Los valores del rugby se sientan a la mesa
El compañerismo, la amistad y la nobleza se emplatan entre un bocado de bacalao y un taco de ternera en Bustinzuri-Gaztedi
Tan simpaticones ellos con su gorrito blanco con el escudo zurcido y su pañuelo anudado al cuello que la estampa en la cocina apuntaba a chufla cuando en realidad era de lo más seria. Eso sí, Tomás Rojo, chef de a diario, y Mikel Urteaga conservaron la sonrisa, sin inquietarse lo más mínimo por el zafarrancho de cazuelas, demás utensilios y salsas distribuido por el escenario del 'crimen'. Lo tenían, o aparentaban tenerlo, bajo control, a la espera del jurado. «Que no decaiga la fiesta», proclamó el primero cuando recordó galardones pasados de Bustinzuri-Gaztedi, sin ir más lejos el Silverio Quintana que recibió en la edición pasada del concurso organizado por EL CORREO y patrocinado por la Diputación.
Lo que fue restaurante es hoy un txoko de treinta socios, todos varones menos una mujer, la esposa de un miembro que se dio de baja por razones equis pero que sigue tan presente. No hay en su composición ningún trazo machista -que quede muy claro-, aunque sí están unos cuantos tipos rudos por el esfuerzo de antaño. Son todos amigos, conocidos, leyendas del rugby alavés... Exjugadores, exentrenadores. Gente sana los Kepa, 'Papos', Irrintzi, Natxo, Mikel, Iván, Gorka, Roberto, Miguel... Los valores del deporte del XV contra XV, el único que dispone de un tiempo, en este caso el tercero, destinado a hermanarse con el rival que te partió la cara, también se emplatan, aunque parezca mentira. En este txoko se sirve compañerismo, amistad, nobleza, un bocado de bacalao formado por un ravioli y una croqueta, un buen taco de ternera y una copita de Zintzo, tinto recién traído de Villabuena de Álava.
Crecieron con el balón ovalado entre sus manos y cuando se hicieron mayores, inservibles para las exigencias de la competición, las ya viejas glorias del Gaztedi desplazaron el vestuario a una cocina. Hoy son sus críos los que juegan a rugby y ellos, al futbolín, al que han encontrado un hueco en la sociedad para digerir la sobremesa.
El futuro en la casa está garantizado. Basta con escuchar a una autoridad, Kepa Ancín. «Estamos en un buen momento, con muchos chicos y chicas que practican rugby, como nunca. Es un deporte de cuadrillas, no hay que romperla para disfrutar de él. Hay un puesto para cada persona. Los gorditos van a la melé, los rapiditos se colocan detrás a jugar los balones y si alguno chuta bien, también tiene un sitio en el equipo», relata Ancín, una institución.
Y de las cosas de guisar ya se encarga Tomás Rojo, quien además acostumbra a rodearse de gente que como Mikel Urteaga sabe bien lo que tiene entre manos. Tomás se decantó por la entraña de ternera, «una carne excepcional, de gusto impresionante», que la sometió a la plancha -«fuerte para dorarla, que quede jugosa por dentro»- en ausencia de parrilla en el txoko. La acompañó de una crema de patata alavesa con rúcula y dos salsas, una de frutos rojos y otra de cerveza belga. Mikel, por su parte, presentó un plato de bocado, «que también se puede comer con tenedor y cuchillo», esto es, un ravioli de bacalao al ajoarriero sobre una croqueta del mismo pescado y una base de salsa vizcaína. El evaluador Sabin Unamuno, de papo fino, que no se anda con chiquitas, probó una carne que estaba «en su punto», aunque echó en falta «un pelín más de sal y de calor». El bacalao se mostró como «una creación realmente fantástica, mezcla de tradición y modernidad». Todo muy bien, salvo su textura, en parte oculta entre el ravioli y la croqueta.