Miniordenadores: la solución económica para los deberes y el teletrabajo

En el cambiante mundo de la tecnología, los ordenadores compactos (también conocidos como 'SFF', de la definición inglesa 'Small Form Factor') se sitúan actualmente entre las tablets y los equipos de sobremesa. Consisten en una caja pequeña que incluye los componentes básicos de un PC a tamaño reducido y, al igual que los ordenadores tradicionales, se pueden comprar por piezas -lo que se denomina 'barebones', un esqueleto con la placa base y algún elemento más para que el usuario monte el resto del hardware e instale el sistema operativo que desee-. Por supuesto, quienes no tengan demasiados conocimientos informáticos pueden comprarlos ya ensamblados, con una configuración determinada de fábrica.

Los principales usos de estos 'mini PC' son la ofimática, convertirse en un servidor doméstico o como centro multimedia conectado al televisor, aunque algunos están pensados para jugar a títulos poco exigentes. Lo más habitual es que instalen Windows, pero también los hay con Linux o bajo el seno de Apple (el más costoso Mac Mini).

Hay varias circunstancias en las que el tamaño y el precio de un mini PC constituyen una solución adecuada, como cuando no disponemos de mucho espacio en casa o si nuestro presupuesto no da para una torre (y necesitamos algo más que una tableta electrónica).

Pese a su pequeño tamaño, los mini PC suelen destacar por su conectividad, ya que están pensados para usarse con todo tipo de pantallas y dispositivos externos. Normalmente llevan conectores USB-A y USB-C, HDMI y DiplayPort para monitores y televisores inteligentes; así como jack de 3,5 mm para auriculares y conexiones inalámbricas Wi-Fi o Bluetooth. A esto hay que añadir el hecho de que consumen poca energía.

Claro que este tamaño y precio tienen su contrapartida en la potencia, sobre todo porque no tienen tarjeta gráfica independiente, sino que utilizan una integrada en el procesador. Cumplen bien para ofimática y como centros multimedia pero, quitando algún modelo específico para 'gaming', no son recomendables para juegos o programas punteros.

Además, su reducido tamaño dificulta la refrigeración de los componentes, ya que los fabricantes aprovechan al máximo el espacio en el interior de la caja y el calor no se disipa, lo que suele reducir la vida útil del ordenador. Más incluso que en el caso de los portátiles, con los que comparten la dificultad a la hora de actualizar los componentes.

Además de los 'barebones', apropiados para los usuarios más expertos, entre los modelos ya ensamblados hay que distinguir dos tipos: los 'stick' y las cajas o torres.

Son como una llave USB de grandes dimensiones y tienen una configuración muy sencilla, por lo que son más baratos y menos potentes. Aún así sirven para ver vídeo, navegar, consultar el correo y ejecutar aplicaciones sencillas. No tienen fuente de alimentación y utilizan la electricidad del periférico o pantalla a la que se conecten, con lo que son lo más parecido a un PC de bolsillo. Ésto los hace adecuados para llevar documentos de casa al trabajo, o para irse de vacaciones portando información con el menor peso y volumen posible.

Transforma una televisión o proyector en un PC con Windows 10. Con un diseño externo inspirado en una estilográfica, en su interior lleva un procesador Intel Atom X5-Z8350 con tarjeta gráfica integrada, 2GB de memoria y 32 GB de almacenamiento interno, a los que habría que sumar otros 100 GB de la nube en ASUS WebStorage gratuitos. Además, incorpora un ventilador interno para que no se caliente.

Dentro de la conectividad cuenta con Wi-Fi dual-band, Bluetooth, un puerto USB 2.0 y otro USB 3.0. El VivoStick se controla desde el móvil con la aplicación Asus VivoRemote, que permite utilizar el teléfono como ratón y teclado inalámbricos, como control multimedia y para abrir archivos o ejecutar comandos. Viene con un soporte que puede colocarse en el monitor para mantenerlo oculto gracias al estándar VESA. Cuesta 169€

Pese a su pequeño tamaño, en su interior lleva una CPU Intel Atom X5-Z8300 a 1,84GHz con 2GB de RAM y un disco duro de 32 GB que se pueden ampliar hasta 128 utilizando una tarjeta micro SD, e incluso hay un pequeño ventilador para disipar el calor.

Tiene las dimensiones de un paquete de chicles y se conecta a un monitor mediante mini HDMI. Atesora dos puertos USB, Wi-Fi y Bluetooth; trae Windows preinstalado y puede utilizarse con un móvil a modo de teclado y ratón. El modelo con esta configuración cuesta 144€

Sus prestaciones se acercan a las de un ordenador de sobremesa sencillo, pero con un tamaño mucho más pequeño:

No es un ordenador demasiado potente, pero sí resiste programas de ofimática como Word, Excel o Powerpoint, además de la navegación por internet o si se utiliza como servidor multimedia. Todo ello gracias al procesador Intel Celeron J3455, con una tarjeta gráfica integrada HD Graphics 500, 8 GB de memoria RAM y 120 GB de almacenamiento.

