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Telefonistas en Madrid en 1886. La Ilustración Española y Americana/Biblioteca Nacional
Cuando en Bilbao solo había doscientos teléfonos

Cuando en Bilbao solo había doscientos teléfonos

Tiempo de historias ·

En 1888, con el servicio en plena implantación, el listín ocupaba menos de media página de periódico: en el número 41 estaba Doña Casilda y el 112 correspondía al taller de ebanistería de Juan de Elorza

CARLOS BENITO

Jueves, 26 de septiembre 2019, 00:48

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El listín telefónico es uno de esos objetos que algún día habrá que explicarles a los nietos o incluso a los hijos. A lo mejor hoy mismo, porque a los más jóvenes ya les hará falta una aclaración para entender de qué antigualla estamos hablando: la acción combinada de internet y los móviles ha quitado el sentido a esos gruesos volúmenes en papel que contienen los números fijos de los abonados de toda una provincia. En sus orígenes, estos listados de cifras y nombres eran mucho más modestos, como correspondía a un servicio que acababa de nacer, y se publicaban directamente en los periódicos. La hemeroteca permite comprobar la evolución de la red bilbaína y curiosear entre los nombres de aquellos pioneros que pudieron permitirse la nueva tecnología.

Las primeras concesiones de explotación telefónica en Bizkaia datan de 1882 y 1884, según recoge en su tesis doctoral el investigador Jaime Gutiérrez Alonso. El despegue definitivo, no obstante, se produjo algunos años más tarde. En junio de 1887, el diario 'El Noticiero Bilbaíno' anunciaba a sus lectores su incorporación a la red, con la alegría de quien habla desde el futuro: «Ya ayer quedó terminada y corriente la instalación en nuestra redacción y desde ella tuvimos el gusto de saludar al Sr. D. Emilio Campuzano, concesionario de este servicio en Bilbao, quien desde la estación central nos dijo, al saludarle nosotros, que nuestra instalación está designada con el número 8». En julio, el periódico informaba sobre la posibilidad de contactar desde Bilbao con el servicio de Portugalete y Desierto. Y, un mes más tarde, difundía el proyecto de construir una torre telefónica de 21 metros en El Arenal, para la que el Ayuntamiento negó finalmente el permiso, y también daba cuenta de las dos modalidades de servicio telefónico que planteaba la compañía concesionaria: el doméstico, al precio de cien pesetas anuales, y el de tiendas, a 150.

La sección de información telefónica del diario empezó a crecer a un ritmo llamativo. En febrero de 1888, aparecían en ella un centenar de abonados bilbaínos. En mayo, rondaban ya los 200, y en julio la cifra había ascendido a 250. La guía ocupaba un par de columnas y compartía página con anuncios de esos que, contemplados desde nuestro presente, aportan 'color de época': la línea de vapores entre Santander y Cuba, la 'sonnámbula' madame Guissol («no confundirla con las llamadas adivinadoras»), el jarabe balsámico anticatarral de Orive («con brea de Noruega, trementina de Venecia y bálsamo de Tolú») y las nodrizas que se ofrecían para amamantar niños ajenos («casada, de 21 años de edad y de mes y medio de parida»).

El Gran Bazar de los Estados Unidos

Aquel listín (y aquí sí que parece ideal el diminutivo) se puede entender como un peculiar 'quién es quién' de la oligarquía y la clase comercial de la época, con apellidos que remiten a menudo al callejero del Bilbao contemporáneo. El teléfono número 1 pertenecía al ya citado Emilio Campuzano, el responsable de la red telefónica, y en el 41 se podía contactar con el domicilio bilbaíno de doña Casilda Iturrizar (que también había contratado un teléfono para su propiedad de Portugalete). El Ayuntamiento acaparaba varias líneas: el 11 era la contaduría; el 13, la secretaría; el 28, el alcalde... Entre los abonados destacaban las empresas mineras y navieras, pero también aparecían negocios más modestos como el restaurante La Prusiana (de los primeros en sumarse, con el número 29), la confitería El Buen Gusto (el 114), el establecimiento de paragüería, lotería y cambio de moneda de Pedro Muñoz (el 138) o el Gran Bazar de los Estados Unidos J. Soupene (el 178). El 112, por cierto, correspondía al taller de ebanistería de Juan de Elorza.

Llama la atención la abundancia de redacciones de periódicos en una ciudad que acababa de superar los 50.000 habitantes. Además del 'Noticiero', ahí estaban 'El Norte' (número 9), 'El Porvenir Vascongado' (16) y el 'Diario de Bilbao' (113). Y, como en cada negocio aparecía especificada su área de trabajo, la relación permite hacerse una idea sobre el tejido comercial de la villa: la farmacia de Salustiano Orive, la hojalatería de Julián Torre, el fotógrafo Lázaro Régil, la fábrica de jabón de los hermanos Tapia, la fábrica de tabacos, la de tejas, los almacenes de vinos, de carbones, de quincalla y de coloniales, la joyería de Luis Anduiza, la droguería Barandiaran, la tienda de lencería y ropa blanca de Luis de Guezala, la peluquería y perfumería de Valero Acín... Como había tan pocos, los abonados no se organizaban todavía según el orden alfabético de sus apellidos, sino por sus números de teléfono, aunque en realidad no hacía falta sabérselos: las comunicaciones se establecían a través de operadoras, así que bastaba pedir «póngame con el domicilio de Doña Casilda Iturrizar, por favor».

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