El tiro con arco apareció en Europa hace unos 54.000 años
Arqueología ·
Un estudio de las puntas de flecha de la cueva francesa de Mandrin revela que esta tecnología fue usada por humanos modernos, pero no por los neandertales que vivieron en el mismo lugarRastrear el origen de un logro tecnológico prehistórico siempre es complicado, sobre todo cuando está relacionado con el uso de materiales perecederos. Es el caso ... del arco y la flecha. La madera con la que se elaboraba el propio arco y los astiles de las flechas, los emplumados de las mismas, la resina, el cuero y los tendones para fabricar el tensor eran materiales perecederos y no suelen conservarse. Así que tradicionalmente se había establecido el origen de esta arma en Europa partir de su representación en el arte rupestre desde el epipaleolítico, hará unos 12.000 años, o de la proliferación en los yacimientos de puntas de sílex lo suficientemente pequeñas como para ser enmangadas en un astil, en torno al mismo periodo, con algunas posibles evidencias anteriores. Ahora, el estudio de un sitio arqueológico en Francia, la cueva Mandrin, publicado en la revista 'Science Advances', haha remontado el uso de arcos y flechas hasta los 54.000 años, al momento en el que los humanos modernos entraron en contacto con los neandertales.
Por lo que se sabe hasta ahora, el tiro con arco apareció en África. Las pruebas más antiguas que se tienen de la existencia de flechas proceden del yacimiento sudafricano de Sibudu, una cueva en la que se encontraron puntas que han sido datadas hace unos 72.000 - 60.000 años. En Asia, los restos más antiguos están en Sri Lanka, en la cueva de Fa Hien, en la que aparecieron puntas de flecha de hueso en niveles de hace 48.000 años y que, al parecer, se usaron para cazar monos.
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¿Cuándo llegaron estas armas a Europa? Indicios como los encontrados en la cueva de Bichon (Suiza) remontaban su uso hasta unos 13.500 años, con alguna pista anterior, como el posible resto de arco encontrado en Mannheim-Vogelstang (Alemania) datado hace unos 17.500 años. La evidencia directa más antigua de la arquería en Europa hasta ahora era el descubrimiento de los arcos y flechas de la turbera de Stellmoor en Alemania, datados entre hace 10.000 y 12.000 años.
En cualquier caso, «el consenso en la arqueología ha postulado que las armas de propulsión mecánica, como las combinaciones de arco y flecha o propulsor y azagaya, aparecieron abruptamente en el registro arqueológico euroasiático con la llegada de los humanos anatómica y conductualmente modernos y el Paleolítico Superior hace 45 a 42 mil años», según escriben Laure Metz, Jason E. Lewis y Ludovic Slimak en el artículo 'Bow-and-arrow, technology of the first modern humans in Europe 54.000 years ago at Mandrin, France'.
La cueva Mandrin –que toma su nombre del de un contrabandista célebre del siglo XVIII que al parecer se refugiaba en ella– es un abrigo rocoso situado en el municipio de Malataverne, en la región de Auvernia-Ródano-Alpes (Francia). Fue ocupada durante el Paleolítico Medio y Superior, de 120.000 a 42.000 años antes del presente, por neandertales y humanos modernos. Y en alguna ocasión, 'turnándose' a lo largo del tiempo. El yacimiento ha sido excavado desde 1991 bajo la dirección de Ludovik Slimak, de la Universidad de Toulouse, uno de los autores del estudio publicado ahora en 'Science Advances'.
Llegan los humanos modernos
La investigación se basa en el análisis funcional de cientos de útiles de pedernal procedentes del mismo nivel arqueológico – la capa E, datada hace 54.000 años– que reveló en febrero de 2022 la ocupación más antigua de los humanos modernos en el continente europeo y que se interpone entre niveles de ocupación neandertales. Estos usaron este abrigo antes y después de los Homo sapiens.
Se trata de un nivel muy rico del que se han sacado no menos de 1.500 puntas de sílex de diverso tipo. Muchas son lo suficientemente pequeñas y ligeras como para haber sido unidas a un astil. El análisis de las huellas de uso demuestra que «un número importante de ellas se usaron como puntas de flechas propulsadas con arco» y excluye cualquier otro modo de propulsión.
Además de analizar las huellas de uso de las puntas, que han revelado cómo se unieron a los astiles y cómo impactaron con sus objetivos, los investigadores han realizado un estudio experimental con réplicas. Es decir, han fabricado copias de las puntas, las han montado en sus correspondientes flechas y las han disparado con arco –contra animales muertos– para demostrar su utilidad.
Un encuentro posible
Según precisa Laure Metz, de la Universidad de Aix Marseille, «no podíamos lanzar las puntas a los animales de ninguna otra forma que no fuera con un arco, porque eran demasiado ligeras y pequeñas para ser eficientes» de otro modo, por ejemplo, montadas en un venablo lanzada con propulsor. «La única forma de que funcionaran era con un arco».
El análisis de las puntas originales reveló que «las fracturas en muchas de ellas, no en todas, eran de impacto», aclara Metz. El hecho de que humanos modernos y neandertales alternaran el uso del mismo lugar de habitación hace inevitable la sugerente pregunta de si se relacionaron de algún modo. Metz apunta que posiblemente se encontraron en algún momento, aunque «no sabemos la naturaleza de dicho encuentro, si fue agradable o no». El caso es que los neandertales que ocuparon la cueva tras los 'sapiens' continuaron usando sus armas tradicionales, como lanzas, y no desarrollaron armas de empuje mecánico, ni arcos ni propulsores.
«Las tradiciones y tecnologías dominadas por estas dos poblaciones fueron profundamente distintas», lo que indica «una marcada ventaja tecnológica objetiva para las poblaciones modernas durante su expansión por el continente europeo». Metz añadió que los ocupantes de la gruta cazaron habitualmente caballos, bisontes, ciervos y otros animales, cuyos huesos se encontraron en su interior.
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