Mide 127 x 127 x 500 mm y pesa 900 gramos. Se conecta mediante Ethernet de 1 Gigabit o con Wi-Fi de doble banda a 5GHz y tiene dos salidas de vídeo HDMI para dos monitores simultáneos, así como 4 puertos USB. Cuesta 219€

Beelink se ha especializado en barebones, pero el BT3 Pro viene preparado para enchufar y empezar a funcionar. Es de los modelos que utilizan Windows como sistema operativo y también de los más ligeros, con 249 gramos y unas reducidas dimensiones (12 x 12 x 2,5 cm). Está pensado para la eficacia en el trabajo, hasta el punto de que puede conectarse a dos pantallas a la vez, pero también puede funcionar como un centro multimedia gracias a su conectividad Wi-Fi en las bandas de 2.4G y 5.8G.

El disco duro SSD de 64 GB y los 4GB de memoria DDR3 garantizan rapidez a la hora de acceder a los datos que almacene. Cuenta con un jack para auriculares y una ranura para tarjetas SD además de un USB 2.0 y otro 3.0, una salida VGA y otra HDMI. El procesador que utiliza es una Intel Atom X5 y la tarjeta gráfica es una Intel HD Graphics 400, suficiente para gráficos HD. Para mantener despejada la mesa de trabajo viene preparado para instalarlo detrás de un monitor. Cuesta 157€

Viene con Windows 10 Pro instalado. El almacenamiento interno es de 32 GB y trae 4 GB de RAM DDR3L, memoria que puede ampliarse hasta los 16 GB. Lleva un procesador Intel Pentium N4200.

En uno de los laterales tiene un conector 3,5mm para auriculares, mini DisplayPort para salida de imagen a 4K y 60Hz, tres puertos USB 3.0, HDMI y un USB-C, lo que permite su conexión a tres pantallas simultáneas. Las conexiones inalámbricas se realizan mediante Wi-Fi y Bluetooth. Mide 139 x 139 x 39 mm y pesa un kilo (su ventilador se encarga de mantener fríos todos los componentes). Cuesta 299€

Viene con Windows 10 Pro en un tamaño muy compacto (115 x 115 x 49 mm) y ligero (700 gramos), que cabe prácticamente en la palma de la mano. En el interior lleva un procesador Intel Core i3-8130U de octava generación y 2GB de memoria DDR4. Tiene doble almacenamiento SSD y HDD.

Es un modelo pensado para que se puedan hacer ampliaciones de memoria en el futuro, simplemente extrayendo la bandeja interior con la ayuda de un destornillador. Tiene jack de 3,5 mm para el sonido, dos USB-C, tres USB 3.1 y uno 2.0; dos salidas HDMI y un conector LAN, además de Wi-Fi y Bluetooth 4.2. Se pueden conectar dos pantallas a resolución 4K. ¿Su precio? 319 euros.

Raspberry es un ordenador de tamaño muy reducido y características especiales. A su alrededor existe toda una comunidad con multitud de proyectos y tutoriales de aprendizaje. La placa incluye un procesador Broadcom BCM2711 a partir de 2 GB de RAM, un puerto USB-C, dos micro HDMI, dos USB 2.0, otros dos USB 3.0 y una conexión Gigabit Ethernet.

La fuente de alimentación se compra aparte y conviene hacerse con una microSD (para instalar el sistema operativo) y una carcasa, para proteger la placa del polvo. El modelo más sencillo cuesta 39,95€, a lo que hay que añadir unos 9€ de la fuente de alimentación.

Entre los ordenadores compactos también encontramos modelos de especificaciones elevadas y, por tanto, sólo acordes a los bolsillos más pudientes. Aquí dos ejemplos:

Intel es una de las marcas que ha apostado fuerte por los mini PCs. La gama NUC incluye desde dispositivos muy básicos hasta otros pensados para jugar, como el Hades Canyon. Viene equipado con un Core i7 y una tarjeta gráfica Radeon RX Vega M.

Es un modelo barebone, lo que significa que al precio hay que añadir la memoria, el almacenamiento y el sistema operativo (unos 300 euros más). La conectividad es otro de sus puntos fuertes: en el frontal tiene tres USB 3.1, un HDMI, un lector de tarjetas y un combo de jack para auriculares y micrófono. En el panel trasero encontramos cuatro USB 3.1, 2 puertos Gigabit Ethernet, dos mini Display Port 1.2, dos Thunderbolt 3, 1 HDMI 2.0 y un combo audio/optical mini-TOSLINK, además de Wi-Fi y Bluetooth. Mide 142 x 221 x 39mm y pesa 1,59 kilos. Su precio es de 829 €

Hace ya 15 años que Apple entró en el segmento de los mini ordenadores con el lanzamiento de su Mac Mini, sin pantalla, teclado ni ratón. A principios de 2020 presentó dos nuevos modelos, de aluminio reciclado -material que ayuda a disipar el calor- y con el doble de almacenamiento que sus antecesores.

El más básico tiene procesador Intel de cuatro núcleos junto a 8 GB de memoria DDR4, un disco duro SSD de 256 GB y gráficos Intel UHD 630. En cuanto a las conexiones, el Mac Mini 2020 trae toma para auriculares, un puerto Ethernet, cuatro Thunderbolt 3 (USB-C), un HDMI 2.0 y dos USB 3, con lo que pueden conectarse hasta dos monitores 4K (y hasta un tercero a través del HDMI). La conexión inalámbrica es por Wi-FI o Bluetooth 5.0; mide 19,7 x 19,7 x 3,6 cm y pesa 1,3 kilos, pudiendo adquirirlo desde 929 euros.