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La sexualidad humana se prepara para un nuevo cambio tan revolucionario como el que se vivió en los años sesenta, si se confirma la tendencia descubierta en Reino Unido. Muchas parejas británicas han comenzado a abandonar en su planificación familiar el uso de anticonceptivos hormonales ... y han regresado a métodos tradicionales, como el preservativo, el conteo de los días fértiles y la 'marcha atrás'. Un estudio publicado en 'British Medical Journal' (BMJ) asegura que éste es un fenómeno al alza que comenzó hace cinco años por la creencia, cada vez más extendida, de que el consumo de píldoras anticonceptivas dificultaría posteriores embarazos y favorecería el riesgo de abortos de repetición. La Sociedad Española de Contracepción (SEC) lo niega de forma tajante. La organización profesional asegura que existe «abundante evidencia científica» de la falsedad de «ese viejo rumor», que se extiende cada vez más como consecuencia de la «desinformación» que puebla las redes sociales. España, según afirman, está de momento en las antípodas de esa moda.
El trabajo se publica, en concreto, en la edición de salud reproductiva y sexual de BMJ y se hizo con mujeres que habían sufrido un aborto en los últimos cinco años. Los investigadores encontraron, para su «sorpresa» que el uso de píldoras, implantes, parches y anillos vaginales había dado paso a viejos métodos que se creían prácticamente en desuso. Entre ellos, el de Ogino, basado en los picos de fertilidad y ovulación mensual.
Aunque los autores del trabajo consideran que deberían hacerse nuevas investigaciones para determinar las causas de este fenómeno, la razón principal del cambio parece encontrarse en el aumento de las tasas de embarazos perdidos. Los autores aseguran que el de Reino Unido no es un caso aislado, sino una situación que está viviéndose en todo el mundo occidental. Las mujeres británicas que, según este trabajo, utilizaban la píldora anticonceptiva en 2010 eran aproximadamente la mitad de las que se encontraban en edad fértil. Esa cifra ha ido disminuyendo desde entonces «de manera constante».
La Sociedad Española de Contracepción no comparte este criterio. Una encuesta realizada por la organización profesional el año pasado reveló que los métodos naturales, basados en los días fértiles de cada mujer, apenas son utilizados en España por el 0,8% de las parejas. «Desde luego, los resultados de ese trabajo no son para nada extrapolables a nuestro país. Hay procedimientos incluso poco eficaces, como el 'coitus interruptus' que son mucho más utilizados que los llamados naturales, pero los más utilizados, de largo, son los hormonales y el DIU», reflexiona el ginecólogo Abel Renuncio Roba, portavoz de la SEC.
Abel Renuncio Roba
Ginecólogo, portavoz de la Sociedad Española de Contracepción (SEC)
El criterio aceptado por la comunidad científica internacional como tasa de fracaso sitúa que los métodos naturales fallan entre el 2% y el 23% de las veces, según distintos estudios. Píldoras e implantes llegan al 7% y el dispositivo intraterino (DIU), el más eficaz, a menos de un 1%. El estudio, con datos del Servicio Británico de Asesoramiento sobre el Embarazo referidos a unas 88.500 mujeres, se publica en una revista de referencia internacional, muy posiblemente una de las tres más reconocidas del mundo junto a 'Lancet' y 'Nature'; pero contiene a juicio de Renuncio Roba, dos «paradojas» que no pasan desapercibidas. Por un lado las que se quejan de haber sufrido abortos de repetición son «mujeres que buscan un método eficaz de anticoncepción». Todas ellas, al mismo tiempo -añade- están apostando por utilizar «procedimientos naturales basados en la fertilidad que la propia Organización Mundial de la Salud cataloga como poco eficaces».
Los métodos hormonales de anticoncepción comenzaron a ensayarse en la segunda mitad de los años 50 del siglo pasado, aunque fue en los sesenta, con el auge del movimiento feminista y el fenómeno social de la liberación de la mujer, cuando su uso comenzó a normalizarse. Desde entonces se han publicado «infinidad de estudios», como coinciden en señalar tanto los autores del trabajo como la SEC, que han demostrado que se trata de «terapias seguras y eficaces», que tienen además otras ventajas añadidas. Reducen el sangrado y el dolor que con frecuencia acompañan a la regla, contribuye a regularizarla y permite controlar otros fenómenos hormonales relacionados con ella, como la aparición de acné y aumento del vello en las axilas y las partes íntimas.
¿Cómo es posible entonces, con tanto argumento a favor de la píldora anticonceptiva, que en pleno siglo XXI resurjan planteamientos que se creían superados? Los expertos, tanto británicos como españoles, coinciden en la respuesta. Las redes sociales y su enorme capacidad para replicar ideas sin ningún aval científico se han convertido en uno de los mayores enemigos de la prevención en salud. «No importa tanto lo que cuentas como conseguir pinchazos en tu noticia o seguidores que garanticen ingresos por publicidad. El ámbito sanitario no se libra de la desinformación». «Si lo piensas fríamente debería ser incluso al revés», reflexiona el ginecólogo de la SEC. «Abortos de repetición deberían llevarnos a buscar métodos anticonceptivos lo más seguro posibles. Resulta sorprendente», concluye.
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