«Nos evacuaron por cualquier lado», cuenta una joven vasca que estaba en el Festival Medusa de Valencia

El festival de música electrónica había congregado en la playa a más de 50.000 personas que vieron como la zona de tiendas de campaña se destruía en segundos, parte del escenario salía volando y se desplomaba la estructura que daba la bienvenida a los asistentes. Tras el desastre se suspendió la cita musical y el Ayuntamiento de Cullera ha decretado dos días de luto oficial por la muerte del joven.

Allí estaba una vasca, María Balzategi, con su grupo de cinco amigos, que este sábado contaba conmocionada lo ocurrido. «Hemos tenido mucha suerte», confesaba la oñatiarra a Euskadi Irratia. Su relato deja claro que lo vivido fue una pesadilla y también un caos que no esperaba nadie. «Hacía mucho calor y de repente se levantó un viento muy fuerte» que llegó acompañado de arena.

El reventón térmico se produce a menudo en la zona de Levante y, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), esa noche hubo varios episodios y las rachas de viento alcanzaron los cien kilómetros por hora. En el lugar del suceso algunas fuentes apuntan a los 80 km/h. Y en unos minutos los termómetros, que no llegaban a 30 grados, se dispararon hasta rozar los 40. Con el viento y la arena en el aire la sensación térmica era abrasadora.

Afortunadamente, Balzategi no estaba en el escenario principal, el más afectado y del que lo primero que salió volando fue un lateral. Luego, el resto. Se enteraron al ver que había mucho revuelo. «Nos lo dijo un trabajador, pero había mucha gente como nosotros, que no se enteraba de qué ocurría». Esto, asegura, también hizo que la evacuación posterior se hiciera de forma tranquila, aunque sin mucho orden: «Nos sacaban por cualquier lado». Alguno de los asistentes tuvo que esquivar el cadáver del joven fallecido para salir, relata. Según el Gobierno regional el recinto quedó despejado en 40 minutos.

Desde la Guardia Civil se puso de relieve la eficiencia y rapidez en la evacuación, que habría evitado una catástrofe aún mayor. De hecho, algunos testigos relataron que su mayor preocupación no era el viento sino las posibles avalanchas que podría provocar el pánico de los asistentes.

Con todo, durante el desalojo y tiempo después falló la cobertura de los teléfonos móviles y muchos los perdieron, lo que llenó de inquietud a miles de familias de toda España que no podían contactar con sus seres queridos. Por eso el Centro Coordinador de Emergencias activó, a petición del Gobierno valenciano, un teléfono de atención para familiares, el 900 365 112.

La Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil ha abierto una investigación por si la organización hubiese podido incurrir en algún tipo de responsabilidad. La dirige el juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Sueca. Según informó el Tribunal Supremo valenciano, ya se han abierto diligencias previas.

El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, señaló que ahora es el momento de recopilar información para saber si se tuvo que tomar alguna medida antes. Hay que tener en cuenta que la previsión meteorológica no era buena.

El alcalde de Cullera, Jordi Mayor, aseguró que el Medusa Festival contaba con «todos los permisos y garantías jurídicas y administrativas». Cosa distinta es si las estructuras eran todo lo estables que se podía esperar, algo que resolverá la investigación.

El artista fallero y creador del escenario, Manolo García, tras lamentar lo ocurrido, apuntó que semejante explosión meteorológica «no se había visto nunca», y aseguró a la agencia Europa Press que las estructuras cumplían con la normativa. De hecho, el escenario tenía 60 toneladas de contrapeso y, según sostiene, la escenografía no ha causado daños; lo que provocó la víctima mortal (vecino de Ciudad Real, según varios medios) y varios heridos habrían sido restos de la estructura de aluminio. Lo que sí se desplomó fue «la portada», que cayó «encima de la gente pese a que llevaba seis toneladas de contrapeso».