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Marcos Orueta Lecanda, en su finca de la Junquera en la vega de Deusto. Foto cedida por la familia
La desconocida y rocambolesca historia del último alcalde de Deusto

La desconocida y rocambolesca historia del último alcalde de Deusto

Marcos Orueta se negó a presenciar la entrega de su municipio a la Corporación bilbaína presidida por Federico Moyúa

Mikel Iturralde

Martes, 24 de diciembre 2024, 10:45

Un siglo ya. Cien años de una causa cerrada en falso. El proceso de anexión que termina con la vida municipal de Deusto y Begoña y con una parte del territorio de Erandio se realiza de manera conjunta, ya que los tres son reclamados por Bilbao en marzo de 1924 y pasan a ser parte de Bilbao el 1 de enero de 1925. Ese día en la plaza de San Pedro, donde se sitúa la Casa Consistorial de Deusto, apenas hay un puñado de gente. La bandera española luce en la balconada. Cuidan del orden las guardias municipales de Bilbao y Deusto, algunos números de la seguridad y agentes de ambos cuerpos. El Consistorio entra en corporación a las 10.45 horas al son de clarines y atabales. Una ausencia se hace notar: el hasta entonces alcalde del municipio deustuarra, Marcos Orueta, no acude a la ceremonia.

No es para menos. Durante seis meses ha encabezado la negativa de Deusto a ser incorporada a Bilbao. Se ha entregado en cuerpo y alma a la causa, pero todo ha sido en vano. La balanza está inclinada del lado bilbaíno desde el momento en que Federico Moyúa plantea la anexión a sus concejales. Hay quien sostiene que el alcalde de Bilbao juega bien sus cartas y aprovecha sus relaciones con el dictador Primo de Rivera para inclinar la decisión del Directorio hacia la Villa, sin que se atiendan convenientemente los argumentos de los deustuarras. Nadie pide opinión a los vecinos, ni hay referéndum ni consultas. Y eso que durante el litigio se hace evidente que la anexión descorazona a cientos de familias que llegan a estampar su firma en unas cuartillas para que su alcalde las haga llegar al Gobierno. Marcos Orueta y Jesús de Gaztañaga, el secretario municipal, protagonizan la resistencia administrativa por medio de escritos e informes dirigidos al Ministerio de la Gobernación, a la Diputación Provincial de Vizcaya y al Gobierno Civil, entre otros organismos. Basándose en los artículos de la Ley Municipal y el Estatuto Municipal de 1924, defienden el derecho de Deusto a seguir existiendo como pueblo.

Arriba, el secretario del Ayuntamiento de Bilbao, Alberto Otaduy, lee el acta de anexión en presencia del alcalde Federico Moyúa y del gobernador civil. En medio, primera plana del diairio 'El Pueblo Vasco' del 2 de enero de 1925, que narra las ceremonias de anexión. Abajo, el ingeniero bilbaí­no posa junto a otros miembtros de la colonia española con el comandante general de Lareche, Emilio Mola. ARCHIVO JUAN GONDRA REZO/FOTO CEDIDA POR LA FAMILIA
Imagen principal - Arriba, el secretario del Ayuntamiento de Bilbao, Alberto Otaduy, lee el acta de anexión en presencia del alcalde Federico Moyúa y del gobernador civil. En medio, primera plana del diairio 'El Pueblo Vasco' del 2 de enero de 1925, que narra las ceremonias de anexión. Abajo, el ingeniero bilbaí­no posa junto a otros miembtros de la colonia española con el comandante general de Lareche, Emilio Mola.
Imagen secundaria 1 - Arriba, el secretario del Ayuntamiento de Bilbao, Alberto Otaduy, lee el acta de anexión en presencia del alcalde Federico Moyúa y del gobernador civil. En medio, primera plana del diairio 'El Pueblo Vasco' del 2 de enero de 1925, que narra las ceremonias de anexión. Abajo, el ingeniero bilbaí­no posa junto a otros miembtros de la colonia española con el comandante general de Lareche, Emilio Mola.
Imagen secundaria 2 - Arriba, el secretario del Ayuntamiento de Bilbao, Alberto Otaduy, lee el acta de anexión en presencia del alcalde Federico Moyúa y del gobernador civil. En medio, primera plana del diairio 'El Pueblo Vasco' del 2 de enero de 1925, que narra las ceremonias de anexión. Abajo, el ingeniero bilbaí­no posa junto a otros miembtros de la colonia española con el comandante general de Lareche, Emilio Mola.

