Viajamos en un taxi sin conductor como los que comenzarán a funcionar en Europa el próximo año
Un volante que se mueve solo, sensores que giran y giran... La firma Waymo opera en media decena de ciudades en Estados Unidos y planea arrancar en Londres su ampliación por el mundo
Es una imagen un tanto futurista, pero que ya es presente. Desde hace un par de años no sorprende a ningún vecino de San Francisco ... convivir con una importante flota de taxis sin nadie al volante que ha tomado sus calles. Circulan con el asiento del conductor completamente vacío y ya compiten de tú a tú con el servicio convencional y otras plataformas como Uber. La empresa se llama Waymo y esta gran ciudad de la Costa Oeste es su principal bastión en Estados Unidos, aunque también ha puesto sobre el asfalto algunas de sus unidades en otras ciudades como Los Ángeles, Phoenix, Austin y Atlanta. La firma americana prepara ahora su desembarco en Europa, concretamente en Londres, y este periódico se ha subido a una de sus unidades para vivir la experiencia de viajar a bordo de uno de estos robotaxis que ha echado a andar Google.
El coche autónomo con el que Waymo da servicio es el Jaguar automático modelo I-Pace, un SUV eléctrico al que la firma ha añadido su propia tecnología de conducción autónoma. Es blanco y tiene un montón de dispositivos negros en su exterior que dan vueltas y vueltas. Se trata de un sistema que utiliza sensores, cámaras y radar para escanear el entorno y así poder circular detectando los obstáculos. Con sede en Mountain View, detrás de este servicio se encuentra un gigante de la tecnología como Alphabet, la empresa matriz y dueña de Google. La flota en Estados Unidos ya ronda los 2.000 vehículos, cerca de la mitad en las calles de San Francisco.
Es en la bahía del Golden Gate donde EL CORREO se sube a uno de estos robotaxis. Un trayecto sencillo, de unos tres kilómetros que se recorren en algo menos de quince minutos. Desde el corazón de Haight-Ashbury, el epicentro del movimiento hippie en década de los 60, hasta Valencia Street, la principal arteria de Mission, un barrio alternativo del centro-sur de la ciudad conocido por sus pintorescas tiendas, restaurantes y murales.
12 dólares
Para viajar es imprescindible descargar su aplicación en el teléfono móvil, registrarse e introducir una tarjeta como método de pago. Su funcionamiento para reservar es muy similar a las plataformas de servicio de viajeros con conductor como Uber. Es imprescindible rellenar origen y destino para que se muestre el trayecto en el mapa. El precio se fija antes de realizar el viaje. En este caso, 12 dólares. Al cambio, unos 10,5 euros. Un precio similar al que ofrece la competencia en la ciudad. Al momento, la plataforma indica el tiempo de espera. Esta vez fueron unos cinco minutos. También indica que el coche deja otros tantos de cortesía al cliente. Si se tarda más, se cancela la ruta automáticamente.
El robotaxi llega puntual y espera en un sitio seguro en doble fila, pero la puerta no se abre. Resulta que por seguridad es necesario desbloquearlo desde el propio móvil, así se evita que entre en su interior cualquier persona que no haya reservado el viaje. Hay tres pasajeros. Ocupan el asiento del copiloto y los dos traseros. Hasta que todos se abrochan el cinturón, no es posible seleccionar la opción de iniciar el viaje. Eso sí, está prohibidísimo tocar el volante o los pedales.
Arranca. Y la verdad es que es una sensación muy extraña. Pone solo el intermitente, espera a que pase un coche... y acelera con suavidad mientras el volante se mueve solo para incorporarse al carril. Ni el DeLorean de 'Regreso al futuro'. El vehículo cuenta con una pantalla en la parte delantera y otra en la trasera. En ambas muestra un mapa de calor que replica a la perfección las calles que le rodean. Y todo lo que circula por ellas en tiempo real. Un ciclista que circula en sentido contrario, una furgoneta de reparto cediendo el paso, una pick up que va justo delante... y los peatones que atraviesan el paso de cebra.
Polémica por su seguridad
Ante todos esos obstáculos, el vehículo autónomo reacciona inmediatamente. Frena y deja pasar a los viandantes, desacelera para esquivar a un turismo estacionado en doble fila y obedece a la perfección las señales de tráfico como los semáforos y los 'stop'. Gira el volante y toma las curvas con suavidad. Y evita frenazos bruscos. Precisamente, es la cuestión de la seguridad la principal polémica que ha rodeado a la puesta en marcha de este servicio de viajeros autónomo en la ciudad. Encendió el motor allí en 2021, pero no fue hasta dos años después cuando se autorizó su expansión sin restricciones.
No le han faltado detractores, entre ellos la que fuera alcaldesa del municipio, la demócrata London Breed, o la exjefa de bomberos Jeanine Nicholson, además de numerosos líderes sindicales. Estas voces defendían que estos robotaxis son un «peligro» para la seguridad y el tráfico, además de destruir empleos en el sector y eludir «regulaciones y transparencia», según recogen medios locales como el San Francisco Examiner. Un debate que ha vuelto a estar encima en la ciudad tras el atropello de un conocido y querido gato, KitKat, en el distrito de Mission, donde se le ha colocado un altar frente a la tienda desde donde saludaba a todos los vecinos.
