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Friso en mármol de la Puerta Norte de la catedral nueva de Vitoria sobre la Guerra de África. F. Góngora
La Guerra del Gurugú en la catedral nueva de Vitoria

La Guerra del Gurugú en la catedral nueva de Vitoria

Tiempo de historias ·

Un friso junto a la puerta de la calle Magdalena narra los horrores de aquel conflicto olvidado de 1909

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Lunes, 28 de enero 2019, 00:16

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La catedral nueva de Vitoria nació con varios pecados originales, como ser inaugurada por Franco o estar construida con un estilo de otra época. Como la del Buen Pastor de Donostia, el Parlamento británico y hasta la mismísima fachada blanquísima de la catedral de Florencia. Si, neogótico del siglo XIX, como lo leen, aunque cuando nos lo explican no nos enteramos y seguimos pensando que son del siglo XIII. Hay muchas más así. Pero la nuestra, la de Vitoria se ha quedado en un quiero y no puedo. Un poco chata y mutilada sobre su proyecto original de Apraiz y Luque.

Y a pesar de eso, hay quien defiende que es el edificio más desconocido y sorprendente de la ciudad. Un ministro de Franco se atrevió a decir sin complejos que la obra escultórica de María Inmaculada «es mucho más importante que la de la Sagrada Familia». Ahí queda eso. Lo curioso es que compartimos los mismos escultores catalanes.

Otro pecado que arrastra la catedral nueva es que no se construyó a mano, como Santa María, sino mediante el cálculo matemático, las grúas hidráulicas y el hormigón. Es como si la entrañable vieja del Campillo tuviera alma, la que le dan el tiempo, las piedras y los maestros de obra y sus errores. Y la seo de la calle Magdalena careciera de pátina, aunque costó un siglo construirla en dos fases distintas (1907-1914) y (1946-1969).

Pero aunque sea un proyecto inacabado, le falten las torres y sea un fracaso en cierto modo, no deja de ser un fracaso admirable. Y además es una obra humana, muy humana, que nos narra en sus capiteles, vidirieras o muros cosas del tiempo en que fue construida como la guerra, las catástrofes o la política del momento. Y sin duda, arquitectura aparte, el arte escultórico que se desarrolla en todo el edificio bien integrado en envoltura y contenido es de quitar el hipo.

Y como a veces hay que mirar la ciudad con ojos de turista para descubrirla, les propongo que se fijen en un pequeño friso situado a la izquierda de la puerta norte, la que da a la calle Magdalena. Hay otros que cuentan historias de la época, como la famosa galerna de Bermeo de 1912, o la 'ley candado' que quería acabar con la creación de colegios religiosos, pero nos vamos a fijar en el que nos cuenta escenas de la guerra de África de 1909.

La talla corresponde a Francisco Nieto, Fernando Sánchez y Gaspar Casas y se llevó a cabo en los primeros años de construcción. Los episodios que se cuentan en este bajorrelieve de mármol produjeron una gran conmoción en el país. También en Vitoria, que en aquella época estaba llena de militares. En la parte izquierda hay una fecha, 27 de julio de 1909, en referencia a los combates del Barranco del Lobo, en las estribaciones del Monte Gurugú, muy cerca de Melilla. Fue una carnicería para las tropas españolas con 153 soldados muertos y 600 heridos.

En su nueva política colonial en el Norte de Marruecos, en la árida región del Rif, la Monarquía española autorizó la extracción de minerales como el hierro en contra de la opinión de los nativos, que el 9 de julio de 1909 atacan y matan a seis trabajadores que realizaban tareas de construcción de un puente para el ferrocarril minero. El Gobierno de Madrid, presidido por el conservador Antonio Maura, manda refuerzos y moviliza a los reservistas, en su mayoría pobres padres de familia, porque el próximo objetivo de los rifeños es Melilla, lo que provoca una reacción en la calle que acaba con los terribles acontecimientos de la Semana Trágica en Barcelona y Madrid. En la ciudad condal las protestas tomaron carácter revolucionario y se produjeron 78 muertos, 500 heridos y 112 edificios incendiados, de ellos 80 religiosos. La represión fue durísima con ciemtos de detenidos y 5 ejecutados.

Sobre el terreno en torno al monte Gurugú, ese 27 de julio una brigada al mando del general Pintos cae en una emboscada. El propio militar es mortalmente herido, algo que se refleja en el friso de la catedral donde un jefe de alta graduación con sable y faja de general está moribundo en el suelo.

El investigador de todo lo relacionado con la catedral nueva, José Ramón Martínez de Murguía sostiene que los escultores tratan de incluir otros episodios de aquella guerra basados en las historias que llegan por los periódicos. Se ve, por ejemplo, una escena en la que un artillero rescata un cañón que había caído en manos de los moros. La prensa se hizo eco de que un comerciante de Sevilla había enviado 100 pesetas a ese artillero que también está en el friso.

La carga de Cavalcanti

En el lado derecho se ve otra fecha, 30 de septiembre de 1909. Según Martínez de Murguía, la fecha puede estar equivocada si se refiere a lo que todo el mundo dice que representa – la obra de Alberto González de Langarica, 'La catedral nueva de Vitoria', de la colección 'Alava Monumentos en su historia' lo recoge así- es decir, la carga de la caballería española al mando del teniente coronel Cavalcanti para evitar la muerte de decenas de soldados en las lomas de Taxdirt, en las cercanías del monte Gurugú. Una victoria, por cierto que se atribuye a la intercesión de la Virgen de la Encina de Artziniega, según escribe Langarica.

Lo que ocurre es que la heroica acción de Cavalcanti tuvo lugar el 20 de septiembre de ese año. A juicio del investigador vitoriano, los escultores toman en realidad como referencia otro combate, la toma del zoco el Jemis de Beni-Bu Ifur, situado en vertiente sur del Gurugú. Además de la fecha, 30 de septiembre, el argumento principal es que también en este caso muere otro general, Díaz Vicario, en el combate, una figura central en el bajorrelieve.

Los escultores toman referencia de todos los combates pero impactan especialmente aquellos en los que muere un general al frente de sus tropas. «Iban en cabeza y, en el caso de Díaz Vicario, en un caballo blanco, una diana perfecta para cualquier tirador rifeño», explica Martínez de Murguía, que ha elaborado un interesante 'power point' para explicar toda la catedral a partir del legado de los Apraiz. En el interior de la catedral, en uno de los capiteles de las columnas que rodean el presbiterio hay un soldado con la bandera de España rota, que tiene en su uniforme el número 28 de su regimiento.

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