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Grabado de un fortín o blocao similar al de Landa, del que no quedan restos reconocibles.

Un castillo napoleónico en Landa

Tiempo de historias ·

Los franceses no construyeron edificios nobles durante su estancia de seis años en Álava, más bien los destruyeron, pero dejaron una pequeña muestra de fortificación para defenderse de la guerrilla

Martes, 8 de octubre 2019, 00:38

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El nombre del puerto de Arlabán está escrito a sangre y fuego en la historia de Álava por la gran cantidad de soldados que han perdido la vida en sus laderas. No en una, ni dos, ni tres sino en cuatro guerras diferentes durante siglo y medio. Pocos vestigios quedan de los duros enfrentamientos contra los franceses entre 1808 y 1813, durante la primera guerra carlista entre 1833-1840, durante la segunda (1872-1877), y en la Guerra Civil (1936-1939). Algunos búnkeres maltrechos, huecos de viejas trincheras, un vía crucis carlista que recuerda una derrota y un altar de piedra amputado de una cruz con nombres de caídos, de un solo lado todo hay que decirlo, en el monte Isuskitza son huellas evidentes que aún perviven.

Pero hoy vamos a sacar a colación unos vestigios poco visibles pero muy significativos, aunque no tengan ni una sola señal informativa ni apenas literatura.

Se trata de un viejo blocao francés que estuvo levantado en Landa, muy cerca del poblado de Santiagolarra y del paseo perimetral que da la vuelta al embalse de Ullíbarri-Gamboa. Un bosque cerrado de zarzas, pinos y robles hace muy difícil siquiera imaginarse lo que allí se construyó, pero los nativos siempre llamaron 'el castillo' a la finca y sobre el terreno se ve una superficie plana bordeada por un cuadrilátero protegido por terraplenes. Incluso, vestigios de los antiguos desagües. Muy cerca de allí, a menos de cien metros se prolongaba la carretera que iba en dirección al puerto de Arlabán, porque el cometido de la fortificación era vigilarla y dar seguridad a los que la usaban. Estos días de septiembre, con la bajada de nivel puede verse la vieja carretera, el antiguo camino real con sus losas y las ruinas de la venta de Ventaberri.. Sería bueno que alguien colocara junto al paseo perimetral una placa informativa de estos elementos patrimoniales tan importantes en la historia alavesa.

Esta fortificación formó parte de una línea de seguridad que los franceses plantearon ante el acoso de los guerrilleros a sus convoyes. El primero de los ataques que forzó la obra se produjo el 10 de agosto de 1810. Los guerrilleros Longa y Salcedo sorprendieron una importante caravana llena de prisioneros junto a la posada de Ventabarri, punto que se consideraba el comienzo del puerto. Los 2.500 presos hechos en la batalla de Ocaña (noviembre de 1809), que caminaban hacia Francia fueron liberados.

La preocupación de las autoridades francesas por este golpe de efecto fue patente cuando decidieron levantar un fortin en el alto de puerto, junto a la aduana, situada sobre sobre la brusca vertiente del valle de Salinas con cabida para 310 soldados y trtes piezas de artillería para impedir el acercamiento de los guerrilleros españoles.

Según cuenta Vicente González de Echávarri en su obra 'Alaveses Ilustres', tomo IV (Vitoria 1902) en los primeros días del año 1811 se construyó un blocao, a la izquierda y frente por frente de Ventabarri, «en una eminencia que forma parte hoy de la posesión que allí tiene don Manuel Sarralde. Aún se ven -1902- los restos de este castillete y el ancho foso que lo circundaba».

Las guarniciones de ambos puestos mantenían contacto diariamente a fin de proteger del acoso de las guerrillas el camino de Francia en esta muga entre Álava y Gipuzkoa. Ambos fueron destruidos en sendos ataques por los guerrilleros y reconstruidos por los franceses. A pesar de tanta precaución, los franceses sufrieron en estos hermosos parajes dos de las mayores derrotas hechas por la guerrilla vasco-navarra, que aquí actuó como un solo hombre. Arlabán era el lugar perfecto para una emboscada. Una leve cuesta de dos kilómetros en medio de un frondoso robledal.

