Detienen en San Sebastián al asesino de Pilar Berrio, con la que mantuvo una relación
La Ertzaintza le captura cuando iba a cambiar de imagen en una peluquería. Pernoctó en una pensión donostiarra sin llamar la atención pese a dar su DNI
Había entrado a una peluquería del barrio donostiarra de Gros. Probablemente con la intención de cortarse su melena, quizá afeitarse para intentar pasar desapercibido. No ... contó Pedro María R. J., el presunto asesino de la vitoriana Pilar Berrio, con que un ertzaina de paisano seguía sus pasos. El agente vio que el sospechoso se encontraba tomando un whisky y un pintxo en un bar del barrio antes de dirigirse a la peluquería. En ese momento comenzó el seguimiento, según ha desvelado el consejero de Seguridad, Josu Erkoreka. Con el objetivo en el local, efectivos del PRI, unidad especializada en casos de extrema gravedad y que actúa fuertemente armada, le dio el alto. Se entregó «sin oponer resistencia».
Eran las siete de la tarde de ayer. Se cerraban así más de treinta horas de frenética búsqueda, en la que llegaron a blindarse las salidas de San Sebastián para evitar que el último autor de un crimen machista escapara de nuevo. El miércoles «degolló», según el informe forense, a esta vitoriana de 43 años en presencia de sus dos hijos menores, de 5 y 9 años, a las afueras de la localidad navarra de Murchante. Antes les sacó de la carretera con un Peugeot 206.
Este hombre, que el día 29 cumplirá 42 años, natural de Zumarraga y propietario de un profuso historial delictivo que hace poco que salió de prisión, será procesado por un asesinato enmarcado en la violencia de género. Porque su víctima era algo más que su antigua cuñada. Ambos habían mantenido «una relación sentimental», aseguran allegados de la víctima a EL CORREO.
En vista de esa relación «será procesado por el Juzgado de Violencia contra la mujer en Pamplona», vaticinan medios judiciales. Le aguarda un juicio con jurado popular y podría enfrentarse a los cargos de «asesinato», lo que se traduce en una petición fiscal de hasta 25 años.
Antes de caer en la peluquería, Pedro María, considerado «muy peligroso», mantuvo en jaque hasta a tres cuerpos policiales. Tras desaparecer de Murchante, Policía Foral, Ertzaintza y Guardia Civil se coordinaron con el propósito de llevarle ante un juez. En Álava se puso en sobreaviso a las dotaciones de la Policía autonómica «puesto que cuenta con familiares en la provincia». Además, el juzgado de guardia navarro que cogió el caso emitió una orden de busca y captura europea por si pasaba a Francia.
El crimen será juzgado como violencia de género debido al vínculo emocional entre ambos
asesinato machista
«No era un hombre bueno»
El entorno de la víctima estuvo muy pendiente del dispositivo. «Su hermana (expareja de Pedro María) ya advirtió a Pilar de que ese hombre no era bueno. Pero dio igual», confirmaron. Nunca vieron con buenos ojos la relación. Aunque no tienen constancia de episodios previos de violencia entre ambos. «A finales de los años 90 sí tuvo un precedente con su entonces novia», recuerdan veteranos de la Ertzaintza.
En la localidad navarra de Murchante, donde Pilar se estableció en 2017 procedente de Fitero, no les suena la cara de Pedro María. La víctima y sus dos hijos menores figuran como los únicos inquilinos del piso de alquiler social donde residían. Tiene otra hija, ya veinteañera y también residente en Navarra, con la que no guarda ninguna relación. «Ese hombre ha estado casi más tiempo en la cárcel que fuera. Por eso no nos gustaba», explican en el entorno de Pilar. Esta familia aguarda ahora a que la Justicia les devuelva el cuerpo y puedan enterrarla en paz. El sepelio podría ser en Monteagudo, a diez kilómetros de Murchante. «Es donde vive su madre».
Tras matarla, Pedro María buscó refugio en Gipuzkoa, su tierra natal. Ese regreso a sus orígenes permitió a la Ertzaintza reconstruir con sumo detalle las horas previas a la detención. Desde Murchante condujo hasta Legazpi. Abandonó ese turismo, con una abolladura producto de la colisión. El mismo miércoles pasó a San Sebastián. Y mientras la Ertzaintza le buscaba por todo Gipuzkoa, la Policía Foral por Navarra y la Guardia Civil en Cantabria, La Rioja y Burgos, Pedro María se registró en una pensión del barrio de Amara con su DNI.
La mañana de ayer, cuando el personal del establecimiento cumplió con la normativa de pasar los datos de sus inquilinos a las autoridades, saltaron todas las alarmas. Pero ya se había ido cuando las dotaciones de la Policía autonómica entraron en el bloque. Algunas fuentes hablan de que incluso «desayunó» en el local.
La estela de Pedro María volvió a alumbrarse pasado el mediodía en el paseo de Errotaburu, tres kilómetros al Oeste de la pensión. Entró en un concesionario. Poco después salió montado en un Seat León, perteneciente a la Ertzaintza y que debía ser sometido a una reparación. Lo había robado.
Ese vehículo se convirtió en objetivo prioritario. La Ertzaintza desarrolló una especie de operación jaula alrededor de San Sebastián. Cada camión, furgoneta y autobús se revisó al milímetro. Con los coches, el registro resultó más somero. Por si acaso, en Álava y Bizkaia también se puso en aviso a las dotaciones activas. Muchos ertzainas alaveses veteranos le conocen al «sufrirle» en su etapa guipuzcoana. Uno cuenta que «tiene familia en Vitoria».
No acudió a ellos, como tampoco hay constancia de que un día antes lo hiciera con sus parientes de Zumarraga. «No se lleva con ellos», deslizó el entorno de Pilar a este diario. Consciente de que era el hombre más buscado de Euskadi, aparcó el Seat León robado y se fue hacia la peluquería, no sin antes tomarse un whisky con un pintxo. No contaba con que seguían sus pasos.
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