Crece por la crisis el número de conductores que se van sin pagar de las gasolineras

En las gasolineras siempre se acaban percatando del suceso. «A veces ni te das cuenta porque son habilidosos, pero tenemos un chivato que se pone rojo y no cambia a verde en la caja si el anterior cliente no ha pagado», comenta un trabajador de una gasolinera de Galdakao.

Así se encienden las alarmas. Después, se localiza a la persona visualizando las imágenes de las cámaras de videovigilancia. Es fácil percatarse de qué conductor no ha pasado por la caja. Esta 'manía' ya es antigua. «Caraduras ha habido siempre», según reconocen desde el sector. «Esto ha pasado toda la vida, pero sí que es obvio que se han incrementado los números», reconoce el CEO de Easygas, Joseba Barrenengoa. De entre las personas que se van sin pagar, muchos son reincidentes. «La mayoría se hacen los despistados, como que con ellos no va la historia. Se creen que nadie se ha percatado y se marchan, pero les sale mal porque nos damos cuenta. Aunque nadie le haya visto irse sin pagar, con mirar las imágenes ya queda claro», afirma Barrenengoa.

Después, se cursa la correspondiente denuncia y la Ertzaintza comprueba la matrícula del vehículo. Lo normal es que se ponga en contacto con los conductores y éstos regresen al lugar y salden su deuda. Muchas veces vienen y pagan. Se excusan, dicen que no se han dado cuenta, que ha sido un despiste y los agentes ni siquiera les abren un expediente sancionador». Eso sí, el asunto también puede terminar en un juicio. «Hemos ido dos veces», apuntan.

Todos estos trámites resultan un incordio para los trabajadores de las gasolineras. Suponen un esfuerzo extra, pero desde la Asociación de Estaciones de Servicio de Bizkaia (Estaserbi), que integra a casi todos los surtidores del territorio, quieren dejar claro que «no hay barra libre. Siempre exigimos el pago porque la gente tiene que saber que irse de las estaciones tiene consecuencias», advierte Nuria Lekue, que no cree que haya ninguna excusa para irse sin pagar de estos negocios. «Que los precios hayan subido no debería implicar que roben, porque también hay otros productos que están más caros, por ejemplo en el sector de la alimentación, y por ello, la gente no deja de pagarlos», afirma.

Lekue puntualizó, por otro lado, que a las cosas hay que llamarlas por su nombre. «No tiene ninguna gracia que se refieran a estos hechos como 'simpas'. Lo que realmente se debe decir es que es un robo, porque es lo que se hace y no se le debe quitar importancia». La presidenta de Estaserbi recordó que todas las deudas se reclaman. «Conseguimos cobrar la inmensa mayoría de los impagos», aseguró. Además, los reincidentes se enfrentan a multas que superan los 1.000 euros y cargan con antecedentes penales.