«La vida tiene que seguir, pero no hay que pasar de un extremo a otro»

Una llamada a la prudencia que no duda en realizar Eduardo Mongil, médico anestesista en el hospital de Galdakao. La comunidad ha logrado avanzar en la recuperación de la vida conocida antes de que estallara la epidemia, pero, a su juicio, «no es cuestión de que nos den la mano y coger el brazo».

Por ejemplo, en el nuevo uso de la mascarilla. Los expertos juzgan necesario buscar un equilibrio y ser muy cuidadosos. «No es lo mismo ir por el monte a las siete de la tarde que pasear por la Gran Vía llena de gente. La vida tiene que seguir, pero no hay que pasar de un extremo a otro», advierte el especialista, delegado también del Sindicato Médico de Euskadi.

El virus sigue al acecho y el objetivo de la inmunidad de grupo no se ha amarrado. Laura Tomás, presidenta de la Sociedad Vasco Navarra de Patología Respiratoria, vaticina que el 'quita y pon' de la mascarilla para llevarla en interiores o cuando no se pueda mantener la distancia puede generar imprudencias. «A la gente se le va a olvidar en casa cuando vayan al súper o al bar, pero la realidad es que en las terrazas se ven pocas mascarillas puestas», dice.

Guillermo Quindós, catedrático en Microbiología de la UPV, cree que la retirada parcial de esta prenda debería haber llegado con una incidencia inferior a 50 casos, pero se declara consciente de que es clave dar pasos hacia la normalidad. «Es una meta muy próxima, en unos diez días se puede conseguir», apunta. En esta coyuntura, con una cada vez mayor ausencia de restricciones pero con el asedio de la cepa india, conviene poner en práctica medidas para evitar sobresaltos. Algunas corresponden a decisiones de las autoridades sanitarias, como el uso obligatorio de la FFP2 en interiores. Así lo defiende la neumóloga alavesa Laura Tomás, que no acierta a entender cómo esta iniciativa no se ha adoptado antes. «No porque la quirúrgica no sirva, pero deja muchos huecos en la cara, sobre todo en los hombres con barba», argumenta.

A su vez, el doctor Mongil ve con buenos ojos la realización de test de antígenos o de saliva antes de acudir a una boda o un concierto. «Hemos ido avanzando en herramientas diagnósticas que no son perfectas, pero hay que utilizar cuantas más se puedan. Aportan algo de seguridad, mejor que no hacer nada», opina. Y en las conductas que están de nuestra mano, no desmadrarse y pensar que la pesadilla ha llegado a su fin. «Quienes tenemos una dosis no podemos confiarnos. Seguiré con la mascarilla hasta que reciba la segunda», asegura Quindós.

Hasta alcanzar un escenario de baja transmisión, otro aspecto fundamental será la sinceridad. El docente vizcaíno advierte de la importancia de comunicar a las personas con las que se vaya a interactuar en una comida familiar o en el cumpleaños de un amigo si se ha recibido la pauta completa o se ha pasado la enfermedad: «Si estamos en un txoko con personas que no son de nuestra burbuja, hay que ser cuidadosos y tener un buen intercambio de información».