Qué es Vecunia, el oscuro origen de Begoña
El único testimonio que da pistas de la existencia de este asentamiento indígena romanizado es un epígrafe anotado por el jesuita Gabriel Henao en el siglo XVII y desaparecido en el XIX
Durante un año, posiblemente más, la basílica de Begoña se convertirá en un yacimiento arqueológico en excavación. Un equipo de arqueólogos sacará a la luz las entrañas del templo bilbaíno con el objetivo último de localizar un asentamiento indígena romanizado de hacia el siglo I de nuestra era, Vecunia. La pista, la clave, el dato primero que está en la base de este ambicioso proyecto arqueológico impulsado por la Diputación de Bizkaia y la Diócesis de Bilbao, es solo una frase. Apenas tres palabras grabadas en piedra de las que tenemos constancia gracias a un jesuita erudito que aseguró haberlas visto y tomó nota de ellas en el siglo XVII. Y que desaparecieron. Aquel epígrafe decía: «Vecunienses hoc munierunt». Los vecunienses construyeron esto. ¿Quiénes eran estos vecunienses y qué tienen que ver con Begoña?
Aquella inscripción estaba en un paso abierto entre unas rocas en un paraje llamado Axpolueta, en el «camino de Bilbao a Gatica». La recogió el jesuita vallisoletano Gabriel Henao (1611-1701) en sus 'Averiguaciones de las antigüedades de Cantabria, enderezadas principalmente a descubrir las de Vizcaya, Guipuscoa y Álava', obra prolija y bastante pesada en la que acumuló cantidades ingentes de información: la edición de 1894 comprende siete volúmenes.
«En el Señorío de Vizcaya», escribió Henao, «en el camino de Bilbao a Gatica, en el distrito de Axpolueta, al pie de una gran peña, por la parte que cae al camino hay unas letras de antigüedad romana, y la gente de la tierra piensa encerrarse en ellas algún alto secreto, bien, que su poca curiosidad había casi cubierto de piedras y de céspedes cuando yo allí estuve. Échase de ver que fue abierto a pico aquel camino, porque se pasa por enmedio de dos bien cerradas peñas, la una muy alta; la otra, en la cual están las letras, no tanto;por la parte que no es camino, corre un apresurado arroyuelo, también encañado por las quebraduras de aquellos peñascos, que con su agua muelen dos molinos en aquel sitio. El letrero dice: Los vecunienses aderezaron esto».
«No es fácil acertar qué gente sea esta –añadía Henao–. Si de la igualdad de nombres hemos de valernos, serían los de Begoña, nombre de la treinta y seis anteiglesia de Vizcaya con título de Santa María, porque aunque ahora el término de esta anteiglesia, vecina de la villa de Bilbao, está muy distante del de Axpolueta oí a algunos que se extendía antiguamente aun hasta Zondica. Si esta nuestra conjetura fuere admitida, se califica la antigüedad de los begoñeses aun en tiempo de los Romanos, cuyos caracteres son los de la peña».
«Problemática interpretación»
El dato aportado por Henao no fue olvidado, pero tampoco se tuvo demasiado en cuenta. Hubo hasta quien lo llegó a considerar una invención. En todo caso, Antonio de Trueba (1819-1889) pudo enterarse de que la roca en la que estaba grabado, cedida a un cantero para su explotación, desapareció hacia 1860. Andrés de Mañaricúa puso el epígrafe en cuarentena en su libro 'Santa María de Begoña en la historia espiritual de Vizcaya' (1947). Aunque por una parte valoraba la capacidad crítica de Henao, que «ha de reconocerse superior a la de muchos de sus contemporáneos», apuntaba después en una nota que «prescindimos de la inscripción romana 'vecunienses hoc munierunt', que vio Henao camino de Gatica, en Axpolueta, pues además de su problemática interpretación, no tiene garantía alguna de autenticidad».
Otros estudiosos, como Gregorio Balparda y Javier de Ybarra, la dieron por buena. Ya en 1981, Antonio Rodríguez Colmenero y Covadonga Carreño también la consideraron auténtica y sugirieron que «conmemoraba, sin duda, la ejecución de un tramo de vía romana o la apertura de uno de sus pasos difíciles».
El arqueólogo Mikel Unzueta recogió estas consideraciones en un artículo publicado en 2003 que se ha convertido en el estudio de referencia sobre la ahora famosa inscripción. Unzueta descartaba que fuera una invención de Henao. Este defendía la idea de que Cantabria –léase el actual País Vasco– no había caído bajo dominio romano. ¿Para qué iba a inventarse una inscripción en latín que contradecía su propio argumento?
Tres tipos de asentamientos
Sobre el término vecunienses apuntaba Unzueta que Vecun(i) «parece ser la raíz temática de una localidad llamada Vecunia». Se trataría de una 'civitas', término que suele traducirse por ciudad pero que más que un núcleo urbano era una especie de unidad territorial administrativa. La existencia de esta entidad, consideraba el arqueólogo, «implica un grado avanzado de implantación del sistema administrativo romano», un escenario que se dio aquí en el siglo I de nuestra era.
En este momento hubo en Bizkaia tres tipos de asentamientos, los poblados indígenas de estructura castreña, situados en altos; los poblados romanos de nueva planta, bien comunicados en puntos bajos, junto a caminos y ríos, o costeros; y los poblados de media ladera. «Si Vecunia fuera un poblado del último tipo sería factible localizarlo en el entorno de Begoña», argumentaba Unzueta, fallecido en 2020. «Debe de tenerse en cuenta –añadía–, de cara a futuras intervenciones, la potencialidad del subsuelo de la basílica de Nuestra Señora de Begoña, dada su antigüedad y continuidad en el tiempo».
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