Un crimen por una caricia y otros sucesos del viejo Bilbao

Un muerto y dos heridos por una caricia. Sobre las nueve menos cuarto de la noche del domingo, se desarrolló un sangriento suceso frente a la casa número 10 de la calle de San Francisco. Según informes oficiales y particulares, dos individuos amigos, que habían salido de una taberna de dicha calle, se encontraron a su paso con un individuo andaluz, zapatero, al que ya habían gastado alguna broma en la misma taberna y que, por cierto, no fue muy de su agrado. Parece que uno de los amigos, al volver a ver al zapatero, le repitió dicha broma, consistente en tocarle la cara como haciéndole una caricia. El zapatero dirigió un insulto al bromista, siendo este el punto de partida de una serie de mutuos insultos que acabaron sangrientamente, pues el zapatero, empalmando una cuchilla de su oficio, parece dijo: «¡Ni a uno ni a dos os tengo miedo!». Y arremetió contra los dos adversarios con tal violencia que, a pesar de que estos, con alguna llave u otro objeto pesado, se defendieron, cayeron al suelo gravísimamente heridos (...). Llevaron a los tres heridos a la Casa de Socorro, siendo curados por el médico de guardia. Vicente Trujillo y Gallástegui, de 30 años, casado, de oficio moldeador, natural de Bilbao y vecino de la calle de la Concepción, 12, falleció pocas horas después, a consecuencia de sus heridas (...).

Cara ratería en Baracaldo. El domingo último, sobre las cinco de la tarde, la dueña de una huerta del barrio de San Vicente sorprendió a tres jóvenes sustrayendo fruta. Dichos jóvenes, al verse sorprendidos, escaparon, y dos de ellos, para no ser detenidos, se arrojaron al río Cadagua, pereciendo uno ahogado por no saber nadar. El otro logró escapar a nado por la otra orilla. El que no quiso echarse al río fue detenido, diciendo que se llamaba Santos García, de 15 años de edad. Dijo también que los otros dos se llamaban Francisco Araceta, de 16 años, y Emilio Ibáñez, de 17, todos ellos amigos y vecinos de Sestao. Detenido el Francisco Araceta, se supo que el ahogado era Emilio Ibáñez, el mayor de los tres.

Salvamento de tres niñas. En La Peña se encontraban acumulando leña para hacer fogatas las niñas de diez, once y doce años, respectivamente, Elena Álvarez, Obdulia Sánchez y Rosario Iturri. Las tres cayeron al agua y a punto estaban de perecer ahogadas cuando acertó a pasar por allí el jardinero municipal Enrique Carbonell, que con gran sentimiento humanitario se despojó de sus ropas arrojándose al Nervión para procurar el salvamento de las niñas. A los pocos segundos lograba dar con dos de ellas, entregándoselas a su amigo Ambrosio Villa, quien también se había arrojado al agua detrás de Enrique. Salvadas las dos primeras niñas, Enrique se sumergió repetidas veces, haciendo exploraciones, pues la tercera había desaparecido en el agua. Cuando, al fin, logró dar con ella y extraerla a la superficie, se habían ya declarado los primeros síntomas de asfixia. Entre los dos valerosos compañeros le administraron los primeros remedios que el buen sentido aconseja y, gracias a ello, consiguieron reanimar a la infortunada criaturita.

Atropello y huida. El día 6 del actual se reunieron en Bilbao cuatro amigos, quienes acordaron pasar un día de juerga, y al efecto montaron en un automóvil propiedad del S. Fernández, saliendo por la carretera de Santander; su primera parada la hicieron en un chacolí de Castrejana y después siguieron su marcha a toda velocidad. En el populoso barrio de La Cuadra atropellaron al niño de tres años Emilio Irigoyen Arias y, sin preocuparse lo más mínimo de la criatura, siguieron su veloz carrera. Una sardinera que se interpuso, haciendo señas para que se detuvieran, estuvo a punto de ser también atropellada. El peón caminero que se hallaba en el kilómetro 14 no pudo ver el número del coche, pero sí se fijó en sus ocupantes, uno de los cuales marchaba en mangas de camisa, y se fijó también en el color del auto. Al saber lo ocurrido con el niño y la sardinera, se trasladó en su bicicleta a Sodupe, avisó a la Guardia Civil y esta fuerza, secundando órdenes de su comandante de puesto, se puso en movimiento. El niño atropellado fue recogido por su anciana abuelita y en otro automóvil fue conducido a Basurto, ingresando en el hospital; el dueño del auto que lo condujo pagó a la abuela de la criatura y a otra mujer el billete para que volviesen a su domicilio. El nombre del caritativo caballero se desconoce (...). Con no pocos rodeos y pesquisas, la indicada fuerza logró su objeto, poniendo a disposición del juzgado el día 8 a los juerguistas del día 6.

