafo Joaquín del Palacio (Kindel) capturó la imagen de una joven con esta prenda. Se trataba de una estudiante francesa que había acudido a los cursos de verano de la Universidad Menéndez y Pelayo. Ella está de espaldas y descifrar su identidad es imposible. No se le sancionó porque era extranjera.

El siguiente bikini que se considera documentado es el que vestía Amanda Segura. Según medios alicantinos, esta joven fue encerrada durante 15 días en un reformatorio para adultos en julio de 1951 por haber vestido de manera inmoral en la playa del Postiguet. Es significativo que dos meses antes se hubiese celebrado en Valencia el I Congreso Nacional de Moralidad en playas, piscinas y márgenes de ríos, organizado por la Comisión Episcopal de Moralidad para poner fin a la «invasión nudista».

La batalla había comenzado pero la dictadura llevaba las de perder. Según la leyenda, el alcalde de Benidorm, Pablo Zaragoza, ya había convencido a Franco en 1950 de que hiciera la vista gorda y así atraer el turismo a su pueblo. Zaragoza, para el que el obispo había pedido la excomunión, consiguió que la prenda se fuera imponiendo. Desde Benidorm, la libertad corrió por todas las playas.