Los padres de Erika Yunga, René y Alba, arropados por otros familiares a la entrada del velatorio. álex Piña

«Me han quitado a mi pequeña»

«Destrozada», la familia de la niña de 14 años asesinada a puñaladas por un vecino en Oviedo le daráhoy su último adiós

R. AGUDÍN / C. DEL NERO / S. NEIRA

Jueves, 7 de abril 2022, 07:08

«Mi niña, mi niña». Alba Alvarado repetía desolada una y otra vez las mismas palabras mientras accedía al velatorio de su hija Erika sostenida por su marido, René Yunga. La menor de 14 años fue asesinada a puñaladas el martes por un vecino que «estaba obsesionado con ella», y que la atacó cuando volvía a casa a comer después del instituto y de pasar un rato con las amigas en el parque en el barrio ovetense de Vallobín. El presunto asesino, Igor P., moldavo de 32 años, se recupera de las heridas que se autoinfligió tras el atroz crimen. Aunque no le constan detenciones en España, ya había sido denunciado por acoso sexual por unas jóvenes.

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Con Oviedo todavía enmudecido por el brutal asesinato, la funeraria trasladó pasadas las dos y media de la tarde de ayer el cuerpo de la niña desde el Instituto de Medicina Legal hasta la capilla ardiente, instalada en la residencia de las religiosas María Inmaculada. Apenas cinco minutos después, la familia avanzó a pie y visiblemente afectada por la calle San Vicente para entrar en la comunidad, rompiendo a llorar ante la dureza del momento.

«Están destrozados. No hay palabras para describir lo que pasó. René me dijo: 'Me han quitado a mi pequeña'», relató un amigo a la entrada de la residencia. «Me llamó la madre para contármelo y no me lo podía creer. Dijo: 'Me han quitado a mi hija'», explicó en idénticos términos Carmen, a quien los Yunga acogieron en su casa años atrás, a las puertas del centro religioso. Hasta allí acudieron también profesores y compañeros de Erika tras el homenaje en su recuerdo en el IES de La Ería, junto a autoridades como el presidente del Principado, Adrián Barbón; el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli; o la delegada del Gobierno, Delia Losa. Todos querían arropar a los padres de la menor y a sus dos hermanos, Jhon y Randy, que encargaron una enorme corona con rosas y claveles blancos en recuerdo de su niña, a la que hoy despedirán, a las cuatro de la tarde, en la capilla de las religiosas de María Inmaculada.

«Hay pruebas suficientes»

La delegada del Gobierno aseguró que «las investigaciones van con una celeridad suprema» y «más pronto que tarde vamos a tener el resultado final que permita que este vil asesino pague su culpa». Aunque el caso sigue bajo secreto de sumario y la Policía volvió ayer al lugar del crimen para recopilar más indicios, Delia Losa avanzó que a su entender «ya hay pruebas suficientes» contra Igor P., al que se imputa un delito de asesinato. Llevaba apenas veinte días viviendo de alquiler en el primer piso del edificio de la calle Vázquez de Mella en el que residía la menor con su familia y, según ha podido saber este periódico, no tiene antecedentes policiales en España. Sí había sido denunciado por un supuesto episodio de acoso sexual a varias jóvenes, pero no llegó a ser detenido.

Ayer continuaba ingresado en la UCI del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), pero ya no en estado grave tras ser intervenido de una veintena de cortes que se asestó a sí mismo en el cuello, el tórax y una mano, y que requirieron varias transfusiones de sangre. Al cierre de esta edición la Policía aún no había podido tomarle declaración por su estado de salud.

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Además de las puñaladas autoinfligidas, el presunto asesino también presentaba otras heridas más superficiales en la cara que, según aventuran fuentes sanitarias, se pudieron producir cuando la adolescente trató de defenderse. La menor apenas tenía un hilo de vida cuando los policías consiguieron entrar por la ventana en la vivienda en la que el agresor se atrincheró con su víctima tras apuñalarla en el rellano de la escalera.

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