'Mario vs Donkey Kong': saltos e ingenio made in Nintendo

Crítica ·

El clásico de Game Boy Advance regresa con niveles inéditos, modo cooperativo y un buen lavado de cara

Viernes, 23 de febrero 2024, 11:43

'Mario vs Donkey Kong' se suma a la lista de remakes con que Nintendo intenta copar el catálogo de Switch hasta el lanzamiento de su sucesora (a priori, antes del próximo año fiscal). Joyas como 'Another Code: Two Memories' y 'Super Mario RPG' acaban de volver a la palestra, seguidas en breve por 'Luigi's Mansion 2' o 'Paper Mario: La Puerta Milenaria'. No es de extrañar, considerando que media multinacional japonesa anda inmersa en el desarrollo de las primeras exclusivas para la hipotética 'Super Nintendo Switch'.

La aventura del fontanero y el simio irrumpió hará dos décadas bajo los circuitos de Game Boy Advance. La idea de sus responsables (Nintendo Software Technology, más conocidos por su trabajo en 'Wave Race: Bluestorm' y '1080º Avalance') era la de una secuela espiritual del 'Donkey Kong' de Game Boy, pero el concepto evolucionó hasta una combinación única de rompecabezas y plataformas.

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La misma que encontraremos en la consola híbrida, aunque con un lavado de cara radical y cuantiosas novedades. Para empezar se incluyen dos mundos inéditos que elevan la suma hasta ocho, cada cual dividido en otras tantas fases. Las seis primeras nos piden recuperar una llave y liberar al muñeco de Mario encapsulado (básica como de costumbre, la premisa nos hace perseguir a un DK empeñado en agenciarse estos juguetes, fabricados a imagen y semejanza del protagonista).

Estos niveles se alejan del clásico scroll lateral para presentarse como estancias contenidas, a varias alturas. Encontramos aquí rebotadores, enemigos en constante desplazamiento, interruptores, cajas de teletransporte, lianas y muchos otros elementos con los que interactuar. Cada uno juega un papel concreto en la resolución del puzle, lo que nos obliga a detenernos unos minutos para contemplar el conjunto. A veces todo pasa por encadenar un doble salto, mover de posición a cierto adversario o ejecutar todo lo anterior en el momento justo.

La sensación de dar con la tecla resulta así del todo satisfactoria, aunque encontramos varios peros: las fases alternan diseños simples y magistrales sin obedecer a un criterio de dificultad progresiva. Puede sorprendernos un reto del cuarto mundo y decepcionarnos otro de la recta final. Además, el movimiento de Mario con el stick analógico no nos ha resultado lo cómodo que debería, haciendo que recurramos a la cruceta del mando Pro durante buena parte del título. Aún con esas, la mayoría de reintentos han estado motivados por cierta imprecisión de los controles a la hora de agarrarnos a escaleras tras un salto o sortear a los enemigos (dado un exceso de celo en sus puntos de colisión).

Pero volviendo a la estructura de los mundos, éstos se rematan con una fase al más puro estilo 'Lemmings' y un enfrentamiento contra DK. En las primeras debemos guiar a los juguetes de Mario que hemos rescatado previamente, siempre teniendo en cuenta su imposibilidad para remontar determinadas estructuras y la necesidad de recopilar las letras diseminadas por el escenario. Hecho esto, toca almacenarlos en un cajón sabiendo que cada 'mini' a buen recaudo nos otorga un punto de vida contra el jefe inmediatamente posterior. Estos combates evidencian los mentados planes iniciales de NST respecto al cartucho de la portátil monocromo, pues consisten en ascender a la altura del simio para arrojarle algunos de los objetos que entorpecen nuestro avance. El problema es que se antojan desaprovechados por resultar meros trámites, sin excepción. ¿Por qué no aprovechar este remake para replantearlos con varias etapas y rutinas diferenciales?

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Sea como fuere, no podemos decir que la experiencia aburra: dada su naturaleza, casa a la perfección con el modo portátil de Switch y se disfruta cual mobile game, jugando unos cuantos niveles por vez. Los menos duchos agradecerán además un modo 'relajado' que suprime el contador de tiempo, añade puntos de control y evita que muramos al primer toque o salto mal calculado. Otras novedades a reseñar son una modalidad a dobles que por una vez no resulta anecdótica, retos de tiempo adicionales para todos los niveles en el modo 'Contrarreloj' y unas fases de bonificación rediseñadas en las que amasar champiñones de vida extra.

Todo ello, como decíamos, bajo un apartado visual que cambia los píxeles como puños del original por las redondeces típicas de los últimos títulos de Mario. La nitidez, colorido y fluidez del conjunto quedan patentes tanto en el televisor como en el panel de Switch, al compás de una banda sonora que huye de las melodías machaconas para regalarnos partituras de jazz (algo muy de agradecer cuando pasamos más tiempo del necesario dándole vueltas al coco).

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Llegar hasta los títulos de crédito os llevará unas cinco horas, pero como ya es costumbre en los juegos de Nintendo el verdadero reto pasa por obtener el 100%. Para ello tendremos que conseguir todos los regalos esparcidos por los niveles (lo que nos obliga a formular nuevas estrategias) y agenciarnos así estrellas con las que desbloquear las 16 fases adicionales del modo 'Experto'. Además, tras la primera vuelta se desbloquean las versiones 'Plus' de cada mundo, centradas exclusivamente en la mecánica de guiar a nuestro yo en miniatura (insistimos, de lo mejor de la propuesta). Considerando este contenido extra, las horas de juego se aproximan fácilmente a la veintena.

Aunque podría haberse aprovechado la ocasión para refinar los controles y replantear los cara a cara de este Mario vs Donkey Kong, la base sigue resultando tan entretenida como el primer día; máxime con las mejoras de calidad de vida y el remozado técnico impreso por los equipos de Nintendo. Una opción incuestionable para que grandes y pequeños pongan a prueba sus reflejos e ingenio.

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