Salmones en la España vaciada
Valderrebollo, un pueblo de 25 habitantes de La Alcarria, en Guadalajara, prepara la primera granja de estos peces en la España vaciada. Los promotores anuncian una lluvia de millones y más de 30 puestos de trabajo, pero los vecinos nadan en el escepticismo. «No me lo creo», dice uno de ellos
¿Salmones en la vieja Alcarria que recorrió Cela? ¿En un pueblecito de 25 vecinos censados de los que sólo seis residen todo el año? ¿ ... Pero de dónde ha salido esa peregrina idea? Principiemos por el principio, que diría don Camilo.
Hace tres años, el Gobierno de Castilla-La Mancha extendía la alfombra roja a un proyecto de la empresa Cold Water para poner en marcha en Valderrebollo, un pequeño enclave de la provincia de Guadalajara bañado por las cristalinas aguas del Tajuña y a poco más de 100 kilómetros de Madrid, una piscifactoria de salmones.
La planta de acuicultura se anunció a bombo y platillo porque detrás había una inversión de 36 millones de euros y la promesa de crear 30 puestos de trabajo directos en el corazón de la España vaciada. Esas cifras bastaron para entusiasmar al Gobierno castellanomanchego, que en 2022 declaró el proyecto como «prioritario», es decir tramitación preferente y agilización del papeleo. Pero casi tres años después, los salmones siguen sin remontar lastrados por un río revuelto de problemas técnicos que ahora parece –y solo parece– podrían empezar a desbloquearse.
El hombre de Cold Water en Valderrebollo se llama Curro Villareal, un madrileño de 51 años, licenciado en Ciencias del Mar, y que lleva media vida criando en cautividad por media España (en la costera y en la rural) lubinas, lenguados, doradas, langostinos, y hasta ostras halal (producidas según las leyes islámicas), que enviaba a las mansiones de los jeques de Emiratos Árabes.
Desde hace 19 años Curro es el propietario de Naturix, una empresa dedicada a la cría de truchas en Valderrebollo. Sus instalaciones se encuentran a dos kilómetros del pueblo y comprenden 19 estanques –de donde llegaron a salir cada año 200.000 kilos de truchas– y un lago artificial preparado para la pesca recreativa, que se llena de aficionados los fines de semana. Mayores y niños pagan 5 euros por el permiso de pesca, lanzan la caña y trucha que cazan, trucha que se meten en el zurrón a razón de diez euros el kilo.
Un pescado de moda con Omega 3
1,16 Kilos por persona en España
El consumo de salmón fresco en España es de 1,16 kilos por persona y año, según la última estadística de 2024 del Ministerio de Agricultura, un 4,5% más que el año anterior. Ha superado a la merluza. Su precio medio en 2024 fue de 14 euros el kilo. Los expertos destacan que es una excelente fuente de proteínas y ácidos grasos omega-3, que ayudan a mantener el colesterol en niveles normales.
Ramales de la Victoria
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La única planta de salmones actualmente en funcionamiento en España es la de Ramales de la Victoria (tres mil habitantes), en Cantabria y la gestiona Norcantabric. En sus instalaciones aún se engordan 20.000 alevines de salmón y la idea es empezar a ponerlos en el mercado este año. Hay otro proyecto para empezar a construir una planta en Burela (Lugo). Las granjas son el futuro. Casi todo el salmón que se consume en el mundo es de piscifactoria, en el caso de la UE más del 94%.
Todo ese conglomerado es la base de la deseada granja acuícola de Cold Water, y Curro espera obtener pronto la licencia de obra y poder empezar a meter la piqueta y demoler los 19 estanques (que dejaron de producir truchas el año pasado) para sustituirlos por las nuevas piscinas de salmónidos. Sí le gustaría mantener abierto el lago de pesca mientras duran las obras, «porque funciona de maravilla».
El proyecto lleva un retraso considerable. Desde su anuncio en 2022 no se ha movido una piedra. ¿La razón? El empresario alude a un cambio imprevisto en el proveedor tecnológico del sistema de recirculación del agua. «Con el nuevo sistema se ha afinado aún más la tecnología, pero hemos tenido que incorporar todas las mejoras a un nuevo anteproyecto que se está terminando de elaborar. Queremos presentar el documento en las próximas semanas para poder contar con la licencia de obra en octubre o noviembre y empezar a trabajar en diciembre».
Villareal sostiene que pasar de la trucha al salmón fresco es lo más lógico en un mercado en el que ya apenas se consume la primera, mientras que el otro es el rey en pescaderías y supermercados. «Pero no hay un solo gramo de salmón que se produzca en España. Todo nos llega de Noruega, y en menor cantidad de Chile, Irlanda, Escocia y Canadá», recuerda.


