La verdad sobre 'Los Granizo', carboneros y bandoleros en el Gorbea

Las leyendas se transmiten de forma oral, van pasando de generación en generación, y permanecen para siempre en el imaginario popular. Es lo que ocurre con una historia que, a día de hoy, sigue dando que hablar en algunas localidades vascas, sobre «una temible banda de saqueadores», conocidos como Los Granizo, que allá por el siglo XIX asaltaban a sus víctimas en los caminos para robarles y a quienes también se les asocia con un asesinato. De aquí nace el ensayo del escritor y doctor en Historia Contemporánea, Aketza Merino Zulueta (Amurrio, 1987), 'Los Granizo y otros bandidos del Gorbea' (Txertoa).

Merino es un apasionado de las historias que se cocinan a fuego lento y llegó hasta Los Granizo «por casualidad». El investigador ya había leído sobre ellos en el libro 'El Valle de Zuya', que Julián Olabarria publicó en los años 60 y en el que, a través de los testimonios que recogió, plasmaba la vida de estos ladrones. Tiempo después, cuando Merino buscaba documentación sobre otro tema, se topó en el Archivo foral de Bizkaia con los expedientes judiciales de una detención y un juicio a la banda. «Ahí tuve acceso a la historia real, menos sangrienta y espectacular de lo que se cuenta», afirma. «La gente lo narra como si hubiese sido algo que pasó de verdad, pero la mitad es imaginación. Con el paso del tiempo los hechos se difuminan y se conforman este tipo de historias», detalla. En el caso de Los Granizo, se dice que eran carboneros y vivían en el Camino Real de Altube y el entorno del Gorbea. En 1868 comenzaron a robar en el camino y a extorsionar a los arrieros y vecinos. También se les atribuye algún que otro asesinato, como el de un cura, «que sucedió de verdad, pero no fueron ellos».

Sus investigaciones dan como resultado 220 páginas que difieren en gran medida de lo que se sabe sobre estos bandoleros. «Aunque cometieron otras fechorías, en principio se juntaron únicamente para asaltar un caserío en Orozko y les pillaron», puntualiza. «Se ha magnificado hasta el nombre. 'El Granizo' era uno de ellos, José Goikoetxea. No sé por qué han pasado a la historia con ese nombre cuando este era un miembro más y ni siquiera el más relevante».

De los descubrimientos más reseñables para el autor está el hecho de que los padres de varios de ellos «tuvieron también una carrera delictiva pero bastante más considerable. Ahí doy con una saga familiar y unas acciones que en la zona eran muy habituales, no era un grupo que hiciese nada extraordinario», añade. «Se les han atribuido robos y se han exagerado o inventado otros, pero sí hay una capa de verdad», comenta. La extinción de Los Granizo también cuenta con diferentes versiones. «Hay quienes dicen que les detuvieron los propios vecinos o incluso que les ejecutaron a garrote vil. Evidentemente todas no podían ser ciertas».

Este estudio le ha permitido contextualizar el fenómeno del bandolerismo vasco «muy diferente a como se pinta». Aketza ofrece un recorrido histórico por el mundo rural vasco y sus clases más desfavorecidas en un siglo XIX en el que «gran parte de la sociedad se encontraba sumida en una profunda crisis agravada por las continuas guerras». Los que se conocen como bandoleros o saqueadores de caminos eran personas que «generalmente tenían sus trabajos, pero cuando apretaba el hambre salían a robar por necesidad», incide Merino. Eso sí, «tampoco eran Robin Hood porque no iban contra los más poderosos, sino contra la clase media o algo más acomodada».

El fuerte vínculo de Merino con el Alto Nervión parte de que, además de ser su tierra natal, «es una zona sobre la que no se publica mucha historia académica y tiene sus peculiaridades». Cuenta con una tesis doctoral que versa sobre el cambio social y el desarrollo industrial de este enclave entre 1876 y 1975 y dos libros, '500 Apellidos Vascos' y '15 Años: un relato sobre las guerras del siglo XIX (guerra de Independencia, guerras carlistas) en el Alto Nervión'.

No todas sus investigaciones acaban convirtiéndose en publicaciones, libros o ensayos, también ayuda a todo aquel que quiere descubrir más acerca de sus antepasados a través de la genealogía, algo que «está de moda» pero «no todos tienen el tiempo, los recursos, los conocimientos o las habilidades necesarias para llevar a cabo esa tarea», explica el historiador quien, al indagar en su propio pasado, acabó «conociéndolo todo» sobre los pueblos de la zona, las fuentes de bautismo y otro tipo de documentos. «Intento dar más datos, como por ejemplo el caserío en el que vivieron, si fueron reclutados para alguna guerra o cosas que vayan más allá de los nombres y las fechas», indica. Y recomienda que aquellos que puedan hacerlo por cuenta propia «que lo hagan, porque es muy entretenido».

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