Se fuga la señora de un comerciante con gran cantidad de dinero y alhajas. Ha llegado a nuestro conocimiento la fuga de la señora del dueño de un acreditado establecimiento de esta villa, llevándose gran cantidad de dinero, y, teniendo dicho comerciante que hacer fuertes pagos, recurre al público en general para que se aprovechen de la asombrosa liquidación que les ofrece. Trajes de estambre desde 120 y 140 pesetas y lo mejor que existe en pañería 150. Advierto al público que, como estos precios son increíbles, dada la clase y confección, solo liquidaré 200 trajes, única cantidad de dinero que necesito; por lo tanto, acudan cuanto antes a encargarse el traje, pues, llegada a la cifra de trajes que liquido, no podré vender más trajes a esos precios (...). Acudid a la Sastrería La Neutral. Hurtado de Amézaga, 11, tienda. Teléfono 1.051.

A la cárcel. Un sujeto apellidado Febrero, pero más fresco que su apellido, fue detenido en una campa de Lasesarre en compañía de varias niñas, cometiendo actos penados en el Código. Ingresó en la cárcel, a disposición del juzgado.

Pudo ocurrir una catástrofe. Estas mismas palabras se leen en el parte oficial que ayer se facilitó a la Prensa en las oficinas de la guardia municipal. El hecho es el siguiente. El muchacho de 11 años Bernabé Martínez, con domicilio en la calle Fernández del Campo, marchó con otros a los muelles de Uribitarte y se dedicaba a coger coco, del procedente de los desembarcos con destino a usos industriales. Ese mismo muchacho tuvo la mala ocurrencia de cambiar una de las agujas de la vía del ferrocarril de Portugalete, precisamente cuando le faltaban pocos metros para llegar a ella a un tren de viajeros que venía a Bilbao. Pero el guarda Tomás Alonso, que se dio cuenta de la travesura del chiquillo, corrió presuroso, volvió la aguja a su sitio y, apenas realizada la operación, el tren de viajeros entró en su vía normal, siguiendo sin novedad hasta la estación. De no haberse enterado dicho guarda, el tren hubiera entrado en una vía muerta, en donde se hallan parados varios ramales de vagones-tanques y aljibes, mesillas y plataformas en bastante número, con los que el tren hubiera chocado, y solo Dios sabe las consecuencias del choque. El chiquillo autor del desaguisado ni se dio cuenta de lo que había hecho, pero, después de pasar el tren, el guarda lo trincó por el cuello y lo entregó a un municipal.

A la Alcaldía han sido denunciados: tres jóvenes de buen humor, por untar de barro las puertas de algunas casas, así como los llamadores y timbres; los dueños de cinco perros, por tolerar que los animalitos penetraran en los jardines públicos, averiando las plantas y las flores; un chófer, por no llevar en el auto el aparato silencioso.

De mi 'buzón'. «Por la milésima vez tenemos que quejarnos los vecinos de la Autonomía del absoluto olvido en que se encuentra esta calle. Ni se riega, ni se barre, ni hay quien se fije en lo molesto que resulta transitar por ella. ¿Es del Ayuntamiento? ¿Es de la Provincia? ¿Es del Estado? Sea de quien sea, pedimos un poco de atención: pedimos que se evite la vergüenza de que una de las entradas de Bilbao presente el lamentable aspecto que presenta, con sus fangales, o sus nidos de polvo, según llueva o esté seco; con sus inmundos barracones y con sus depósitos de chatarra al aire libre» (firmado: Un vecino).

Concurso. En la iglesia parroquial de Santa María de Güeñes se ponen a la venta dos altares de estilo Churriguero y otros varios objetos antiguos. Con este motivo, se abre un concurso hasta el 10 de junio próximo, para que aquellos a quienes interese puedan presentar sus propuestas, bajo sobre cerrado, al señor cura párroco, quien se reservará el derecho de aceptar la propuesta más ventajosa o el de desecharlas todas si ninguna le pareciese conveniente.

Dos obreros electrocutados y tres heridos. En la fundición que en Durango tienen establecida los señores Ortiz de Zárate ocurrió el sábado por la noche una horrible desgracia. Según informes, a consecuencia de un contacto de cables, cinco obreros que se hallaban junto a un poste sufrieron terrible descarga eléctrica. Todos ellos cayeron al suelo, desmayados. Cuando se acudió en su auxilio, se vio, con gran pena, que dos estaban carbonizados (...). Uno de ellos era el anciano de 60 años Elías Barrenechea, casado y con hijos. El otro era el joven Ignacio Alberdi, de 23 años, soltero.

