Julio A. junto al vehículo sustraído y recuperado, una vez reparados los desperfectos. Arizmendi

«Me roban el coche y encima me llegan las multas»

El dueño de un vehículo sustraído en San Sebastián lamenta que agentes de la OTA lo localizaran y sancionaran cinco veces, sin conocer su denuncia

alberto moyano

Martes, 1 de febrero 2022, 09:08

El pasado 22 de noviembre el coche estaba en su plaza del garaje comunitario. El 23 había desaparecido. Ese mismo día, su propietario, el donostiarra ... Julio A., interponía la correspondiente denuncia ante la Ertzaintza. El 17 de diciembre, la Policía autonómica intercepta en Legorreta el vehículo robado, con un ocupante en su interior. En los veinticuatro días transcurridos entre el robo y la reaparición, su legítimo propietario recibió cinco denuncias por mal estacionamiento del vehículo en dos localidades distintas. Es decir, a lo largo de casi cuatro semanas, al menos cinco agentes de la OTA de dos localidades distintas tuvieron delante el coche sin saber que era objeto de búsqueda por robo.

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Al margen de los 2.000 euros en desperfectos que presentaba el vehículo robado en el momento de su recuperación, las cinco infracciones cometidas durante la sustracción y remitidas a su propietario suman un total de 250 euros que se quedarían en la mitad si el titular del coche se acogiera al pago rápido de las multas. Sin embargo, para este ciudadano donostiarra esa no es la cuestión. «Lo que me indigna es que mientras la Ertzaintza buscaba mi coche, los ayuntamientos de Donostia e Irun lo único que estaban haciendo era ponerle multas a ese mismo coche».

El robo se produjo en la noche del 22 al 23 de noviembre en un garaje de Ondarreta cuyas tres puertas fueron forzadas. En la mañana del mismo día 23 y tras encontrarse con la desagradable sorpresa de la desaparición del vehículo, un Audi A4 «con 160.000 kilómetros a la espalda», El propietario presenta la denuncia en la Comisaría de la Ertzaintza. Horas antes, sobre las 7.50 horas de la mañana, el coche ha pasado por el peaje de Irun mediante el sistema de pago Abiatu habilitado por Bidegi.

A partir de ahí se suceden las sanciones por aparcar sin viñeta en zonas OTA de San Sebastián y de la localidad fronteriza. La primera, el 30 de noviembre, por estacionamiento indebido en Podavines, 3, a las 16.31. La segunda, el 3 de diciembre, en la calle Balleneros, también en Amara. Curiosamente, ese mismo día sí abonó la OTA al aparcar en una calle de Irun. La tercera sanción es del día 9 por estacionamiento en la calle Eustasio Amilibia del mismo barrio y la cuarta, al día siguiente por idéntico motivo y en el mismo punto. La última es del 16 de diciembre, en la calle Lesaca de Irun. Una infracción cada cinco días en los veinticuatro que el coche estuvo a la vez 'localizado' y 'en paradero desconocido'.

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Al día siguiente, la Ertzaintza halla en Legorreta el vehículo, con desperfectos por un valor estimado de 2.000 euros, y detiene al conductor. Entre la primera y la última fecha, el dueño del coche se ocupa de comprobar que el vehículo ha sido dado de baja temporal, por instrucción de la Ertzaintza, en la Dirección General de Tráfico y posteriormente, el propio Julio realiza los trámites para hacer lo propio respecto al impuesto de circulación, así como de la viñeta de la OTA como residente del barrio de Ondarreta.

Este vecino de San Sebastián asegura que le resultaría «muy fácil abonar las sanciones porque no tienen tanta importancia sus importes», pero considera que no se solucionaría así lo que considera una descoordinación en el intercambio de información. «¿Qué tenemos que hacer los perjudicados en casos como este? ¿Tiene que contactar la persona robada con los 89 ayuntamientos de Gipuzkoa? ¿Es incapaz la Policía Municipal de poner en conocimiento de los hechos a los agentes de la OTA?», se pregunta Julio A., que no oculta su «asombro» al constatar que las empresas subcontratadas para la gestión de las zonas OTA de la capital guipuzcoana e Irun no fueran informadas de la situación irregular de un vehículo «que estaba circulando normalmente sin ni siquiera camuflar las placas de matrícula. Lo que me ha ocurrido a mí les puede pasar a muchas otras personas», concluye.

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