Uno de los presuntos asesinos de Javier Ardines vivía en un piso municipal de Otxarkoaga

Residían junto a la hija mayor de la mujer, que es fruto de una relación anterior durante la cual ella dejó de vivir temporalmente en Otxarkoaga, y los otros dos hijos más pequeños que tenían en común. La familia llevaba al menos ocho años residiendo en el mismo domicilio, que es de alquiler. Al parecer, el contrato está a nombre de la pareja del arrestado.

Llevaban una vida normal y él solía ir a tomar café a los bares cercanos, aunque otros vecinos reconocen que la Ertzaintza acudió alguna vez al domicilio por las fuertes discusiones de pareja. El hombre tenía antecedentes policiales por resistencia a la autoridad, lesiones y robos. El cartero y el dueño del bar al que iba aseguran que era «una buenísima persona, un tío majo y muy amable».

El operativo arrancó al filo de las seis de la madrugada del martes, como en el resto de municipios vizcaínos implicados en la operación. Los vecinos escucharon un gran estruendo. Los agentes rompieron la puerta y penetraron en la vivienda, en la que el detenido se encontraba acompañado, al menos, su mujer. Ella se quedó en el piso, de unos cincuenta metros cuadrados, después de que su pareja fuera arrestada.

Dos perros antidroga, uno de raza de aguas y otro cruce de pastor belga, colaboraron en la inspección de la vivienda. Tras seis horas de registro durante las cuales solo se ha permitido el acceso al portal a los vecinos del inmueble, la quincena de agentes que han llevado a cabo el operativo, uniformados y de paisano, han trasladado al individuo detenido.

Previamente, habían sacado al menos dos cajas de documentación. Después, agentes de la unidad de criminalística se han enfundado un buzo y se han llevado en una grúa el coche de D. B. para tomar muestras. Estaba aparcado en las inmediaciones. Los vecinos apuntan que la familia recibía el apoyo de los servicios sociales municipales.