Tiempo de historias
Los cinco días que pasó John Adams en BilbaoUna visita imprevista a España trajo a la villa en enero de 1780 al que acabaría siendo primer vicepresidente y segundo presidente de los Estados Unidos
La Providencia me ha favorecido con una visita muy inesperada a España», escribió John Adams (1735-1836) en una carta dirigida a James Lovell, el ... 16 de diciembre de 1779, desde A Coruña. El que acabaría siendo primer vicepresidente y segundo presidente de los Estados Unidos, pero entonces era 'solo' uno de los firmantes de la declaración de independencia de aquel país naciente y su representante en Europa, había arribado de emergencia a Galicia. Aún no lo sabía, pero un mes después iba a pasar unos días en Bilbao.
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Adams había emprendido el que iba a ser su segundo viaje a Europa cuando su barco, que se dirigía a Francia, tuvo que desviarse a Galicia porque tenía una preocupante vía de agua. «El Capitán del Sensible, encontrando peligrosa la fuga en el barco, estaba decidido a entrar en el primer puerto» a su alcance, que resultó ser Ferrol.
El estadista tenía que llegar a París lo antes posible. Las autoridades españolas le aconsejaron hacerlo por tierra. Según escribió a su mujer, Abigail, «debemos ir en mulas, porque no hay caballos. Debo conseguir algún tipo de carruaje para los niños, si es posible». Porque el político viajaba con dos de sus seis hijos, John Quincy –que también acabaría siendo presidente de EE UU, el sexto– y Charles, de 12 y 9 años.
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La idea inicial era pasar por Madrid, pero a la altura de Astorga, en lo que le parecía un viaje infernal por la mala calidad de los alojamientos y el deficiente estado de los caminos, resolvió atravesar León, Castilla, Álava, Bizkaia y Gipuzkoa hasta la frontera, parando en Bilbao. Era un invierno muy duro y toda la expedición acabó acatarrada. A Adams le exasperaba que ninguna de las posadas en las que se alojaban tenía chimenea.
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Los viajeros entraron en Bizkaia por Orduña el 14 de enero de 1780, según recogió el político en su diario. El descenso del puerto le pareció «una gran curiosidad» y las montañas un entorno espectacular y algo intimidante, comparables a las de Suiza. «Hay un valle fértil y bien cultivado a los pies de estas montañas, en el centro del cual está el pueblo de Orduña», escribió. Hubo que pernoctar en Luiaondo. Allí, de nuevo el alojamiento era espantoso: «Nos decepcionó y encontramos la casa tan sucia e incomoda como casi cualquiera que habíamos visto» hasta entonces.
En la posada de San Nicolás
Adams y sus acompañantes llegaron a Bilbao el sábado 15 de enero. «La ciudad está rodeada de montañas», escribió en su diario. «La taberna donde estamos es tolerable, situada entre una iglesia y un monasterio». Era la posada de San Nicolás, junto al templo de este nombre. «Poco después de nuestra llegada nos visitaron el capitán Babson y el capitán Lovatt», ambos al mando de barcos amarrados frente a Portugalete y preparándose para zarpar hacia América. «Dimos un paseo por el río, que es bastante agradable. Mientras, vinieron a visitarme el Sr. Gardoqui y su hijo».
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Se trataba de Diego María de Gardoqui (1735-1798), uno de los comerciantes más poderosos de la villa. Según el historiador Imanol Villa, «su empresa no solo era la principal proveedora de la Marina española», además, se encargaba «de hacer efectiva la secreta y nada despreciable ayuda que la Corona española ofreció a los rebeldes de las colonias norteamericanas».
Había mucha prisa por salir hacia París, pero el político estadounidense quiso conocer todo lo que pudo de la «república de Bizkaia» y su sistema de gobierno, al que dedicaría parte de su 'Defence of the Constitutions of Government of the United States of America', publicado en 1787-1788. Allí incluyó a Bizkaia entre las repúblicas democráticas –entre otras, junto a San Marino y Suiza–, no sin criticar que el poder en el Señorío estaba al alcance solo de una oligarquía reducida.
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Bizkaia es como Connecticut
«Al cabalgar por este pequeño territorio, uno se imagina que está en Connecticut; en lugar de miserables chozas, construidas de barro y cubiertas de paja, se ve el país lleno de grandes y cómodas casas y graneros de agricultores; las tierras bien cultivadas; y una rica y feliz burguesía», escribió Adams de Bizkaia.
De la mano de los Gardoqui, Adams visitó las iglesias de Santiago y de San Antón, así como el Consulado, «una institución curiosa», sobre cuyo funcionamiento se interesó. El revolucionario estadounidense no se limitó a hacer turismo: «Hablé con el Sr. Gardoqui en favor de quince prisioneros americanos escapados de Portugal, y consintió en proporcionarles ropa por valor de seis dolares por hombre».
Una de las cosas que más le llamó la atención de Bilbao fue el mercado, que apreció abundante «de frutas y verduras, coles, nabos, zanahorias, remolachas, cebollas, manzanas, peras y Pasas, higos, nueces, etc.». También observó las numerosas tiendas, «grandes y llenas»: había «cristalerías, tiendas de porcelana, tiendas de baratijas, jugueterías y cuchillerías», aunque ninguna le pareció «nada del otro mundo».
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El 19 de enero bajó por la ría hasta los barcos de Lovatt y Babson, en los que fue recibido con salvas de cañón. «Cenamos en la taberna en tierra y pasamos un día agradable». Adams y sus hijos salieron para Francia al día siguiente. Ya desde Baiona, escribió a Gardoqui: «Llegamos a salvo y con mejor salud que cuando nos despedimos de ustedes. Después de 8 ó 9 leguas de mal camino, encontramos los caminos excelentes, y el alojamiento en las tabernas de todo el camino muy confortable. Les aseguro que descubrimos dos o tres buenas chimeneas, además de la que nos mencionaron, lo que contribuyó no poco a nuestra salud y comodidad».
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