«La de Deusto y Begoña era una vida independiente, autónoma, sobre todo en lo administrativo. Eran núcleos más rurales, con una vida más chiquita y cercana al ciudadano. En los dos había industria, pero no una megaindustria como la de Bilbao, que era una de las ciudades más importantes de España y tenía una proyección increíble: en la Primera Guerra Mundial, los empresarios bilbaínos habían vendido todo lo que habían querido a los ingleses. Bilbao era ya una bestia, la capital del Norte, y había que darle todo lo que deseara», contextualiza el historiador Aritz Ipiña, que analiza el proceso en su trabajo 'No quisieron ser Bilbao'.

Pueblos que mueren

Este historiador explica que los comisionados de Deusto, al igual que los de Begoña y Erandio, luchan con todos los medios legales contra las anexiones. Ponen todas las trabas burocráticas posibles al proceso, buscan la ayuda de los demás municipios vizcaínos, viajan a Madrid para interceder directamente con las autoridades españolas y burlan la censura periodística impuesta por el gobernador civil para defender la autonomía municipal. Pero en octubre de 1924 el Gobierno de Primo de Rivera aprueba las anexiones. Curiosamente, Marcos Orueta (Deusto, 1896 - Madrid, 1964?) viaja días antes a la capital de España para intentar convencer a las autoridades de que el proceso no es bueno para Deusto. Lo peor de todo es que cree que ha seducido a sus interlocutores que, sin más dilaciones, se alinean con Federico Moyúa y decretan la anexión.

«Muy honrado recojo de manos del señor gobernador esta vara y os doy a todos la seguridad de que los deustuarras serán para nosotros hermanos predilectos. Como hermanos, hemos de trabajar juntos, aunados en el esfuerzo común, para que la unión no sea sólo de fórmula, sino de corazón». Federico Moyúa se dirige en estos términos a los munícipes de Deusto que el 1 de enero se reúnen en el salón del Ayuntamiento en una pomposa ceremonia organizada por el Consistorio bilbaíno. No puede responderle, como es preceptivo, el regidor de Deusto, que no asiste a un acto para él ignominioso.

«La anteiglesia de Deusto ha tenido una vida próspera; es más, ha sido un pueblo rico. Y, sin embargo, se ha decretado su muerte»

Gaztañaga le contesta en nombre de la anteiglesia que desaparece: «Me satisface mucho, como secretario, el honor que me dispensa el alcalde de Bilbao, y corresponderé a él con entera lealtad. En el debate de este enojoso pleito, todos hemos laborado con tesón, con fe, con ardimiento, con cariño. Era nuestro deber, era el deber impuesto por nuestros derechos. Hoy que el pleito ha sido resuelto, aquella fe, aquel ardimiento, aquel tesón y aquel cariño lo pondré en el cumplimiento de mis nuevos deberes. Quizá en el ardor de la lucha alguna vez se produjeron rozamientos, producto de un estado de ánimo indominable. Si tal hubo, permítame presentar mis excusas a quienes pudieran darse por ofendidos».

Arriba, la bandera española se despliega en el balcón de la Casa Consistorial de Deusto el 1 de enero de 1925. En medio, Federico Moyúa, alcalde de la Villa de 1924 a 1930, y anteriormente en 1910 y 1911. aBAJO, Plano de los lÍ­mites jurisdiccionales expresados en la carta fundacional de Bilbao. NOTICIERO BILBAÍNO/MADRID ILUSTRADO/DIPUTACIÓN DE BIZKAIA
Imagen principal - Arriba, la bandera española se despliega en el balcón de la Casa Consistorial de Deusto el 1 de enero de 1925. En medio, Federico Moyúa, alcalde de la Villa de 1924 a 1930, y anteriormente en 1910 y 1911. aBAJO, Plano de los lÍ­mites jurisdiccionales expresados en la carta fundacional de Bilbao.
Imagen secundaria 1 - Arriba, la bandera española se despliega en el balcón de la Casa Consistorial de Deusto el 1 de enero de 1925. En medio, Federico Moyúa, alcalde de la Villa de 1924 a 1930, y anteriormente en 1910 y 1911. aBAJO, Plano de los lÍ­mites jurisdiccionales expresados en la carta fundacional de Bilbao.
Imagen secundaria 2 - Arriba, la bandera española se despliega en el balcón de la Casa Consistorial de Deusto el 1 de enero de 1925. En medio, Federico Moyúa, alcalde de la Villa de 1924 a 1930, y anteriormente en 1910 y 1911. aBAJO, Plano de los lÍ­mites jurisdiccionales expresados en la carta fundacional de Bilbao.

