La técnica en braille de un tatuador ciego que causa sensación en su estudio de Moscú. Reuters

Un tatuador ciego revoluciona Moscú con diseños en braille

Igor Mijáilov perdió la vista de niño, pero hoy es uno de los tatuadores más solicitados de Rusia gracias a una técnica única que combina intuición y memoria visual

Martes, 16 de septiembre 2025

En un estudio cercano a la avenida Novy Arbat, una de las zonas más modernas de Moscú, se escucha el zumbido constante de una aguja. ... Al otro lado, Igor Mijáilov, de 38 años, desplaza sus manos enguantadas sobre el brazo de su clienta como si acariciara las teclas de un piano. Cuando todo está en su sitio, fija la plantilla y empieza a tatuar. El resultado es un pequeño relieve que, más que verse, se lee con las yemas de los dedos.

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«Tu zona de confort te matará», repite Igor como un mantra. La frase resume su vida. Desde los ocho años, cuando una enfermedad genética comenzó a arrebatarle la vista, aprendió a reinventarse. Hoy apenas distingue sombras y luces, pero asegura que lo que imagina «es más nítido que lo que puede ver».

Según señala Reuters, antes de entrar en el mundo del tatuaje, Igor se formó como guitarrista en una prestigiosa escuela de música. Tal vez por eso compara su oficio con el de tocar un instrumento: «Cada movimiento con la aguja me recuerda a pulsar una cuerda. Los pequeños detalles lo son todo», explica en redes. Sus clientes eligen una palabra o frase, él la traduce al sistema braille y la plasma en la piel con precisión.

Alexandra, de 29 años, aún recuerda la emoción de sentir en su piel la palabra 'Amar' escrita en relieve: «Es algo que impresiona y conmueve». Ella, como muchos otros, ha encontrado en este tatuador ciego una forma distinta de llevar un mensaje marcado de por vida.

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La idea de tatuar en braille surgió casi por accidente, cuenta Anton Kotovski, compañero de estudio y amigo de Igor: «Empezamos con diseños simples, hasta que descubrimos que lo suyo era llevar las palabras al braille. Ahí todo encajó».

Pero el arte no es la única pasión de Igor. Además de tatuador, es miembro de la selección rusa de tenis para personas con discapacidad visual, un deporte que lo obliga a entrenar hasta ocho horas diarias. «El tenis me da disciplina; el tatuaje, libertad», asegura.

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