Llega a Euskadi la 'bomba del diablo'
El Memorial de Víctimas del Terrorismo expone una bomba Orsini, el artefacto que provocó olas de pánico en el siglo XIX y que Gaudí plasmó en la Sagrada Familia
La conocida como bomba Orsini creó tal pánico en el siglo XIX que en la Sagrada Familia, Antonio Gaudí creó una escultura que la ha ... inmortalizado para la historia. En la obra, un diablo tienta a un joven ofreciéndole uno de estos dispositivos explosivos que se emplearon en atentados contra las monarquías europeas y las élites del continente. Hasta el próximo 5 de enero, en el Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria se puede ver una Orsini real -procedente del atentado contra el Liceo perpetrado en 1893-, una pieza que se conserva en el Museo de Historia de Barcelona, de dónde solo había salido en 2007 para exponerse en el Museo Van Gogh de Ámsterdan. El objeto pertenece a la exposición 'Magnicidios', recién inaugurada.
La bomba Orsini es el símbolo más conocido del terrorismo anarquista que sacudió el siglo XIX y quizás, el primer dispositivo explosivo que tuvo éxito a la hora de iniciar el terrorismo a gran escala. Su creador fue Felice Orsini, un revolucionario italiano de ascendencia gallega, implicado en los distintos alzamientos militares contra la ocupación de Italia por parte de Prusia y Austria. En 1857 se le ocurrió el diseño de la bomba que lleva su nombre y, tras fugarse de una prisión austríaca y huir a Inglaterra, consiguió que un herrero de Birmingham le fabricase las carcasas del dispositivo explosivo.
El fracaso del primer atentado
Su diseño era sencillo pero tremendamente innovador para la época. La bomba consistía en dos semiesferas metálicas que se unían para formar una bola del tamaño de una pelota de tenis. En el interior se introducía hasta cerca de un kilo de explosivo. La superficie de esa bola estaba erizada de pequeños salientes en los que se alojaban fulminantes de mercurio. Cuando la bomba impactaba con una superficie rígida, estas espoletas hacían estallar la carga.
Orsini corrió a probar su ingenio en un atentado contra el emperador francés Napoleón III. Todo su plan era absurdo. Quería matar al dirigente para que se produjera una revuelta en Francia, que fuera imitada en Italia. Además, apenas habían tenido tiempo de ensayar los efectos del dispositivo. El 14 de enero de 1858, Napoleón III y la emperatriz Eugenia de Montijo acudían al teatro para ver el 'Guillemo Tell' de Rossini. Orsini y sus secuaces arrojaron tres bombas al paso de su carruaje. La explosión mató a ocho personas que no tenían nada que ver con el emperador y causaron 150 heridos, entre ellos, el propio Orsini. La popularidad de Napoleón III se disparó y la revuelta con la que soñaba el terrorista jamás se produjo.
El inventor de la bomba fue detenido y guillotinado. Sus cómplices en el ataque también fueron arrestados y condenados a trabajos forzosos. El más importante de ellos fue Charles DeRudio, un aristócrata italiano que fue encerrado en la Isla del Diablo, la prisión de la Guayana donde Francia mandaba a sus presos a morir. Consiguió huir, escapó a Estados Unidos y allí se unió al Séptimo de Caballería del general Custer. Falleció en la batalla de Little Big Horn, pero esa es otra historia.
Todo el complot fue una chapuza, pero encendió una mecha que aún no se ha apagado. Grupos revolucionarios de todo tipo se dieron cuenta del poder de ese dispositivo explosivo. Intelectuales radicales comenzaron a disertar sobre el poder que se otorgaba a los ciudadanos para hacer frente a las pistolas y los rifles del poder mediante artefactos explosivos improvisados pero capaces de provocar enormes matanzas. La 'bomba Orsini' cumplía con el principal mandato del terrorismo: la capacidad de causar pavor en la sociedad con ataques que podían ser indiscriminados.
Su efecto fue inmediato. Los medios de comunicación comenzaron a hablar del uso de 'bombas Orsini' incluso en atentados en los que no se había utilizado. Además, activistas de todo tipo comenzaron a usarlas. En 1867, por ejemplo, la policía encontró en una de las bases secretas del revolucionario italiano Giusseppe Garibaldi varios artefactos de este tipo listos para ser usados.
Guillermo Tell
Pero la bomba tendría otro momento clave en su historia y, de nuevo, el Guillermo Tell, de Rossini, tuvo algo que ver. El 7 de noviembre de 1893 se inauguraba la temporada de ópera del Liceo de Barcelona con esa composición italiana. El anarquista Santiago Salvador Franch, un excontrabandista de alcohol radicalizado, arrojó dos bombas sobre el palco del teatro en lo que definió como un ataque a la burguesía. La explosión del primer artefacto provocó una matanza, ya que una veintena de personas fallecieron en la explosión. Según la leyenda que se ha acuñado y se da por cierta, su segunda Orsini cayó sobre una mujer que había fallecido en la primera detonación. El cadáver amortiguó la caída del dispositivo y no llegó a estallar. Esta es la Orsini que se expone en el Centro Memorial de las Víctimas de Vitoria.
Gaudí diseñó dos esculturas diabólicas. En una de ellas el demonio tienta a un joven con una bomba Orsini y, en la segunda, a una muchacha con dinero para que se prostituya
En 1897, cuatro años después de la matanza del Liceo, Antoni Gaudí concluyó una escultura en el portal del Rosario de La Sagrada Familia en la que se puede ver al demonio tentando con una bomba Orsini a un joven, que reza a la Virgen para rechazar la oferta diabólica. Esta obra forma parte de un conjunto dedicado a la tentación. En la escultura paralela a la del explosivo, otro diablo intenta dar una bolsa de dinero a una muchacha para que se prostituya. Para el católico Gaudí, un artefacto como el diseñado por el revolucionario italiano solo podía representar la maldad absoluta.
Atentado en la boda real
Las Orsini' siguieron sembrando el terror por toda Europa. Ya habían sido utilizadas en un atentado contra el virrey de Egipto Ismail Pasha e incluso se habían localizado en La Habana y en Calcuta. Existían organizaciones secretas de revolucionarios como la rusa Narodnaya Volya a las que se imputaba el haber creado una fábrica de este tipo de aparatos. En 1881, esta organización conseguiría matar, mediante un atentado con explosivos, al zar Alejandro II. Aunque se ha especulado con que se utilizó una de las bombas inventadas por el revolucionario italiano, parece ser que no emplearon ese diseño.
El canto de cisne de la 'Orsini' se produjo en el siglo XX. El 31 de mayo de 1906 el anarquista Mateo Morral lanzó un artefacto de ese tipo al paso de la carroza en la que viajaban Alfonso XIII y la Princesa Victoria Eugenia de Battenberg, quienes acababan de celebrar su boda. Morral lanzó una bomba contra la comitiva que acabó con la vida de 25 personas e hirió a cerca de un centenar. Los Reyes resultaron ilesos.
La bomba Orsini dejó de utilizarse porque los terroristas ya habían conseguido un sustituto mucho más letal. En 1866 Alfred Nobel había inventado la dinamita, un material mucho más potente y seguro que la granada casera que utilizaban los revolucionarios. La posibilidad de emplear un explosivo industrial hizo que los atentados fueran cada vez más letales y el horror se multiplicó. El eco de los coches bombas, las emboscadas y los asesinatos dura hasta hoy.
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