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David Villafañe , condenado por la muerte de su pareja, muestra un libro sobre su caso e informes forenses eFE
Un condenado por asesinato busca en Estrasburgo la «verdad científica» de su inocencia

Un condenado por asesinato busca en Estrasburgo la «verdad científica» de su inocencia

David Villafañe cumplió 20 años íntegros de prisión, no pidió permisos e hizo huelgas de hambre como protesta; ahora acude al tribunal europeo para que el Supremo reabra su caso

Mateo Balín

Madrid

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Domingo, 22 de noviembre 2020, 10:47

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David Villafañe tenía 22 años cuando fue condenado por la Audiencia Provincial de Bizkaia por un delito de asesinato a la pena de 17 años de prisión. Era julio de 1998 y fue considerado autor de la muerte de Marta Couceiro, su novia, y castigado, además, por un delito continuado de estafa a la pena de dos años y seis meses y al pago de una indemnización de 20 millones de pesetas. El Tribunal Supremo confirmó un año después la sentencia.

Villafañe, bilbaíno de 44 años, es hoy una persona sin cuentas con la Justicia tras haber cumplido la totalidad de su condena: 20 años. Siempre defendió su inocencia y nunca se acogió a permisos penitenciarios. Se 'comió' hasta el último día tras pasar por cuatro cárceles diferentes. Hizo tres huelgas de hambre en señal de protesta y estando en prisión comenzó a moverse para que los tribunales revisaran su caso.

El armazón de su defensa ha sido la ciencia y el tiempo. Se ha apoyado en los avances médicos para tratar de demostrar, a través de los peritos, que su pareja falleció de forma súbita por una patología en el corazón. Y que en ningún caso la asfixió para quedarse con su dinero: la tesis central del proceso.

De la mano del catedrático de Medicina Legal Luis Frontela, un reputado perito, han intentado rebatir los informes del Instituto Nacional de Toxicología realizados poco después de la muerte de Marta, en noviembre de 1995. En el juicio estos documentos tuvieron especial relevancia para sostener la tesis del asesinato.

Por ejemplo, la autopsia confirmó que la muerte era «de origen asfíctico y consecutivo, obra de sofocación apoyando la cara sobre una superficie blanda que produce la obturación completa de boca y orificios respiratorios». Curiosamente, también mencionaba de pasada la presencia de una alteración congénita en un ventrículo del corazón, pero en las conclusiones finales «fue totalmente ignorado».

Derecho a un proceso justo

Años después, cuando examinó el caso de David, Frontela estaba convencido de que el avance de la ciencia médica permitía concluir que la joven pudo fallecer por una miocarditis debido a las arritmias y no por una «sofocación homicida». El recurso de revisión en el Supremo buscaba reabrir el caso y volver a analizar las muestras del corazón conservadas en Toxicología. Pero la Sala Segunda (Penal) cerró esta puerta en octubre de 2019 al considerar que la prueba ya había sido valorada y era cosa juzgada.

El siguiente paso fue acudir al Tribunal Constitucional, donde los recurrentes presentaron una apelación por vulneración de la tutela judicial efectiva y el derecho a un juicio justo, pero no se admitió.

Agotadas todas las vías en España esta semana llevan el caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, su última baza. La demanda, a la que ha tenido acceso este periódico, recoge que David ha sufrido la violación de varios derechos (presunción de inocencia, tutela judicial, proceso justo...) al rechazar el Supremo la posibilidad de revisar el caso. Más si cabe porque la Ley de Enjuiciamiento Criminal española, en su artículo 954, ampara el examen de una sentencia firme cuando surjan nuevas pruebas que hubieran determinado la absolución o una condena menos grave.

En definitiva, Villafañe introduce un elemento relevante ante la corte europea: el avance de la ciencia forense cuestiona de manera directa las técnicas usadas hace 25 años, que sirvieron para condenarle, y que ahora demostrarían que Marta pudo fallecer por causas naturales. La última esperanza de David se juega en Estrasburgo.

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