La pesadilla de Baldomero Rioja, hostelero de la calle Cortes
Bilbao, 1928. ·
El popular tabernero nunca pudo quitarse de encima a José, un tipo «pendenciero e irritable» que pretendió a sus dos hijas y acabó matándole de un tiroSeguro que Baldomero Rioja maldecía a menudo el día en el que había conocido a José Eceiza. Según recogió la prensa de la época, los dos hombres habían mantenido en algún momento una relación de amistad e incluso Baldomero, cuya generosidad era bien conocida, había brindado apoyo económico al problemático José. Pero, con el tiempo, este iba a convertirse en su peor pesadilla, su hostigador y, finalmente, su asesino.
A Baldomero lo conocía todo el mundo en el Bilbao de 1928. Su bar-restaurante, en el 15 de la calle Cortes, funcionaba con un horario que nos dice mucho sobre la vida canalla de aquellos tiempos: cerraba a las dos de la madrugada y reabría un rato después, a las cuatro y media. «Su clientela es numerosa y heterogénea, juntándose allí personas de todas las condiciones sociales», comentaba 'El Noticiero Bilbaíno'. Además, Baldomero, que era natural de Logroño y contaba 45 años en el momento de los hechos, se había destacado por su apoyo entusiasta a los toros, el espectáculo de masas de la época: «Era sumamente conocido entre la gente de coleta y muy especialmente entre la torería bilbaína, a alguno de los que había ayudado no solo con sus consejos y advertencias, sino con auxilios pecuniarios más de cuatro veces», lo perfiló el semanario especializado 'La Fiesta Brava'.
José, trece años más joven que Baldomero, era un oficinista residente en Carnicería Vieja a quien atribuían un «carácter pendenciero e irritable». La relación entre ambos hombres se agrió rápidamente cuando José se hizo novio de una hija de Baldomero. El hostelero desaprobaba esos amoríos, aunque no ha quedado del todo clara la razón última de ese rechazo: unos lo achacaron al «carácter algo exaltado del pretendiente», tal como publicó 'El Noticiero'; para otros, el motivo estaba en su «carencia de medios de vida», que era la explicación aportada por 'El Pueblo Vasco'. El propio José Eceiza, por su parte, declaró que Rioja no lo quería como yerno por la «vida amoral» que llevaba.
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La joven novia tuvo que someterse a una delicada operación quirúrgica y falleció. José se quedó muy afectado por este revés, incluso tuvo que ingresar en un hospital psiquiátrico de Pamplona, pero poco después empezó a pretender a la otra hija de Baldomero, Mercedes, una «simpática y garrida moza que, con su presencia, alegraba el establecimiento y ayudaba a su padre», según apuntó 'El Noticiero'. Al parecer, Mercedes no dio muchas alas a sus pretensiones, pero él no desistió en su empeño. Empezaron ahí los incidentes violentos entre Baldomero y José, que se presentaba una y otra vez en el bar de la familia, sin importarle que le hubiesen prohibido la entrada. Los altercados se volvieron casi diarios y Baldomero evitaba ir solo por el barrio cuando salía del local por la noche. En una ocasión, José llegó a disparar a Baldomero. En otra, fue Baldomero, al verse amenazado, quien abrió fuego contra José. Ninguno de los dos dio muestras de buena puntería, pero cada vez parecía más claro que la situación evolucionaba hacia un desenlace trágico.
Normal o «casi normal»
El domingo 30 de septiembre de 1928, a eso de las nueve y cuarto de la mañana, Baldomero caminaba hacia Bilbao la Vieja y se topó con su némesis, que salía del Círculo Socialista, en el número 9 de la calle San Francisco. Como si fuese la cosa más natural del mundo, José sacó una pistola y descerrajó al hostelero un tiro en la parte alta del vientre. Después, volvió el arma hacia sí mismo y se disparó en la cabeza. Los dos hombres quedaron tendidos en el suelo, gravemente heridos, aunque el peor pronóstico parecía corresponder al agresor, que incluso recibió la extrema unción de un sacerdote de la iglesia de San Antón. Sin embargo, fue Baldomero quien acabó falleciendo tres días después, tras un súbito empeoramiento, mientras que José se recuperó y recibió el alta hospitalaria a mediados de diciembre, para ser trasladado de inmediato a prisión.
En el juicio, celebrado en noviembre de 1929 ante un público muy numeroso, lo primero que se abordó fue la salud mental del acusado. Los médicos manifestaron que se trataba de «un sujeto perfectamente normal», aunque algunos diarios recogieron una versión menos definitiva de aquel dictamen, en la que su estado psíquico se caracterizaba como «casi normal». Se supo también que, el día del crimen, José llevaba en el bolsillo una carta dirigida al juez de instrucción en la que manifestaba su propósito de «eliminar de la sociedad a un individuo que le molestaba», según hizo constar 'El Noticiero Bilbaíno'. Al final, el tribunal lo declaró culpable de asesinato y lo condenó a veinticinco años de cárcel y al pago de 15.000 pesetas de indemnización a la familia. La Guardia Civil lo trasladó a la prisión de Figueres.
Días después, los periódicos empezaron a publicar en su sección de anuncios por palabras la oferta de traspaso del «acreditado bar-restaurant de Baldomero Rioja» en la calle Cortes, por «no poderlo atender».
Un crimen de anuncio
El asesinato de Baldomero Rioja sirvió como excusa para un texto publicitario. El 18 de noviembre de 1928, 'El Noticiero Bilbaíno' publicaba una carta de su viuda (más bien, un anuncio encubierto) donde la mujer elogiaba a la firma L'Abeille por su prontitud en abonarle el seguro de vida de su esposo. Baldomero pagaba 90 pesetas anuales y la viuda recibió 20.000.