¡Los hay caballerías! Un carretero dio ayer mañana un espectáculo de incultura en plena calle de la Estación. Con un palo, llegó hasta a fatigarse de dar golpes a las pobres caballerías que, a pesar de tan duro castigo, no podían con el carro. Algunos transeúntes se indignaron y un municipal hizo saber al carretero que quedaba puesto a disposición del juzgado.

Niña con quemaduras. Anoche ingresó en el hospital civil una niña de cuatro años llamada María Gómez Olano. Según informes, dicha niña se subió sobre una mesa en la cocina de su casa (Artecalle, 40), para coger de un aparador un paquete, y cayó sobre el fogón, ardiéndole las ropas.

Un suicidio en Sopelana. En el punto denominado Peña Negra de esta localidad ha sido hallado el cadáver de un señor bien vestido, que fue recogido por el juzgado y trasladado al depósito. Parece que el cadáver presentaba tres lesiones de arma de fuego en la cabeza, creyéndose que se trata de un suicidio. Acerca de este hecho, se dice que el muerto era don P.J., cajero de una importante casa de Bilbao y habitante en Belosticalle. Con respecto a los móviles que le impulsaron a poner fin a su vida, se cuenta el hecho siguiente. Dicho señor don P.J. llevaba muchos años de cajero en la referida casa y, en el mes de mayo, confió una partida de recibos para cobrar a un ordenanza de la misma, el cual hizo efectivos los recibos, que importaban, al parecer, de 8 a 10.000 pesetas. Ese ordenanza, en aquellos días, pidió permiso para disfrutar de vacación, que le fue concedido, y lo que hizo fue aprovechar esos días para sacarse un pasaje con rumbo a una de las repúblicas sud-americanas, embarcar y llevarse el importe de los recibos cobrados (...). La honorabilidad del señor J. empezó a proporcionarle pensamientos tristes, que bien pudieran ser el creer que los jefes de la casa creyeran que estuvo en combinación con el ordenanza fugitivo (...).

¡Vaya con Miguelito! Por fumar en el Olimpia fue sacado a la calle por un guardia de Seguridad un joven llamado Miguel. Al salir a la calle, dijo al guardia: «¡Le juro, a fe de Miguelito, que se acordará usted de mí, porque papá es delegado de Hacienda y sufrirá usted las consecuencias!». A pesar de la amenaza, Miguelito fue llevado a la comisaría, quedando a disposición del gobernador.

Por presumir de buen nadador. Junto a la casa que en el barrio de Retuerto habita el joven de 15 años José María Estévanez Royo pasa el río Regato, y esta circunstancia es aprovechada por dicho joven, que, como buen nadador, desde una de las ventanas de su domicilio da un enorme salto y se zambulle de cabeza en el agua para darse el baño diario. Este ejercicio es el asombro de los vecinos, que admiran tales proezas del joven nadador. Ayer, por dos veces realizó el arriesgado ejercicio, pero la última vez debió caer de mala forma, por cuanto la única espectadora (una anciana que cerca de allí lavaba sus ropas) no vio salir a flote como la vez anterior al muchacho y, creyendo, no sin fundamento, que algo anormal le ocurría, pidió socorro a grandes voces, acudiendo el municipal Simón Orueta, que, al enterarse de lo que pasaba, se arrojó vestido y calzado al río, exponiendo su vida. El señor Orueta estaba franco de servicio. Largo rato estuvo buceando el hombre hasta que dio con el joven José María Estévanez, logrando sujetarle y sacarle a la orilla medio asfixiado. Allí le auxilió, a su manera, hasta dejarlo en estado de poder andar, acompañándole entonces a su casa.

Aparecieron los dos niños. Con no poca satisfacción de sus familias se ha sabido ya el paradero de los niños Elías González y Valentín Fernández, desaparecidos hace tres días de los respectivos domicilios paternos, en Baracaldo. Parece que desde Lequeitio se ha telegrafiado a esta anteiglesia, diciendo que los dos niños se hallan en casa de los abuelos de uno de ellos. Manifestaron que, en lugar de ir a la escuela de los PP. Salesianos, en donde reciben instrucción, fueron a coger grillos; pero, como se les hizo tarde, determinaron no volver a sus casas y marchar a Lequeitio, como lo hicieron, a pie.

El ordenanza que se fugó. Se han recibido noticias dando cuenta de que las autoridades mejicanas han llevado a cabo la detención del ordenanza Juan Quintana, que en el mes de mayo pasado se fugó de Bilbao en compañía de unas 8 o 10.000 pesetas, que cobró de recibos que el cajero de la casa de los señores Pradera, en que prestaba sus servicios, le confió para el cobro. Uno de estos días desembarcará en Santander y será traído a Bilbao.