De los juegos de pelota al «elegantísimo campo de foot-ball» del Athletic
Los primeros espacios dedicados al deporte en Bilbao fueron los frontones, en cuyo atractivo influían poderosamente las apuestas
Tal y como hoy lo entendemos, el deporte nació durante el XIX. Fue en ese siglo en el que empezó a practicarse en Bizkaia. De finales de esta centuria datan los primeros recintos dedicados en Bilbao a los deportes modernos, convertidos en un espectáculo. Sin embargo, hubo antes sitios específicamente dedicados a este tipo de actividad, representados por el frontón.
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Los recintos deportivos más antiguos corresponden a la pelota, que se practicaba en el Casco Viejo. En el siglo XVIII existía ya un juego de la pelota, que dio su nombre a la calle de la Pelota, antes llamada San Francisco. En 1790 se decidió sustituirlo por un juego de la pelota al final del Arenal. Se construyó en 1799 frente a la casa de Gómez de la Torre, seguramente ocupando parte de la plaza de San Nicolás y de la travesía de la Estufa. Allí fue donde vieron jugar Fernando VII e Isabel II cuando vinieron a la villa.
Hacia 1866 se abrió el frontón de la Amistad, al otro lado de la ría, donde está hoy la calle este nombre; fue explotado por una sociedad privada. En 1869 se construyó el frontón de Zabalbide, donde al parecer existía antes un juego de la pelota. Se reinauguró en 1879, pues fue bombardeado durante la guerra carlista. En 1872 Amadeo conoció el juego de la pelota en ese frontón.
En 1885 se construyó el frontón de Abando, que estaba junto en la Casilla, podía acoger a 5.500 espectadores y era un recinto moderno, con salas para las autoridades y para el descanso de los jugadores. Tenía una señal eléctrica «que marca las faltas en el frontis». Sin embargo, el recinto más representativo fue el frontón Euskalduna, que acogía a 3.500 y que fue el templo de la pala en Bilbao. Estaba en Hurtado de Amézaga, más o menos donde está hoy la calle Euskalduna, que toma el nombre del frontón. Se inauguró en 1895. Pese a que compitió con una corrida de toros y otros espectáculos, ese día «asistieron bastantes aficionados», «haciendo grandes elogios de las buenas condiciones que reúnen las localidades, viéndose desde todas ellas el frontón y los jugadores».
Estaba en el municipio vecino, todavía independiente, pero para la afición local también contaba el frontón de Deusto, que se inauguró en 1887, donde hoy está la Escuela de Idiomas. Y desde 1910 se jugaba en el frontón de los Campos de Sport, en los terrenos donde se construyó luego el colegio de los jesuitas. Era un recinto reservado a los socios, que formaban parte de la elite local. Además, en 1921-22 funcionó en la calle La Esperanza el frontón Euskal Jei, que programaba partidos de mujeres.
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Así, pues, los primeros espacios dedicados al deporte en Bilbao fueron los frontones, en cuyo atractivo influían poderosamente las apuestas: generaban el negocio que permitía mantener estas instalaciones. La proliferación de recintos de este tipo a fines del XIX y comienzos del XX se corresponde con la aparición de la sociedad de masas, que generaba este tipo de aficiones. A su vez, estas daban lugar a los Circos Gallísticos, para peleas de gallos. Los hubo en Atxuri, la calle del Cristo y la Gran Vía. Atraían un público numeroso y no solían confundirse con las prácticas deportivas.
Llega el ciclismo
El velódromo fue el primer recinto que hubo en Bilbao dedicado a un deporte moderno. Inaugurado en 1896 estuvo entre las calles Iparraguirre, Uhagón y Autonomía. Tuvo una corta vida por las razones que se explicaron en esta sección. El ciclismo no propiciaba un negocio lucrativo como las apuestas. El velódromo sólo podía mantenerse por las cuotas de los socios y las entradas a las ocasionales competiciones. No podía albergar a grandes masas, por lo que económicamente tenía limitadas sus posibilidades.