@abc7newsbayarea People in San Francisco's Mission District are devastated over the death of a beloved neighborhood cat, allegedly run over by a Waymo. KitKat, a Bodega cat at Randa's Market on 16th Street, allegedly darted under a Waymo picking up a ride as it was pulling away. KitKat died late Monday night. #waymo #bodegacat #cat #missiondistrict #beloved #abc7news ♬ original sound - ABC7 News
El Departamento de Vehículos Motorizados de California ha informado de cerca de 900 colisiones de coches autónomos hasta la fecha, varias de ellas con animales involucrados. Además, son varios los vídeos que se han viralizado de algunos de sus fallos en su funcionamiento, sobre todo en sus comienzos. Dos han tenido una mayor repercusión: el de un robotaxi que dio 37 vueltas a una misma rotonda y otro que mantuvo atrapado a un pobre hombre recorriendo en círculos un parking de Los Ángeles por el que casi pierde un vuelo. También en ocasiones circulan imágenes de algunas unidades vandalizadas, como en la celebración de la victoria de los Dodgers ante los Blue Jays en las Series Mundiales de béisbol. Y se producen algunos boicots, como la petición masiva de cincuenta robotaxis a la vez por parte de un grupo de activistas para crear un gran atasco en la calle sin salida más grande de San Francisco.
Aterrizaje en Europa
Su radio de acción se limita a los términos municipales, sin poder operar por autopistas. En el caso de San Francisco, abarca una franja de diez millas, sin poder llegar al aeropuerto. Un terreno que la empresa ahora trabaja en conquistar. Ante estas críticas, la división de coches autónomos de Google defiende que sus unidades son más «seguras» que los coches manejados por personas. De hecho, en su página web muestran unos gráficos realizados con «información de acceso público» que desgranan, según defienden, «cuántos accidentes menos tuvo Waymo (independientemente de quién tuviera la culpa) en comparación con conductores humanos con la tasa de accidentes promedio de referencia» en las zonas donde operan. Según sus cálculos y dependiendo del tipo de accidente, su flota tiene entre un 80 y 90 por ciento menos de percances que un vehículo 'al uso' en una distancia de 33 millones de millas.
De vuelta al interior del coche, al viaje le quedan apenas un par de minutos. Es una experiencia completamente personalizable. Desde el móvil puede ajustarse la temperatura e incluso poner música ambiente al gusto. Llega a su destino y parece que no frena. Al momento, el propio coche explica por qué. «Buscando un lugar seguro para estacionar», muestra la pantalla. Gira hacia una pequeña calle y encuentra un hueco, se coloca junto a la acera y se detiene completamente. Ya pueden abrirse las puertas activando dos veces la manilla. Todo ha ido sobre ruedas y, unos segundos después, el robotaxi se va a por su próximo cliente.
La estrategia de la compañía nacida en Phoenix da a entender que se ha ganado la confianza de los pasajeros en este negocio cuya inversión se ha elevado por encima de los 12.000 millones de dólares. Supera los 250.000 viajes semanales, pondrá sobre el asfalto otros 2.000 vehículos más el próximo año , ya prepara su desembarco en importantes ciudades de la Costa Este como Miami y Washington D.C. ... y también su aterrizaje en Europa. La propia firma ha anunciado este mes de octubre que espera ofrecer viajes sin conductor en Londres en 2026. Su plan para empezar a circular por la izquierda tiene luz verde de las instituciones del Reino Unido, ya con la ley aprobada para permitir la alta automatización al nivel 4 de la Sociedad de Ingenieros Automotrices, lo que permite al coche «realizar todas las funciones bajo ciertas condiciones, pudiendo el conductor optar a tomar el control». Ahora la pregunta es si hará lo propio España y el resto de principales países del Viejo Continente dentro del marco ya fijado por Bruselas.
Una regulación a varias velocidades
La firma perteneciente a la matriz de Google, Tesla y Baidu lideran la industria del coche autónomo. Se trata de uno de los «motores económicos y sociales más disruptivos de la próxima década», según un estudio del Bank of America Institute, que cifra en 1,2 billones de dólares el valor de esta industria para 2040. En total, hay más de 120 programas de robotaxis que operan en la actualidad impulsados por 32 compañías, según los datos que maneja BloombergNEF. Tan solo siete ofrecen viajes comerciales, principalmente en Estados Unidos y China. Eso sí, su regulación es bien distinta dependiendo del lugar. Mientras que por ejemplo en América es más permisiva, en Europa avanza más despacio debido a la fragmentación y burocracia entre países, con un marco jurídico establecido desde Bruselas a través del Reglamento 2022/1426. En España se venden unidades con nivel 2 de automatización, lo que supone solo tareas parciales como acelerado y frenado, por lo que obliga al conductor «completamente involucrado en la conducción». Una especie de asistencia. Tocará cambiar la ley de tráfico para que pueda llevarse a cabo una conducción sin una persona al volante.
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