No era el momento de calentar más los ánimos, por lo que el alcalde de Bilbao recalca: «Cada cual cumplió con su deber y ejercitó su derecho». A renglón seguido, Moyúa expresa su voluntad de que los funcionarios de los municipios anexionados sean beneficiados en sus nuevos cometidos con jornadas de trabajo, sueldos, montepíos y otras 'regalías'. Poco tiempo después, Gaztañaga publica un pequeño libro 'Pueblos que mueren', en el que trata de reflejar las actuaciones contra la anexión. «La anteiglesia de Deusto ha tenido una vida próspera; es más, ha sido un pueblo rico. Y, sin embargo, se ha decretado su muerte», concluye el secretario, no sin cierta amargura.

Agricultura y Jai Alai

¿Qué piensa Marcos Orueta? El hasta entonces alcalde expresa su sentimiento con su ausencia. Ni una sola palabra sale de su boca. Nunca se sabrá realmente qué sentía en esos momentos porque es más bien escasa la documentación que existe sobre él. Y eso que es uno de los grandes protagonistas del proceso de anexión, que va a resultar fundamental para la expansión y el crecimiento de la Villa.

Lo poco que se sabe del exregidor es, fundamentalmente, por testimonios orales de sus descendientes. Al parecer, nunca más volvió a ocupar un cargo público y su pista se desvanece. Natural de Deusto, regenta junto a su hermano José Luis una de las grandes fincas hortofrutícolas del pueblo, un territorio «admirado por su gran belleza natural, por el cuidado de sus huertas y vega, por las preciosas casas que algunas familias bilbaínas iban construyendo», como escribe en uno de sus libros Ignacio Villota, la memoria viva de la anteiglesia.

Marcos Orueta vive en La Junquera con la deustuarra Concepción Arrese Echeverría, quien años después gestionará las pastelerías Arrese

La finca está en el paraje conocido como La Junquera que, como gran parte de los terrenos de la vega, forma parte de unas antiguas marismas, donde son habituales los juncos. De ahí probablemente su denominación. La familia defiende, incluso, que el topónimo se hace extensivo a la plantación y la vivienda. Diógenes Orueta, el impulsor de la propiedad, es un conocido ingeniero agrónomo de formación francesa, habitual de los concursos agropecuarios, donde sus productos obtienen galardones en disputa con los de su cuñado Juan Cruz de Eguileo, pionero de la nueva agricultura vizcaína.

La fama de Orueta no resulta gratuita. A él se debe en parte el éxito del partido inaugural del nuevo campo del Athletic. El jardinero, que llega a ostentar puestos de responsabilidad en el Ayuntamiento de Bilbao, acierta a plantar una hierba perfecta, apta para que el pelotón ruede sin problemas, «como una bola de billar sobre el mejor de los fieltros», describen las crónicas periodísticas. El terreno había sido sembrado con simiente inglesa, idéntica a la empleada para la confección de campas de críquet en las islas británicas. Puede decirse que gozaba de un piso y un drenaje perfectos.

La explotación se gana una merecida fama. En 1918 el diario 'ABC' dedica una página a describir sus bondades. «Cuenta el establecimiento con más de 12 hectáreas de terreno cultivado con grandes cantidades de frutales, forestales, arbustos de todas clases y multitud de rosales. Posee a la vez cuatro grandes invernaderos para el cultivo de las plantas de estufa. La dirección de los trabajos la llevan los hijos del fundador, don Marcos y don José Luis, quienes ponen al servicio del buen nombre y crédito del comercio toda su voluntad inspirada en la memoria de su bondadoso padre, que dejó a la horticultura una verdadera escuela de enseñanza con el cultivo moderno».