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La aparición de campos de fútbol en Bilbao fue relativamente tardía. Estuvo dificultada por la exhaustiva ocupación del suelo en el Bilbao histórico y por el diseño del Ensanche, que no previó un equipamiento de este tipo. Así, se empezó a jugar al fútbol en los lugares aledaños al Ensanche. En primer lugar, en la campa de los ingleses, junto a la ría, una zona entre portuaria e industrial, que no fue objeto del plan del Ensanche, aunque acabaría sucumbiendo al empuje de los requerimientos empresariales.
De hecho, el primer campo que usó habitualmente el Athletic Club fue el de Lamiako, lejos de la villa, próximo a la zona residencial de Las Arenas y accesible por ferrocarril. Empezó a utilizarse en 1892. Ya en 1905 se vendían las entradas al partido en combinación con el billete del tren. Había encuentros que reunían a más de 5.000 aficionados.
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Lamiako quedaba lejos. Para espectadores y para futbolistas. Cuando el Athletic jugaba mal se atribuía a se entrenaba poco, por la lejanía del campo de Lamiako. «Debe levantarse una estatua al que nos traiga el campo de juego a Bilbao», se afirmaba en abril de 1909. La necesidad se hizo más acuciante al año siguiente, cuando el Athletic ganó la Copa. Como campeón, tenía que organizar la de 1911. «Debe procurarse que la Copa no sea arrebatada el año próximo. ¿Gran remedio para ello? El establecimiento de un buen campo en nuestra Villa. Con ello se conseguiría también que aumente la afición a tan higiénico sport». No fue posible. El Athletic hubo de jugar en el campo de Jolaseta, que se construyó ese año, el primero que tuvo gradas para espectadores.
Por fin, en 1913 se construyó el campo de San Mamés. El lugar quedaba junto al planificado Ensanche de Bilbao, pero aún lejos de las construcciones urbanas. Se niveló el terreno y edificó una tribuna principal cubierta y otra enfrente, sin techo. Podía acoger 10.000 espectadores. Se construyó conforme al proyecto que se encargó a Manuel María Smith.
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Los campos de Bilbao
El campo se inauguró el 21 de agosto de 1913, con el partido Athletic Club-Rácing de Irún (1-1). El primer gol de San Mamés lo marcó Pichichi. Dos días después el enfrentamiento con el Shepherd´s Bush completó los actos. «No hemos visto jamás un campo tan bonito», dijeron los ingleses. Para los cronistas locales, el Athletic tenía «un campo de foot-ball magnífico, elegantísimo, como no habrá otro igual en España».
Hubo otros campos, pero de menor prestancia y duración. En marzo de 1913 se inauguró el campo de Iralabarri, que duró pocos años y que era propiedad del Club Deportivo: estaba en la manzana entre Colón de Larreátegui y Alameda de Recalde, donde hoy tiene su sede el club. Duró poco, pues le sustituyó el Recalde Park, un jardín de esparcimiento que durante unos años albergó diversos espectáculos. Para entonces existía otro campo de fútbol de la sociedad Campos de Sport y se usaba el del colegio religioso que se instaló primero en la Alameda de Recalde y después junto a la actual calle Iparraguirre (Santiago Apóstol). En la prensa aparece alguna vez el campo de Botica Vieja, en Deusto. Durante los años veinte el equipo Deusto jugó en el campo que se llamó Etxezuri. Por Begoña existía también el campo Cruce Verde. Eran recintos periféricos y sin dotaciones para otras prácticas deportivas.
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Junto a los frontones y los campos de fútbol, estaban los gimnasios, de los que los más importantes fueron los de Zamacois y su heredero, el Club Deportivo, con instalaciones en la calle Obispo Orueta, donde está el hotel López de Haro.
Los recintos mencionados describen la infraestructura histórica de Bilbao para la actividad física, que quedó asociada a su vez a espectáculos diversos y, en el caso del frontón, a reuniones públicas multitudinarias. todos fueron de iniciativa privada, puesto que no hubo ninguna instalación pública hasta después de la guerra (pista de San Ignacio y el Pabellón de Deportes de la Casilla). Esta infraestructura deportiva no fue objeto de planificación y quedó definida por la capacidad económica de los promotores de asociaciones deportivas y por posibilidades de que el espectáculo generarse recursos suficientes para el mantenimiento de las instalaciones.
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