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Antxon Txapartegi posa en el despacho de su casa.
Antxon Txapartegi | Secretario técnico de la D. O. Bizkaiko Txakolina

«Salir a la calle preocupa y libera»

Yo me quedo en casa ·

El secretario de la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina trabaja y ve periódicos, películas y series de naturaleza

Domingo, 5 de abril 2020, 23:40

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La incredulidad con la que una inmensa mayoría de ciudadanos asiste a la expansión incontrolable de la epidemia tiene, quizá, su máxima expresión cuando uno no puede evitar salir a la calle para hacer sus compras. Es lo que le sucede a Antxon Txapartegi, secretario técnico de la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina. Cuando pisa las aceras del barrio getxotarra de Santa Ana, en Las Arenas, le invade «una mezcla de preocupación y de liberación. Alarma porque vas mirando a ver si viene alguien y va a pasar cerca de ti o porque hay una cola delante de la tienda; alivio porque vuelves a pisar la calle después de unos días sin salir de casa».

Txapartegi se levanta hacia las 8.30 horas y, tras prepararse y desayunar, echa un vistazo al periódico y revisa los correos electrónicos, cruza wasaps con sus colaboradores e intenta mantener activo su trabajo. «Pero es poca cosa, las obligaciones laborales son pocas: algún bodeguero que te pide contraetiquetas para sus botellas, otro que te pide ayuda para algún expediente de ayudas...».

Después de intentar mantener esas rutinas que con frecuencia tanto nos cansan pero que ahora añoramos, llega ese largo tiempo de ocio, que para Antxon Txapartegi se centran en la convivencia con su familia, la lectura del periódico y la televisión. «Cuando estalló la epidemia estaba más pendiente de las noticias en torno a la enfermedad, pero ahora las sigo menos. Es deprimente escuchar un día tras otro que estamos llegando al pico, que hemos alcanzado la meseta... y mientras tanto está muriendo más gente».

«Cuando estalló la epidemia estaba pendiente de las noticias; ahora menos»

De lo abstracto a lo real

Y lo que antes era información abstracta, lejana, con el paso de los días se ha vuelto real, cercana, impactante. «Al principio te parecía que era algo que estaba ocurriendo en una residencia en Madrid o no sé dónde, pero ha llegado el momento en que empiezas a saber que tienes amigos o familiares enfermos», explica.

Pero aislarse es imposible, de modo que Txapartegi ojea este mismo diario, atiende a los informativos y dedica el resto del tiempo a los reportajes de naturaleza, esa cita a veces apacible, otras cruel, con un mundo que generalmente está ahí fuera y lejos, y a ver películas. ¿Algún título en concreto, algún filme que querías ver o recordar? «No, miro la programación y elijo según lo que haya». ¿Y series, ese artefacto audiovisual que se anticipó al coronavirus en la rapidez de su expansión? «No, no soy muy de engancharme a las series, porque al principio te da un subidón y, según pasan los capítulos te toca el bajonazo». ¿Lecturas? «Pues no, tampoco soy de libros».

En esta época triste que nos ha tocado vivir, y en la que vivir así sigue siendo un consuelo, Txapartegi dedica también parte de su tiempo a mirar por la ventana. La primavera se abre camino, árboles y plantas comienzan a brotar, la luz es más brillante y nutritiva pero...

«Miras a la calle y te queda una sensación rara. Hasta el mediodía ves algo de gente, poca, pero según pasan las horas dejan de circular los coches, las aceras se van vaciando hasta que de repente ya no ves a nadie. Y piensas que está bien, que es imprescindible quedarse en casa, pero es raro», resume.

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