A bayoneta calada

Tras la información obtenida por Fernández de Leceta 'Dos pelos', el más importante de los guerrilleros alaveses, sobre el paso de un gran convoy en el que iba el general Massena, Espoz y Mina puso en marcha una táctica infalible. Cerca de 3.000 guerrilleros alaveses y navarros (4.500 según otras fuentes) ocultos entre la maleza y los robles de ambos lados del camino real, esperaron desde las 4 de la madrugada a las 8 horas del 25 de mayo de 1811 -¡cuatro horas sin mover una ceja!- a recibir la orden de ataque. Cuando la parte central del convoy, compuesto por 150 carruajes, 1050 prisioneros y una escolta de 1.600 soldados franceses, se encontraba en medio de la leve ascensión, sonó el disparo de aviso. Una sola descarga cerrada de fusilería y ataque a la bayoneta calada. La sorpresa de los militares napoleónicos, a pesar de su veteranía, fue mayúscula. Siete horas después de un combate feroz, la mayor hazaña de la guerrilla hasta el momento, acabó convertida en una leyenda que, gracias a los prisioneros ingleses, dio la vuelta al mundo. A pesar de toda la vigilancia sobre el terreno de los gabachos los emboscados no cometieron ningún error.

Sobre el camino y bajo los robles quedaron los 150 carruajes y 240 cadáveres de las tropas invasoras. Otros 160 fueron hechos prisioneros y conducidos hacia Zalduondo, el lugar donde los cuatro batallones navarros y uno alavés descansaron. Muchos de los presos -algunos murieron en la refriega junto a mujeres y niños que iban en el convoy- se unieron a los atacantes. Massena, objetivo principal de Espoz y Mina, había retrasado su salida de Vitoria y no se encontraba en la caravana.

A pesar del enfado francés y de que las medidas de seguridad se multiplicaron aún hubo otra emboscada. Se produjo el 9 de abril de 1812. De nuevo es 'Dos pelos' el que recibe una confidencia de su compañero Fermín Salcedo. Un importante convoy ha salido de Burgos en dirección a Francia. Lo custodian 2.500 soldados y van 400 prisioneros. Entre los viajeros marcha el secretario del rey José I, general Deslandes. 'Dos pelos' da aviso de nuevo a Mina que rápidamente desde Los Arcos se dirigió hacia Arlabán. En un solo día los guerrilleros caminaron 17 leguas, más de 80 kilómetros, una verdadera proeza, mayor que el de la primera emboscada.

En esta ocasión el ataque se produjo en la cumbre de Arlabán y en la bajada norte hacia Escoriaza. A la cabeza de este nuevo convoy iban en esta ocasión 300 granaderos de la Guardia Imperial y un batallón de jinetes polacos. Después marchaba el grupo de prisioneros seguido de los carruajes. Cerraba la escolta otro pelotón de polacos y la escolta.

El asalto guerrillero comenzó a las 8 de la mañana. De nuevo, el desastre francés fue total, aunque los guerrilleros no pudieron abarcar toda la columna por su extensión. Esta vez el fortín situado en el alto del puerto permitió un refugio a los sorprendidos soldados franceses. Las bajas de la guerrilla no pasaron de 30 muertos, mientras que las tropas imperiales dejaron más de 600 fallecidos y heridos y 170 prisioneros. El éxito fue rotundo. El secretario del rey José murió de un sablazo, se cogieron dos banderas, ocho tambores, la caja del regimiento polaco, varias cartas del rey a Napoleón, cantidad de joyas. Las que se llevaba encima Deslandes estaban valoradas en 800.000 francos. Fueron encomendadas a 'Dos pelos' y desaparecieron misteriosamente. En una de las misivas capturadas, el rey José pedía a su hermano que lo sacase de España. No podía más.

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