Felipe Serrate y la llegada de la gimnasia a Bilbao
La Diputación de Bizkaia fue pionera al incorporar la educación física a la enseñanza desde mediados del siglo XIX
Tradicionalmente en Bizkaia se jugaba a pelota en el frontón y a veces había regatas de traineras, pero la concepción moderna del deporte llegó a ... Bilbao con la gimnasia a mediados del siglo XIX, décadas antes del fútbol o el ciclismo. Además, se integró enseguida en la educación: en esto Bilbao fue una ciudad adelantada.
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La Diputación de Bizkaia fue pionera en el pleno sentido del término, pues tomó la iniciativa de incorporar la educación física a la enseñanza. Lo hizo en una fecha tan temprana como 1850. Fue después de fundarse en 1847 el Instituto de Segunda Enseñanza -donde la actual plaza de Unamuno, en el arranque de las escaleras de Mallona-. En el mismo edificio la Diputación estableció el Colegio general de Vizcaya y en sus estudios introdujo la gimnasia obligatoria. En España fue la primera institución que incorporó ejercicios físicos a los estudios oficiales.
Quien obtuvo la plaza de profesor de gimnasia fue Paulino Charlen –«el fundador de la educación gimnástica en Bilbao»-. Su padre, Francisco Charlen, nacido en la Coruña -su familia paterna era de Lyon-, «polvorista», dirigió una compañía con «equilibrios gimnásticos», volatines y espectáculos pirotécnicos. En 1865 promovió la fábrica de pólvora en Santa Marina y Galdakao. Tras un accidente en el que murió uno de sus hijos, abandonó el negocio, que vendería después a la Dinamita Española de Errazkin y Chalbaud.
Paulino Charlen nació en Muskiz en 1828. Durante varios años fue el profesor de gimnasia del Colegio general de Vizcaya. Además, estableció un gimnasio en la calle Jardines, tras estudiar cómo estaban montados estos establecimientos en el extranjero, particularmente en París.
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Tuvo éxito en la difusión bilbaína de la gimnasia, pero desde 1866 se dedicó a los negocios familiares, por lo que abandonó las clases del Colegio general. Fue así como llegó a la villa Felipe Serrate, que estuvo entre las personalidades más populares y queridas por los bilbaínos a fines de siglo XIX y comienzos del XX. Una calle junto a la Casa de Misericordia y San Mamés perpetúa su recuerdo.
Felipe Serrate había nacido en 1831 en Lisboa, adonde sus padres se habían exiliado cuando las persecuciones de la última la década absolutista de Fernando VII. Su familia formaba una compañía ambulante, con ejercicios ecuestres, gimnásticos y acrobáticos. Felipe aprendió gimnasia con el conde de Villalobos, que junto a Francisco Amorós introdujo la gimnasia moderna de España. Hacia 1856 Serrate realizaba ya ejercicios circenses en el trapecio. En 1864 llegó a actuar en la plaza de toros de Bilbao. Dio clases de gimnasia en Madrid, Puerto de Santa María, Málaga y Valladolid.
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Según su relato, en 1866, estando en Valladolid, Paulino Charlen le comunicó que dejaba el puesto de profesor en el colegio de Vizcaya. La vacante salió a oposición, se presentaron tres y fue ganada por Felipe Serrate, que tomó posesión el 17 de diciembre de 1866. Desde entonces, y con la excepción de la guerra, el gimnasta vivió en Bilbao, donde se convirtió en un personaje conocidísimo.
Su entrega a la gimnasia y la promoción de la educación física fue completa y fundamental en el desarrollo deportivo de Bilbao. Fue profesor del colegio de Vizcaya hasta que éste suspendió sus clases ante el sitio de Bilbao. También concibió la idea, que fue aceptada, de impartir gimnasia en la Casa de Misericordia, que las daba en una lonja de la calle Iturribide. Fue además director del gimnasio que construyó Charlen hacia 1872, el Gran Gimnasio de Bilbao, que estaba en los barrios altos, junto a la calle Cantera. Tenía aparatos modernos, hidroterapia, salas de música, de baile y de sable. El gimnasio tuvo que cerrar pronto, al parecer por la lejanía con respecto al recinto histórico de Bilbao, donde vivía los potenciales clientes. Ha dejado una secuela urbana, el nombre de la calle Gimnasio, paralela a Cortes.