Marcos Orueta vive en La Junquera con la deustuarra Concepción Arrese Echeverría, quien años después gestionará las pastelerías Arrese con sus célebres trufas y pasteles de arroz. Un inesperado obstáculo surge en la vida de la pareja, que ya tiene cuatro hijos (Diógenes, Marcos, Pepa y Carmen). Los terrenos de la finca, y los de muchos otros vecinos, son expropiados por la Junta de Obras del Puerto de Bilbao para la ejecución del Proyecto de Desviación de la ría por la vega de Deusto (Reales Ordenes de 9 de julio de 1928 y 10 de octubre de 1929). El canal va a truncar sus sueños. El matrimonio decide buscar fortuna en Larache (Marruecos), adonde llega en 1929. Orueta, que además de ingeniero agrónomo es un paisajista reconocido, intenta poner en práctica sus conocimientos en una finca agrícola. Adquiere varios terrenos, entre otros uno denominado 'Deshs el Mers' de veinte hectáreas de extensión. En la ciudad portuaria se reúne con otros españoles de la colonia, entre los que se encuentran el general Emilo Mola, a la sazón comandante general en uno de los principales centros administrativos del Marruecos español.

Calles de Madrid y Sevilla

Por distintos avatares de la política española en Marruecos, donde se palpa la tensión de los militares africanistas, un nuevo revés sacude al matrimonio deustuarra. Otra vez se ven obligados a abandonar sus propiedades, reclamadas por el bajá de Larache. Orueta inicia una nueva andadura en Rabat, pero su esposa retorna a Bilbao con cinco hijos (Luis 'Poto' nace en la colonia española) al amparo de su familia. Pronto abandona la ciudad marroquí y se dirige a Tánger, donde se hace cargo de la dirección del frontón de la ciudad, construido en 1935. No solo organiza los espectáculos de pelota del Jai Alai tangerino, muy seguidos por ingleses e italianos, sino que además celebra importantes veladas de boxeo. Por esta intensa actividad es condecorado con la medalla del Directorio de Deportes del Empire Chefirien, denominación que usa el Protectorado francés entre 1912 y 1956 para un territorio con cuatro capitales imperiales: las ciudades de Fez, Marrakech, Meknes y Rabat.

Tal es el entusiasmo de Orueta por la pelota vasca, que se plantea la posibilidad de abrir un frontón en París, para lo que inicia trámites con las autoridades parisinas, pero el proyecto no cuaja. La celebración de festivales de cesta punta es habitual en Pau, Biarritz y San Juan De Luz, por lo que no parece una idea descabellada. En los años cuarenta, el deporte profesional de la pelota vasca está muy arraigado en seis capitales españolas, México, Estados Unidos, Brasil, Italia, Egipto e incluso Shanghái. Y mueve mucho dinero. Orueta no consigue su propósito.

No solo organiza los espectáculos de pelota del Jai Alai tangerino, muy seguidos por ingleses e italianos, sino que además celebra importantes veladas de boxeo

Salvo ligeras referencias a los eventos deportivos en la prensa tangerina –diario 'España' y semanario 'Cosmópolis'–, la presencia del exalcalde de Deusto en tierras marroquíes se desvanece. Al parecer, decide invertir todo su capital en una explotación agrícola junto a otro compatriota bilbaíno, pero la empresa tampoco sale adelante y acaba en la ruina. A mediados de los años 50, su hijo Marcos Orueta Arrese viaja a Marruecos y rescata a su padre. Arquitecto, promotor inmobiliario, empresario y cónsul de la República Dominicana, el hijo del exregidor hace su vida a caballo entre Sevilla y Madrid, donde dirige múltiples negocios.

En la capital de España construye varios bloques de casas como respuesta a la masiva llegada de inmigrantes. En una de estas viviendas del polígono Virgen de Begoña instala a su progenitor. Además, bautiza con su nombre la calle donde va a residir hasta su muerte, en 1964. En Sevilla, dedica otra vía a homenajear a su padre.

El exalcalde deustuarra es un abuelo más de los que habitan en el barrio, cariñoso y afable para sus nietos, ajenos a su historia. Alejado de los negocios y la política, dedica parte de su tiempo a escribir. De vez en cuando colabora con 'Vida Vasca', una revista gráfica de variedades que se edita en Bilbao. Incluso queda finalista del Premio Antonio Alarcón de 1957, al que se presenta con el lema 'Fonts vitae, fons mortis' que preside el monumento a Ramón y Cajal en el madrileño parque de El Retiro. Jamás volvió a pisar Bilbao y mucho menos Deusto, su verdadera pasión y al que entregó gran parte de su energía. Y en la antigua anteiglesia nadie sabe sobre él.

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