Descubren en Gamiz-Fika una cueva artificial prehistórica decorada con arte rupestre
El yacimiento fue hallado el pasado 26 de junio y ha sido reconocido como el primer hipogeo mixto documentado de la zona cantábrica
En la arqueología de «Bizkaia todavía nos llevamos sorpresas, y vamos a seguir teniendo sorpresas». Así comenzó este miércoles el arqueólogo Juan Carlos López Quintana ... la presentación de un descubrimiento que ha venido a llenar un hueco en las investigaciones del pasado remoto del territorio, un vacío en el periodo que los especialistas denominan con un término algo desconcertante para el público profano: la «prehistoria reciente». Se trata del arte rupestre postpaleolítico, ese que se produjo en un lapso que convencionalmente se sitúa entre el Neolítico y la Edad del Bronce y del que, hasta ahora, no había rastro en Bizkaia. El hallazgo de la cueva de Erlapiku, situada en Gamiz-Fika, llena ese vacío. Pero, además, lo hace con un punto extra: la naturaleza de la propia cavidad. Porque Erlapiku no es una caverna natural. O no lo es del todo. Se trata de un hipogeo, un recinto subterráneo artificial elaborado en algún momento a partir de una cueva real.
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López Quintana explicó todo esto durante la presentación del hallazgo en el Arkeologia Museoa de Bilbao, en la que estuvo acompañado, entre otros, por la diputada de Euskera, Cultura y Deportes, Leixuri Arrizabalaga; la alcaldesa de Gamiz-Fika, Ana Rubio Andrés; y el arqueólogo Iñaki Intxaurbe, que dio a conocer, además, los nuevos hallazgos de arte rupestre paleolítico en la cueva lekeitiarra de Armintxe.
Por alguna razón, los descubrimientos de arte prehistórico siempre suelen tener detrás alguna historia curiosa. Erlapiku no es la excepción. Fue el 26 de junio pasado. «Estábamos dentro de un proyecto de prospección para la puesta en valor de la ermita de San Pedro de Atxispe. Un vecino del pueblo, Juan Carlos Izagirre, con quien comparto el descubrimiento de este yacimiento, nos comentó que él frecuentaba mucho estos montes. En alguna de sus excursiones había encontrado como dos abrigos que en un primer momento pensábamos que podían ser refugios» de la guerra civil.
«El 26 de junio subimos hasta el sitio de Erlapiku. Allí hay un peñón de arenisca con lo que parece ser «una pequeña puerta». «Y yo, si os soy sincero –confesó López Quintana–, pensé que podría ser algo medieval». Porque sin ir más lejos «hay un templo de época alto medieval en San Pedro de Atxispe, con elementos excavados en la roca». Y Erlapiku «podría encajar con aquello». Pero nada más meter la cabeza en la cueva y encender la linterna, esta primera impresión se evaporó: «Vimos que al frente había algunas figuras en rojo y nos dio un vuelco». La luz iluminaba figuras que recordaban a otras de arte esquemático postpaleolítico que se pueden ver en algunos yacimiento alaveses, del occidente cántabro o sorianos. Aquello no era medieval, era prehistórico.
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Pinturas rojas y negras
Este tipo de yacimiento era «desconocido hasta el momento en la zona cantábrica oriental», subrayó López Quintana. En su interior, Erlapiku, un espacio pequeño, de unos 5 por 2 por 1,75 metros – «dentro casi te puedes poner de pie»– y al que se accede por unos escalones trabajados en la roca y una puerta tallada de unos 50 centímetros de lado, conserva unos 25 grafismos. Son muy esquemáticos y están distribuidos en 5 grupos. Su autenticidad ha sido verificada por dos investigadores independientes, especialistas y máximos referentes en arte rupestre, Diego Garate Maidagan (Universidad de Cantabria) y Primitiva Bueno (Universidad de Alcalá de Henares).
Según sus informes, el grado de desgaste de algunas figuras, que aparezcan cubiertas de concreción calcárea, la superposición de figuras rojas sobre otras negras en uno de los paneles, la afección del fuego sobre algunos paneles, y la existencia de cruces grabadas, con aspecto fresco, encima de alguna de las figuras, son argumentos internos que permiten certificar la antigüedad de las representaciones.
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Por otro lado, la técnica de pintura utilizada (pigmentos naturales diluidos en agua y aplicados con los dedos), y la iconografía de las representaciones permiten situar las pinturas en un momento, aún por precisar, de la Prehistoria Reciente (5000-1000 aC).
Las superposiciones apuntan que la cueva fue pintada en distintos momentos o fases. Esto puede explicar también la existencia de distintos tipos de pigmentos y la variabilidad de formas humanas representadas. Destacan especialmente dos escenas, una de figuras humanas dibujadas en negro dispuestas en fila, de manera ordenada; y otra compuesta por siete figuras realizadas en rojo pálido, también dispuestas en orden lineal, todas ellas con los brazos levantados, identificándose tres tipos de figuras diferentes. Entre los antropomorfos aislados se repiten algunas de estas formas, siendo el resto otro tipo de figuras esquemáticas, habiendo además una figura de corte más naturalista.
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Las figuras representadas tienen paralelos en algún yacimiento cantábrico como Peña Tú (Asturias) y El Castillo (Cantabria), en algunas cuevas alavesas como Socuevas de San Miguel o Las Yurdinas, pero los ejemplos más directos de arte esquemático son de Portugal, la Meseta o Andalucía.
Un nuevo conjunto de grabados en Armintxe
En la misma presentación también se anunció el descubrimiento de nuevas pinturas rupestres en la cueva de Armintxe de Lekeitio. Este yacimiento con arte rupestre paleolítico fue descubierto por la Asociación espeleológica ADES en 2016 e investigado por Juan Carlos López Quintana (Agiri) y César González Sainz (Universidad de Cantabria).
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Desde 2024, el equipo liderado por Iñaki Intxaurbe (Universidad de Burdeos), desarrolla aquí un proyecto de investigación subvencionado por la Diputación de Bizkaia y el Ayuntamiento de Lekeitio para obtener una reconstrucción tridimensional de alta precisión de la cueva, denominado gemelo digital.
En el transcurso de la toma de datos tridimensionales, en la galería superior, se ha descubierto un conjunto inédito de grabados de animales. Se trata de una cabra en posición ascendente, un bisonte de gran tamaño y otras dos figuras animales de tamaño reducido, probablemente un bisonte y una línea cérvico-dorsal de otro animal sin identificar.
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Estas figuras están grabadas con los dedos o con un instrumento romo en la capa arcillosa que se forma sobre la pared caliza. Tienen una edad aproximada entre 19.000 y 16.000 años. La topografía de detalle obtenida y los estudios acerca de los procesos de formación y desarrollo de la cavidad nos permiten hacer una valoración más precisa acerca de los procesos de inundación de la cueva, de su afección al arte rupestre y de las medidas que se deben adoptar de cara a su correcta conservación.
Aprovechando estos trabajos de investigación se ha instalado un sistema autónomo de monitorización ambiental diseñado e implementado por la empresa LabCertis: tres sensores multiparamétricos de temperatura, humedad relativa y CO₂, tres sondas de nivel hidrostático, y unidad remota central, encargada de registrar y transmitir los datos de forma continua.
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Este sistema permite obtener información crítica para anticipar riesgos derivados tanto de la dinámica hidrogeológica del río como de las condiciones microclimáticas que afectan a la conservación del arte rupestre.
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