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El gimnasta Unamuno
Durante el sitio de Bilbao, Serrate marchó a Santoña. Volvió en 1877, a hacerse cargo de las clases de gimnasia del colegio de la Cruz (de muy corta vida), del colegio San Antonio y en la Casa de Misericordia. Por entonces se desmanteló el gimnasio de Charlen, arrendándose el salón para bailes públicos. Fue después el teatro Romea y la Casa del Pueblo de los socialistas. Mientras Serrate estuvo fuera, se había hecho cargo del gimnasio su discípulo Zamacois, que estableció después un gimnasio en Barrenkale Barrena.
Serrate obtuvo la plaza de profesor de gimnasia en el Instituto. Además, junto a un Profesor de dibujo y otro de música impulsó una especie de colegio privado que estaba en la calle La Merced. Un trágico incendio destruyó el edificio y gimnasio. Tras la reconstrucción pudo apreciarse que los otros profesores perdían alumnos, por lo que el centro se quedó solo para gimnasio.
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Dispuesto a difundir las excelencias de la gimnasia, Serrate publicó una revista, la 'Ilustración Gimnástica', que informaba sobre ejercicios gimnásticos y sobre las ventajas de la educación física. Constituye un excelente recordatorio de los orígenes de la gimnasia en España. Tienen interés los tres artículos que publicó Unamuno, amigo y alumno de Serrate: «Bajo su inteligente dirección puedo asegurar que he conseguido el mayor o menor vigor físico que poseo». Unamuno se confesaba ferviente partidario de este ejercicio físico: «La gimnasia no sólo da fuerza, la reparte, la regula y nos enseña a conocerla y dirigirla». Del mismo modo, aseguraba que el desarrollo de la gimnasia exigía un método que formaba el carácter. «La gimnasia da fuerza y destreza y con ellas un buen humor y salud». La revista tuvo interés, pero sólo duró dos años. Le dejó a Serrate prácticamente en la ruina. Salió del paso gracias al apoyo de sus alumnos, que realizaron una cuestación.
Hidroterapia desde 1893
Como se quedaba pequeño el gimnasio de la Merced, esos recursos sirvieron para montar otras instalaciones bajo el café La Granja, en la calle Ledesma. Funcionó desde 1893 y tenía aparatos modernos e hidroterapia. Cuando quedaba una deuda de 6.000 pesetas el Crédito de la Unión Minera le exigió un pago al que no pudo hacer frente. Felipe Serrate no fue un hombre con fortuna en los negocios que emprendió, para los que no estaba dotado, según dijo alguna necrológica.
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Por lo demás, Felipe Serrate continuó siendo el gran animador de deportes en Bilbao. Era profesor de gimnasia del Ayuntamiento de Bilbao, tenía plaza en el Instituto y daba clase en el colegio San Antonio (en Hurtado de Amézaga) y en la plaza de la Casilla. Era presencia obligada en los principales acontecimientos deportivos. En 1900 tenía ya 69 años y el aspecto de anciano venerable con que aparece en las imágenes de las dos décadas siguientes.
Su alumno Zamacois tuvo gimnasio en la calle Ledesma y después en Ibáñez de Bilbao. Tras su muerte, los socios trasladaron las instalaciones a la calle Orueta, donde en 1912 formaron el Club Deportivo.
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Pese a su continuada actividad profesional, Felipe Serrate carecía de recursos. Sus empleos no le dieron derecho a pensión, por lo que el Ayuntamiento le mantuvo un sueldo incluso cuando la edad le obligó retirarse. Una colecta entre sus discípulos y alumnos, en la que participó gente de todo tipo, consiguió fondos para mantenerlo. Vivió sus últimos años en la Casa de Misericordia.
Murió el 26 de febrero de 1923, ahora hace un siglo. Tenía 91 años y su fallecimiento fue ocasión de un duelo general. Se aseguró que había enseñado gimnasia durante tres generaciones. Según el Club Deportivo, «nuestra educación deportiva está íntimamente ligada a las enseñanzas del maestro Serrate». Había vivido en Bilbao 57 años. «Era el año 1866, no he vuelto a separarme de este mi bien amado bochito a quien tanto debo».
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