A Curro, un tipo con agallas para emprender y optimista por naturaleza, le brillan sus pequeños ojos azules cuando empieza a manejar plazos y se sitúa en el horizonte de 2028, que es cuando estima saldrá el primer 'campanu' de la nueva planta rural, con un peso de 4 o 5 kilos y una longitud de 60 o 70 centímetros.
A ese primer ejemplar, al que ya ha bautizado como 'Currito', quiere que le siga una remesa de 150.000 peces (unas 600 toneladas) hasta alcanzar las 1.200 toneladas año, «que es la cantidad concebida para este proyecto».
Él ya habla de «salmones ibéricos» 'made in Spain' y está convencido de que en un plazo de quince años, podrá ser un producto nacional tan tradicional como el lechazo o el jamón ibérico. «Tengo claro que va a ser una tarea de largo recorrido, pero acabaremos tuteando a Noruega, que es el gigante. Ellos tienen sus 'lobbies' y en todos lados se habla del salmón noruego, pero vamos a conseguir que se hable de los salmones ibéricos de pata negra o mejor dicho de aleta negra, jajaja».
A los que puedan dudar entre zamparse el pez nórdico o el de La Alcarria les expone un argumento ambiental. «Solo el transporte por mar, avión o carretera que supone traer un salmón producido a más de tres mil kilómetros es una burrada en CO2. La clave es la producción del kilómetro cero y aquí estamos a 104 kilómetros de Madrid, el principal puerto de España», esgrime Curro, que también habla de «soberanía alimentaria» (no depender de terceros países) y «economía circular», ya que de los desechos quieren hacer hidrógeno verde.
Contra la despoblación
En paralelo cree que la futura piscifactoria y sus prometidos 30 puestos de trabajo –que él pronostica llegarán a 50– permitirá frenar la despoblación en Valderrebollo (donde el colegio cerró hace 50 años) y funcionará tambien como un revulsivo para toda esta comarca alcarreña de la España vaciada, que solo recupera su pulso vital en verano y los fines de semana.
«Quien venga a trabajar se va a enamorar del pueblo y se va a quedar. Vamos a intentar traer gente joven y estoy seguro de que se asentarán porque, sinceramente, como aquí no se vive en ningún sitio. Tienes un paraje natural acojonante lleno de pinos, encinas y robles, y una biodiversidad faunística única con corzos, ciervos, jabalíes, hurones… Hay una pureza de aire que no la encuentras en ningún sitio y estas noches son espectaculares con los autillos silbando como locos y sin contaminación lumínica; sales de noche y ves todas las constelaciones. Eso sí, el invierno es duro, pero también es bonito», describe.
Pese a las aparentes «bondades» del complejo y que, además, éste dejaría en las arcas municipales una suculenta cantidad de ingresos por la concesión de licencias y los impuestos, los vecinos nadan en el escepticismo. Se diría que les escama. «Ojalá fuera verdad, pero no me lo creo. Si se generan cuatro puestos de trabajo, buenos serán. Y dicen que hasta 50, pues yo digo que los pájaros vuelan pero no maman», desconfía Javier, jubilado de 68 años y uno de los muchos vecinos que reside en Madrid pero pasa largas temporadas en Valderrebollo.
Julia, de 87 años y a la que encontramos en la puerta de su casa en plena Plaza Mayor dice que en invierno el pueblo «se queda muy solo» y con gente joven «se animaría más», pero su hija, Isa, de 57 años, exalcaldesa y maestra de Infantil en Guadalajara, sostiene que es difícil que se asienten porque no hay vivienda de alquiler disponible. «Además ha habido muchas promesas y de momento no hay nada», se lamenta. «Antes que salmones, este pueblo necesita ayudas para asfaltar las calles, renovar la red de alcantarillado y en general para darle un buen repaso». Tampoco lo ve claro Ángeles, de 70 años, que asegura que lo único que da dinero en estas tierras son las placas solares, pero por si acaso le pide a Curro que le ponga a buen precio el salmón cuando empiece a comercializarlo. «Los 25 primeros serán gratis para los 25 vecinos», se compromete. Y la actual regidora, María del Carmen Martínez Mayoral, prefiere no pronunciarse hasta ver el famoso anteproyecto.
El único bar de Valderrebollo es un centro social que solo abre los fines de semana y lo gestiona Francisco, al que le encantaría atender a más parroquianos llegados de la futura granja de salmones. Pero lo duda. «No hay casas para alquilar. Y esto no es Madrid, aquí no se puede expropiar para hacer una urbanización así por así. Y tampoco veo yo a los niños corriendo por el campo en invierno a diez grados bajo cero». Y Miguel, uno de sus clientes, apunta que ve el proyecto «fantasioso». Y para apuntalar su rechazo añade: «En este pueblo estamos muy tranquilos, nos conocemos todos y no necesitamos que venga más gente». Está claro que Curro, como sus deseados salmones, bracea a contracorriente.
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