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La famosa estatuilla está depositada en el Museo de Historia Natural de Viena. afp
Descubren el origen de la Venus de Willendorf

Descubren el origen de la Venus de Willendorf

Tiempo de historias ·

Un estudio apunta que la roca en la que fue tallada proviene de un punto del norte de Italia situado a 700 kilómetros de la localidad austríaca en la que fue descubierta

Martes, 1 de marzo 2022, 11:43

A la Venus de Willendorf le pasa lo mismo que a la Gioconda. Su imagen es tan conocida que cuando la gente la ve de verdad, se sorprende de lo pequeña que es. Esta estatuilla de apenas 11 centímetros de altura y de unos 25.000 años de antigüedad es probablemente la obra de arte mueble paleolítico más conocida. No hay libro de divulgación sobre la prehistoria que no incluya su imagen, que también suele aparecer en los manuales escolares cuando se trata de mostrar un ejemplo gráfico de este tipo de figurilla. La diminuta escultura, que permanece depositada en el Museo de Historia Natural de Viena, fue encontrada el 7 de agosto de 1908 en el yacimiento austríaco de Willendorf II y desde entonces ha sido objeto de numerosos estudios. Lo que no significa que no queden incógnitas que resolver sobre ella. Una acaba de ser solucionada. Un estudio realizado por un equipo multidisciplinar que publica hoy 'Scientific Reports' ha demostrado que la figura está esculpida en un tipo de roca caliza oolítica que con mucha probabilidad proviene del norte de Italia, lo que arroja nueva luz sobre la notable movilidad de los grupos humanos de cazadores recolectores del Paleolítico Superior al sur y al norte de los Alpes en un momento en el que el clima era extremadamente frío.

La Venus de Willendorf no sólo es especial por su diseño, sino también por su material. La mayor parte de estas estatuillas prehistóricas son de marfil o hueso. De hecho, las dos 'hermanas' que tiene la que nos ocupa son de marfil. Se trata de otras dos figurillas bautizadas como Venus II y Venus III de Willendorf, encontradas también en 1908 en la misma excavación y en el mismo nivel, pero que han quedado en la sombra, eclipsadas por la famosa Venus I. De talla muchos más tosca –hasta el punto de que hay quien discute que la III sea en realidad una estatuilla antropomorfa–, están realizadas en piezas de marfil.

Una mirada microscópica

La Venus I es de oolita, como ya habían determinado los geólogos que la examinaron desde que fue encontrada. Pero hasta ahora no había sido estudiada por dentro. Ahora, el equipo de investigación dirigido por el antropólogo Gerhard Weber, de la Universidad de Viena; los geólogos Alexander Lukeneder y Mathias Harzhauser; y la prehistoriadora Walpurga Antl-Weiser, del Museo de Historia Natural de Viena, ha recurrido a la tomografía para hacerlo y obtener imágenes con una resolución de hasta 11,5 micrómetros –un micrómetro equivale a la milésima parte de un milímetro–. El resultado ha permitido comprobar que la «Venus no parece uniforme en absoluto en su interior. Una propiedad especial que puede servir para determinar su origen», según Weber.

La caliza oolítica se llama así porque está formada por oolitos, granos esféricos de carbonato cálcico de origen inorgánico, con estructura concéntrica. Comparando ejemplares de diferentes zonas, se puede apuntar al origen de una muestra. Los geólogos Lukeneder y Mathias Harzhauser realizaron un complejo estudio comparativo de la composición de la Venus con muestras de rocas obtenidas desde Francia hasta el este de Ucrania y desde Alemania hasta Sicilia.

Ninguna de las muestras extraídas en un radio de 200 kilómetros alrededor de Willendorf «coincidía ni de lejos». El análisis demostró finalmente que las muestras de la Venus eran estadísticamente indistinguibles de las de un lugar del norte de Italia, cerca del lago de Garda, a unos 25 kilómetros de Verona, al pie de los Alpes. Esto es importante porque significa que la Venus, o al menos la piedra en la que fue tallada, inició un viaje desde el sur de esta cadena de montañas hasta el Danubio, al norte de la misma, a unos 700 kilómetros.

«La gente del Gravetiense -la cultura material a la que se adscribe la Venus, hace entre 30.000 y 22.000 años– buscaba y habitaba lugares favorables», en una fase climática muy fría. «Cuando el clima o la situación de las presas de caza cambiaban, se desplazaban, preferentemente a lo largo de los ríos», apunta Weber. Este viaje pudo durar generaciones. Una de las dos posibles rutas del sur al norte llevaría a rodear los Alpes, mientras que otra vía para llegar del lago de Garda hasta Willendorf sería a través de dichas montañas, algo menos probable a causa de la glaciación.

De todos modos, los investigadores no dejan de lado un origen alternativo al italiano, aunque menos probable, según insisten. Existe la posibilidad la oolita de la Venus podría venir también del este de Ucrania, a más de 1.600 kilómetros de distancia en línea recta de Willendorf. Sin embargo, las muestras de allí no encajan tan claramente como las de Italia.

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