Parte de las excavaciones que muestran un espacio reutilizado tras la erupción. AFP
Tiempo de historias

Las favelas de Pompeya: así reocuparon la ciudad los supervivientes de la erupción del Vesubio

Los vecinos más pobres de la ciudad, que no tenía medios para establecerse en otro lugar, habilitaron asentamientos precarios en las ruinas sepultadas

Viernes, 8 de agosto 2025, 00:10

Pompeya, la ciudad romana sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. en la que fue una de las catástrofes más ... recordadas de la historia, ha sido durante siglos un símbolo de la tragedia y la preservación. Sus calles, casas y artefactos, atrapados en el tiempo bajo capas de ceniza y sedimentos volcánicos, han fascinado a historiadores, arqueólogos y turistas de todo el mundo desde que empezaron a excavarse en el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III de España, rey también de Nápoles (como Carlos VII). Ahora, las últimas excavaciones en la Insula Meridionalis, el barrio sur del centro urbano antiguo de la ciudad, han revelado un capítulo más humano de su historia sobre el que hasta ahora solo se había especulado: tras la destrucción, un grupo de supervivientes desesperados regresó a las ruinas y convirtió lo que quedaba a la vista de la ciudad devastada en un asentamiento precario, «una favela entre las ruinas aún reconocibles de la Pompeya que fue», según el arqueólogo Gabriel Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya.

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La ciudad fue destruida, sepultada por la ceniza y la lava, cuando la contaba con una población estimada de 20.000 habitantes. La erupción, descrita con detalle por Plinio el Joven, fue una catástrofe que acabó con la vida de miles de personas y arrasó, además de Pompeya, Herculano y otros asentamientos menores como Estabia, donde murió Plinio el Viejo, tío del anterior, que quiso observar la erupción de cerca y socorrer a unos conocidos.

Durante siglos, se dio por supuesto que la vida en Pompeya terminó abruptamente con la erupción, y que la ciudad permaneció desierta hasta su descubrimiento accidental durante unas obras de canalización en 1599. Sin embargo, los nuevos hallazgos cuestionan este relato. La historia de Pompeya no se detuvo con la castástrofe, sino que continuó de una manera inesperada. Y precaria.

Ocupantes hasta el siglo V

La Insula Meridionalis es un área de la ciudad que se encuentra entre la Villa Imperial al oeste y el Quadriportico de los Teatros al este. Allí, un equipo de arqueólogos ha sacado a la luz pruebas de que el lugar fue habitado hasta el siglo V, cuando otra erupción significativa, conocida como la erupción de Pollena en el 472 d.C., marcó el fin definitivo de esta presencia.

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Zuchtriegel y su equipo sostienen que los ocupantes no fueron solo pompeyanos sin medios para empezar una nueva vida en otra parte. Les acompañaron otras personas sin hogar, venidas de distintos lugares, en busca de un sitio donde asentarse y con la esperanza de encontrar objetos de valor abandonados. «Según los datos arqueológicos se trataba probablemente de un asentamiento informal donde las personas vivían en condiciones precarias, sin las infraestructuras ni los servicios típicos de una ciudad romana», comentan los arqueólogos en el último boletín publicado esta semana por el Parque Arqueológico de Pompeya. La vida resurgió así en los pisos superiores de las antiguas casas, que habían quedado al nivel del suelo, mientras que los bajos, sepultados por la lava y las cenizas, fueron transformados en sótanos, con hornos y molinos.

La ciudad invisible

«Gracias a las nuevas excavaciones, emerge una Pompeya posterior al año 79, que no era tanto una ciudad, sino un asentamiento precario y sombrío, una especie de campamento, una favela entre las ruinas aún visibles de la Pompeya antigua», resume Gabriel Zuchtriegel, director del sitio arqueológico. Aunque en el pasado ya se habían formulado hipótesis sobre una reocupación del lugar, según Zuchtriegel, habían sido descartadas y a menudo ignoradas sin documentación suficiente. Lo que había sucedido es que las excavaciones arqueológicas, las primeras de las cuales se realizaron en 1749, habían destruido los restos y evidencias de estas «favelas» romanas.

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Zuchtriegel se refiere a esta Pompeya reutilizada por los pobres como «la ciudad invisible», «tanto porque aún no ha sido excavada, como porque, habiendo sido excavada, fue destruida y eliminada para sacar a la luz la subyacente, la Pompeya del 79 d.C. Esta ciudad sería la Pompeya resurgida después».

«Debemos imaginar», apunta el arqueólogo, que «tras la erupción, los pisos superiores de las casas aún emergían entre las cenizas. El paisaje urbano aparecía, por tanto, profundamente transformado, en un escenario postapocalíptico, pero sin duda reconocible». Buena parte de la población que no pudo huir o trató de hacerlo demasiado tarde murió, pero «también había sobrevivientes» Y estos «podían regresar a 'su hogar': seguramente con sentimientos bastante sombríos, considerando lo poco que quedaba, pero para quienes no tenían otro lugar adonde ir, era mejor que nada».

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«Se improvisaba entre los muros medio derrumbados de los pisos superiores, construyendo techos provisionales y fogones entre el polvo. Se excavaba en el subsuelo, con la esperanza de recuperar objetos valiosos, herramientas, materiales». Como muchos supervivientes no regresaron «en la miseria general», los que sí lo hicieron «se sentían autorizados a ocupar y saquear incluso las casas abandonadas», concluye Zuchtriegel.

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