Una galería en la roca para proteger a 200 personas: así es el refugio antiaéreo de Zabalbide
La Sociedad Aranzadi ha realizado un estudio sobre esta olvidada instalación de la Guerra Civil, que ahora se puede recorrer en un «paseo virtual 3D»
Entre septiembre de 1936 y junio de 1937, Bilbao sufrió 54 bombardeos que costaron la vida a 408 personas. «Fue un promedio de un bombardeo ... a la semana», según detalla el arquitecto Anartz Ormaza, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Como medida de protección ante aquellos ataques indiscriminados, y por indicación del Gobierno vasco, en la ciudad se habilitaron 269 refugios antiaéreos. El estudio histórico y arqueológico de uno de ellos, excavado en el muro de la calle Zabalbide, ha permitido recuperar su historia y 'abrirlo' a las visitas «a través de un paseo virtual 3D, con fotografías de 360º y en alta definición».
La labor de Aranzadi se ha dividido en tres fases: la revisión de fuentes documentales y la investigación histórica; la documentación gráfica y la realización de un registro tridimensional de las galerías, con el que se ha elaborado el recorrido virtual; y el trabajo propiamente arqueológico, la identificación y documentación de elementos y objetos hallados, algunos de ellos correspondientes a la Guerra Civil. «Son objetos como nueve casquillos o vainas de proyectil en mal estado de conservación, una lata de leche condensada o una bota de cuero», según ha puesto como ejemplos Ormaza.
La investigación de archivo y hemeroteca ha permitido saber, entre otras cosas, que el refugio «fue excavado por un grupo de once mineros, lo que en una ciudad como Bilbao tiene todo el sentido». Tras el primer bombardeo, el 25 de septiembre de 1936, y los que siguieron inmediatamente, el Gobierno vasco ordenó al alcalde, «entonces Ernesto Ercoreca, que construyera refugios para la población civil».
Los investigadores estiman que se prepararon 269, repartidos por toda la villa. A diferencia de otras ciudades en las que se optó por abrirlos en el subsuelo, «como se hizo en Barcelona, en Bilbao se usaron sobre todo construcciones ya existentes, como sótanos o túneles de tren y tranvía», ha precisado Ormaza. Solo una veintena fueron nuevas construcciones o excavaciones. Es el caso del de Zabalbide, situado a la altura del número 7 de la calle, con acceso en el muro de contención de la ladera que la flanquea.
Batallón de defensa pasiva
Los mineros abrieron «dos galerías en sendos puntos distanciados por unos 15 o 20 metros, para posteriormente unirlos a una distancia prudencial, por una transversal paralela al muro». El de Zabalbide figura en un listado de refugios que «para orientar a la población» publicó el periódico 'El Liberal' el 6 de febrero de 1937, con una serie de recomendaciones e instrucciones para garantizar la seguridad de quienes buscaban protección en ellos. Según ese listado, el refugio de Zabalbide «tenía una capacidad para 200 personas en unos 200 metros cuadrados de superficie».
Tenía dos accesos para poder garantizar la salida en caso de que uno de ellos se viera afectado y cegado por las bombas. «Hemos localizado también la documentación de las personas encuadradas en el Batallón de Defensa Pasiva adscritas a los diferentes refugios, y en un primer análisis se han identificado 18 personas adscritas a éste de Zabalbide. Eran personas pertenecientes a sindicatos o partidos que en cada refugio se encargaban de ayudar y organizar a la gente».
El refugio, que tiene el aspecto de una galería minera, con la roca a la vista y las paredes sin rasear, fue acondicionado mínimamente. «Fue dotado de un sistema de ventilación de aire y con electricidad». Otros materiales indican que se instalaron algunas tuberías para el suministro de agua. Salvo unos pocos restos, todas estas instalaciones han desaparecido pues, aunque el acceso estuvo cerrado y apenas era visible, durante años «ha estado entrando gente que también ha ido dejando sus rastros, como una moneda acuñada en 1959».
El acceso a las galerías, que solo se podrán visitar virtualmente, ha sido cerrado. Junto a las dos entradas, se han instalado otros tantos murales «realizados en lava volcánica esmaltada con textos e imágenes sobre los refugios y los bombardeos que padeció Bilbao durante la Guerra Civil», como ha explicado el concejal de Planificación Urbana, Proyectos Estratégicos y Espacio Público, Asier Abaunza.
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