Condenado por el primer jurado bilbaíno con mujeres
Mariano, obrero en la presa de Ordunte, fue juzgado en la capital vizcaína por el intento de violación y el asesinato de una molinera que lavaba en un arroyo
La institución del jurado ha tenido en España una historia accidentada e intermitente. La Segunda República lo recuperó en 1931, después de que la dictadura ... de Primo de Rivera lo hubiese suprimido en 1923, e incorporó además una novedad importante: para algunos delitos (aquellos con un «móvil pasional» vinculado «al amor, los celos, la fidelidad o cualquier otro aspecto de las relaciones sexuales»), el tribunal popular estaría compuesto en igual proporción por hombres y mujeres. Más allá de constituir un paso hacia la igualdad, la medida perseguía –según especificaba el decreto que la planteaba– juzgar sin sesgos al «hombre que, fundado en la intolerancia inconsciente de los llamados crímenes pasionales, convierte la navaja o la pistola en auxiliares vulgares y groseros de su deseo, disfrazado de amor, para saciar caprichos y crueldades sobre la vida de la mujer».
Publicidad
Estos jurados mixtos –la expresión resultaba confusa en la época, porque servía también para denominar a los órganos de negociación entre patronos y obreros– debutaron en Madrid en noviembre de 1931, con una condena para un sujeto que había asesinado a su pareja de catorce cuchilladas. En Zaragoza, en cambio, se desencadenó cierta polémica cuando el primer tribunal con mujeres absolvió, en mayo de 1932, a un hombre que había intentado matar a su esposa. Y en Gipuzkoa, donde hubo que esperar a febrero de 1934, se suspendió aquella vista pionera por incomparecencia de las componentes del jurado. En Bilbao, los diarios no dieron mucha importancia al primer caso juzgado por hombres y mujeres, en marzo de 1933: «Actuó por vez primera el jurado popular mixto», se limitó a señalar 'El Liberal'. Les tocó en suerte un crimen particularmente brutal y escabroso.
El 4 de abril de 1932, en un paraje retirado del Valle de Mena situado en las inmediaciones de Hornes y Burceña, apareció el cadáver de una mujer junto al cauce de un arroyo. Se trataba de la molinera Juana López, una «anciana de 63 años», según la presentó la prensa, que residía en la zona. Cerca de ella había una cesta de ropa recién lavada. Los vecinos, y más tarde la Policía, se dieron cuenta de inmediato de que la pobre mujer había sido asesinada, porque el cuerpo presentaba evidentes signos de violencia. Una mujer recordó que había visto a Juana «con un individuo, junto al arroyo, en actitud que ella supuso no era edificante», según recogió 'El Noticiero Bilbaíno'. Es más, la testigo se escandalizó ante el cariz sexual de la escena «y les dirigió ciertas frases que ponían de relieve que para ella no había pasado desapercibido lo que veía». El desconocido, indicó, era un joven con aspecto de trabajador.
Valle de Mena, 1932
La incorporación de las mujeres a los jurados populares suscitó encendidas críticas. Un catedrático madrileño, por ejemplo, las veía capaces de «sentir los problemas», pero no tanto de aplicar «la razón serena capaz de entender», además de recordar los «desentonos del humor coincidentes con cierto periodo de su régimen fisiológico».
Los guardias civiles de Villasana acudieron a la barriada en la que se alojaban los obreros que construían la presa de Ordunte y no tardaron en dar con Mariano Pascual, de 27 años y natural de la localidad burgalesa de Hoyales. Mariano era un tipo de complexión fuerte al que apodaban Primo Carnera, como el campeón italiano de boxeo, aunque también cargaba con el mote de Panzamorena. Entre sus posesiones localizaron una lata de chorizos y un traje que habían sido robados en establecimientos de la comarca. Y sus antecedentes eran numerosos: en 1925 había sido condenado a dos años y cuatro meses por tentativa de violación; en 1930, a un año por robo; en 1931, a dos meses por hurtar una hogaza, y también había sido procesado por otras acciones, como la sustracción de un burro.
Publicidad
Noción de hombre
Los guardias llevaron al detenido a la cárcel de Villasana. Los vecinos, indignados, se fueron concentrando en la plaza: «Exacerbándose los ánimos cada vez más, empezaron las actitudes violentas, tratando de asaltar la prisión para 'lyncharle'», explicaba 'El Noticiero'. La turba exaltada llegó al extremo de cortar los cables de teléfono, para impedir que el teniente del puesto se comunicase con el gobernador de Burgos. Desde Bizkaia se enviaron efectivos de la Guardia Civil, que trasladaron a Mariano a la cárcel de Balmaseda. La víctima, especificaba el periódico, era «muy estimada por sus convecinos». Según aquel primer relato, Juana había rechazado las «proposiciones vergonzosas» del desconocido y este había reaccionado con violencia desbordada: «Perdida su noción de hombre, se despertaron los instintos de fiera».
La versión de los hechos que expuso el fiscal se ajustaba a esa primera hipótesis. «Intentó violarla y, al no conseguirlo por la resistencia de aquella, la agredió con una piedra, dándole numerosos golpes en distintas partes del cuerpo, arrastrándola, ya en periodo agónico, al cauce del molino, donde falleció», detallaba, como base para su acusación de homicidio y tentativa de violación. La defensa, en cambio, pidió la absolución con el argumento de que «un hombre normal no es capaz de cometer delitos tan repugnantes». El jurado mixto lo declaró culpable y fue condenado a diecisiete años y cuatro meses de prisión.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión