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Póngase a prueba. Cierre los ojos, pida unos billetes y trate de diferenciarlos. Haga lo mismo con varios pantalones, camisas o chaquetas. ¿Sería capaz de distinguir todos esos objetos sólo con el tacto? Seguramente, no. Sin embargo, es el día a día para las personas ciegas. La atleta Alba García Falagán, medalla de bronce en salto de longitud en los Juegos Paralímpicos París 2024 y con discapacidad visual desde nacimiento, cuenta en su perfil de Instagram cómo son todas las acciones cotidianas.
A través de sus post muestra cómo elige su ropa, cocina, utiliza el móvil, entre otras cosas. Lo primero que explica es qué es no ver. «Mucha gente piensa que es ver negro. Nada más lejos de la realidad. No ver es que no te entra información visual», sostiene Alba, que pone un ejemplo: «Tú como persona que ves, no ves lo que tienes detrás aun sabiendo que hay algo. Yo no veo lo que tengo delante», aclara esta joven de 23 años.
Asimismo, desmiente la falsa teoría de que las personas ciegas nazcan con los sentidos más desarrollados. «Los tenemos más entrenados», subraya. Así, muestra en un vídeo cómo hace para diferenciar monedas o billetes. El tamaño y el relive le desvelán de qué moneda se trata, mientras que el tamaño le sirve para distinguir los billetes.
¿Cómo se viste? Alba afirma que el «orden es fundamental» para encontrar las prendas y enseña cómo las tiene colgadas. Una sucesión de ropa que ella se ha aprendido de memoria. El tacto de los tejidos, el tamaño o textura de los botones, las costuras y algún que otro detalle la ayudan a identificar y componer sus outfits. No obstante hay looks que se le complican. El tejido de las americanas es «similar» así que para saber de cuál se trata recurre a una aplicación del móvil que le dice el color.
Alba también cuenta en uno de sus vídeos cómo hace para desplazarse. Utiliza el transporte público y cuando le toca caminar se ayuda del bastón. «Me choco con la gente, claro», dice entre risas. Para orientarse utiliza Google Maps. Sin embargo, en «espacios muy grandes, como plazas» es algo más difícil. Para ello «voy por la pared y voy contando calles para saber dónde estoy», explica.
Muchas cosas en la vida de esta joven son diferentes. También cuando duerme. A la hora de soñar lo hace con «voces, conocidas o desconocidas, y sensaciones. También sonidos y a veces luces. Esto me ayuda a meterme en el contexto el sueño. Las voces me ayudan a saber con quién estoy», explica Alba, quien subraya que esa es su perspectiva, que no tiene que ser la misma de otra persona con discapacidad visual.
La joven medallista también cuenta una divertida anécdota que tuvo con su madre. Fue en su adolescencia, cuando comenzaba a maquillarse. Ella estaba en el baño y su progenitora le dijo que se cambiara de aseo para tener mejor luz. Ella le dijo que estaba bien allí, pero la madre insistió: «Hija, que eres una cabezota. Te estoy diciendo que vayas al otro baño que tienes mejor luz y te vas a maquillar mejor». «Mamá, que soy ciega», cuenta Alba, desposeyendo de drama lo que para ella es su día a día.
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