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Tumba de los Díez Esquível en la catedral de Santa María, familiares de Teresa Gómez Berganzo.

Teresa Gómez o el valor del euskera en el siglo XV

Tiempo de historias ·

Un documento inédito muestra la importancia que la lengua vasca tenía entre la élite vitoriana para lograr cargos o prebendas

Martes, 10 de diciembre 2019, 01:53

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Contamos con muy pocos personajes femeninos que destaquen en la historia de la ciudad de Vitoria. Así que cuando aparece uno es necesario llevarlo al escaparate. Lo que conocemos de Teresa Gómez Berganzo, miembro destacado de la familia de los Esquível, que vivió a principios del siglo XV, es muy poco y su importancia radica en dejarnos claro que dominar el euskera en aquella época tenía un peso social indiscutible.

Es la primera vez que en un registro documental se dice que una vecina de la capital «ablaba bascuence» –no son dos errores, se ha respetado la ortografía del siglo XVI–. Lo ha descubierto un investigador de la Universidad de Salamanca, Baltasar Cuart, que ha publicado un artículo titulado 'El argentier Juan de Adurza y la creación de una dinastía de Colegiales Juristas en el siglo XVI', en el que saca a la luz un conjunto de documentos inéditos que resultan de gran interés para la biografía de Vitoria.

No hay muchas noticias sobre el uso del euskera en la época medieval. Así que cualquier referencia y especialmente si se trata de una fémina es bienvenida. Lo destacaba el arqueólogo Ismael García-Gómez, que fue quien rastreó el estudio de Cuart. «Hablar el 'bascuence' tenía un valor añadido en la sociedad de aquel tiempo, un valor que pocos sospechaban», afirma el doctor en Historia en su blog www.historiadevitoria.com en el que dio cuenta de este hallazgo.

¿Cuál es el contexto de este documento? En torno a los años 1513 y 1517 dos colegiales, Pedro de Adurza y Pedro de Esquível, ambos vitorianos, se disputan una prebenda del colegio San Bartolomé de Salamanca. Aquellas becas de la época estaban dotadas con importantes sumas económicas. Para comprobar que el curriculum familiar que presentaba cada candidato era correcto se envió desde Salamanca a Vitoria un 'pesquisidor' (investigador) que interrogó a todo el mundo en la capital alavesa. A este detective le contaron la historia de Teresa Gómez Berganzo, que era abuela de Pedro de Esquível.

De esta mujer se dice que «había vivido en la calle de la Carnicería y que provenía de una familia de artesanos ricos. Tenía un hermano carpintero, que hizo una ventajosa boda». También se narra en el documento encontrado por Baltasar Cuart que había dejado una cierta impronta en la memoria popular de los vitorianos. Varios testigos coinciden en describirla como «mujer caballerosa, ynchida de gracia, que bivía en la dicha cibdad de Vitoria e traya sus bestidos e la toca a fuer de la tierra' y, además, 'ablaba bascuence'».

Según Ismael García, «la opinión común de la época, incluida la del colegial pesquisidor, Antonio Aguilar, venido desde Salamanca para comprobar los antecedentes de Pedro de Esquível, era que hablar el idioma vernáculo constituía una buena prueba de ser cristiano viejo, es decir ,era una prueba de que la familia del investigado no había emparentado con judíos conversos. Tanto es así, que el investigador insiste en preguntar a los viejos de Vitoria si Teresa hablaba euskera 'bien sueltamente'. Quería de ese modo asegurarse de hasta qué punto era nativa, a lo que los interrogados respondían que sí, que Teresa 'sabia hablar romance e bascuence'».

El problema no era hablar o no hablar euskera. Reconocer en aquellos tiempos ser descendiente de conversos era un impedimento para alcanzar títulos, oficios y cargos públicos, u opositar a una prebenda. Era idea generalizada que la mayoría de los judíos que se habían convertido al cristianismo en época de los Reyes Católicos, lo habían hecho falsamente.

A Pedro de Esquível su abuela Teresa, «con ese label de calidad de hablar euskera», le hizo tomar ventaja en relación a la disputa de la prebenda de Salamanca. También para la lingüista investigadora Elena Martínez de Madina, autora de varios libros sobre la toponimia de Vitoria y Álava, «se trata de un documento muy valioso al confirmar la tesis de que en esa época el euskera en Vitoria era una lengua vehicular, que habló la gente de forma normal hasta el siglo XVIII. Lo demuestran los topónimos que hemos estudiado desde hace años. El problema es que no tenemos textos escritos, porque los documentos se hacían en latín en un principio y luego en lengua romance», explica la investigadora.

«Un valor positivo»

La referencia escrita sobre una vitoriana que hablaba euskera a principio del siglo XV «es importantísima. Y especialmente es relevante que ese conocimiento tenga un valor positivo, que es destacado por un juez para determinar la conexión de esa persona con la tierra», agrega la filóloga.

Todos los autores que han estudiado la historia del euskera coincinden en señalar que el vascuence era el idioma predominante en gran parte de Álava hasta el siglo XVIII y prueba de ello fue que el conocido como euskera vizcaíno se gestó en Vitoria. Pero toda la investigación para llegar a esa conclusión se basa en la toponimia que ha llegado a través de los documentos protocolarios como testamentos, compraventas o pleitos judiciales.

El primer documento importante es la famosa Reja de San Millán (año 1025). También en los distintos fueros se recoge esa información. Pero el documento de Salamanca nomina a una persona concreta con nombre y apellidos de la que no conocemos su origen pero sí que dominaba el euskera.

Como complemento a esa información hay que añadir que Pedro de Adurza y Pedro de Esquível, los dos estudiantes que competían por una prebenda en el colegio de Salamanca, no eran unos vitorianos cualesquiera. Pertenecían a dos de las familias más poderosas del momento –principios del siglo XVI–. Los Adurza estaban alineados con los Ayala, en el período de la lucha de bandos. Por su parte, los Esquível pertenecían a los Calleja. Según Ismael García, aunque aquel episodio de violencia social había terminado gracias al Capitulado de Fernando el Católico en 1476, las disputas continuaban y lo ocurrido en Salamanca era una demostración más de ese duelo. El arqueólogo ha descubierto también que el documento del colegio San Bartolomé sirve para conocer personajes del momento, apelativos de personas y los negocios familiares de ambos clanes que quedan retratados en la investigación, como negocios en Flandes y una joyería. Para conseguir algún vestigio de estos grupos familiares nos tenemos que ir a las iglesias parroquiales.

La catedral vieja, entonces colegiata, era feudo de los Esquível. Muy cerca estaba el palacio que había construido un Escoriaza casado con una Esquível. Y en el interior de la iglesia se puede admirar uno de los grandes monumentos funerarios deVitoria, la tumba de Díez de Esquível, alcalde en esa época de Vitoria, y su esposa.

Los Adurza, como los Ayala, tenían su refugio espiritual en San Miguel y allí está su escudo, en las claves del sotocoro. Unas veces compartiendo espacio con otro apellido tras un matrimonio y otras, solo. Un epílogo de la lucha de bandos entre Ayalas y Callejas.

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