La familia de Ardines: «Queremos ver la cara de Nieva y que nos diga que no mandó asesinarlo»

«Queremos mirar a Pedro a la cara, que nos diga que no mandó asesinarlo sosteniéndonos la mirada, a ver si se atreve». Este es el deseo que en los últimos días manifestaban a EL CORREO algunos familiares de Javier Ardines, el concejal de Izquierda Unida asesinado en agosto de 2018 en Llanes. Un anhelo que ni sus hijos ni su viuda han podido hacer todavía realidad debido a que no les está permitido asistir como público a las sesiones que arrancaron ayer. No podrán hacerlo hasta que no presten declaración como testigos, algo que está previsto que suceda a finales de la próxima semana. Mientras tanto, los tres tendrán que conformarse con seguir el juicio a través de los medios, de su abogado, Antonio Pineda, y de los familiares y amigos que sí pudieron sentarse entre el público.

El brutal asesinato de Javier Ardines es una herida abierta que desde hace más de tres años mantiene en vilo a sus seres queridos. Primero por la incertidumbre de saber quién podría estar detrás de un crimen que partió sus vidas por la mitad, y después por la necesidad de obtener justicia. A un crimen ya de por sí doloroso, se suma la estrecha amistad que la víctima y el presunto inductor mantuvieron durante décadas. Los dos matrimonios -Javier Ardines y Nuria Blanco, y Katia Blanco y Pedro Nieva- eran uña y carne cada vez que estos últimos viajaban desde su residencia en Bilbao hasta la casa que levantaron en Belmonte de Pría, a escasos metros de la del concejal. Por eso, la detención del empresario bilbaíno fue un duro golpe para la viuda -prima de Katia Blanco- y los dos hijos de la víctima, Alba e Iván.

Si bien la defensa de Nieva sigue manteniendo que él no tuvo nada que ver con el asesinato, el entorno del edil de IU no piensa lo mismo, tal y como volvió a recalcar en la sesión de ayer su letrado. Así las cosas, fuentes de la familia aseguraban ayer a este diario que los tres «están deseando declarar». «No tenemos nada que esconder, al contrario», defienden ellos. Y manifiestan su intención de «prestar declaración mirándoles a los cuatro cara a cara».

Precisamente esa mirada, la de Pedro Nieva, era la que ayer buscaban los familiares y amigos de Javier Ardines que sí pudieron acudir a la vista oral. Un contacto visual que tampoco ellos consiguieron, ya que, tal y como apuntaron más tarde, el presunto inductor del asesinato «evitó todo el tiempo nuestra mirada». Quien sí se la mantenía, con una frialdad sobrecogedora, era uno de los dos supuestos sicarios, el argelino Maamar Kelii. «Impone mucho», reconocieron quienes asistieron a la primera de las dieciocho vistas previstas a lo largo de todo el mes.

Mientras se desarrolla uno de los juicios más esperados del año, con la consiguiente expectación mediática, los familiares del concejal llanisco volvían ayer a pedir «respeto». «Nuria y sus hijos lo están pasando muy mal, están siendo semanas muy duras y solo queremos que la gente lo entienda y se ponga en su lugar», apuntaban fuentes de la familia. Y aprovechaban para recordar, en nombre los allegados de Javier Ardines, que «lo que se está juzgando es el asesinato de una persona, no su vida privada».

Según el guión del juicio, será el próximo viernes, 12 de noviembre, cuando Nuria Blanco y Alba e Iván Ardines comparezcan en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Oviedo para prestar declaración desde las diez de la mañana. Tendrán entonces que enfrentarse, cara a cara, con los cuatro acusados de asesinar a su marido y padre y, a partir de entonces, sí podrán sentarse entre el público para asistir a las vistas restantes hasta que finalice el juicio.

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