Radiografía de Osakidetza: los males que afectan al enfermo

Pradales hizo público el pasado jueves un descarnado análisis del momento que vive el Sistema de Salud, lastrado principalmente por las listas de espera, la falta de médicos y un funcionamiento «vertical» y con «exceso de burocratización» que toca adaptar a una nueva era: en Euskadi cada vez somos más viejos y cada vez vamos a necesitar más cuidados. El lehendakari fue rotundo en el estreno del foro en el que el Ejecutivo quiere «transformar» Osakidetza de la mano de los principales agentes médicos, sociales, educativos y políticos del país.

El diagnóstico es solo el prólogo de un extenso documento que fue entregado a todos los integrantes del Pacto de la Salud. El Gobierno radiografía a lo largo de 264 páginas la realidad demográfica del país y el sistema sanitario público para aportar un punto de partida a unas deliberaciones que buscan sentar las bases de un nuevo modelo para «diez o quince años». El informe reconoce déficts, revela que ya han empezado a buscarse salidas y previene ante los nuevos problemas que pueden presentarse en el futuro si Osakidetza no recupera su vigor y la gente no pone de su parte. Estas son algunas de las heridas que necesitan sutura.

La pandemia supuso un impacto inesperado y brutal para los sistemas sanitarios de todo el mundo, y Osakidetza no fue una excepción. Tras casi cuatro décadas de actividad, la joya de la corona del autogobierno vasco enseñó sus costuras por primera vez con la crisis sanitaria. El asunto es que la presión asistencial dejó al aire problemas que ya estaban ahí, cocinándose a fuego lento desde años atrás por la falta de previsión. Por ejemplo, no haber enfrentado con margen el relevo de los miles de profesionales que alcanzan la edad de jubilación esta década.

El Departamento de Salud reconoce que no fue hasta los primeros meses de 2023 cuando el sistema público «recuperó la normalidad» y volvió a mirar de frente a las enfermedades comunes y a su organización. Lo que se encontró fue un «exceso de pacientes» en las listas de espera para citas ambulatorias, consultas externas y operaciones. Desde el pasado verano se busca rebajar la demora media a 65 días cuando se encontraron casos de ciudadanos que han esperado más de seis meses. Otro reto es recuperar la predominancia de las citas presenciales a las que el covid arrinconó. El objetivo: que siete de cada diez consultas sean cara a cara.

La Atención Primaria es una de las principales puertas de acceso a Osakidetza, y no abre nada bien. El Gobierno busca fórmulas para hacer «atractiva» la profesión de médico de familia en la que el porcentaje de plazas sin cubrir es el más alto del sistema con todo lo que eso supone: dificultades para lograr cita, cierres puntuales de centros de salud en vacaciones y profesionales sobrecargados. «Los ratios de pacientes son cada vez más altos debido a la escasez de profesionales», reconoce el análisis.

Pasa, por ejemplo, en los Puntos de Atención Continuada (PAC), que el año pasado superaron el millón de atenciones en total por primera vez. O en la labor de las matronas, que atienden cada una a 22,8 embarazadas este curso. El año pasado eran menos de 19. Osakidetza lo atribuye a que han incorporado la supervisión del cribado de cérvix. En los centros de salud, que en 2023 acumularon 9,8 millones de consultas, se programan ya un 70% de citas presenciales pero solo llegan a desarrollarse un 50% debido a la «agenda sobrevenida» de los doctores o a las que se zanjan por teléfono o en enfermería.

Una de las consecuencias de las carencias en la Atención Primaria es que la gente, en caso de necesidad, se va a las Urgencias de los hospitales. El informe reconoce un incremento sustancial de la presión los dos últimos años que, si se mantiene la tendencia del primer trimestre, llevará a un récord de pacientes atendidos este 2024. Lo que sí está consiguiendo este año Osakidetza por fin es una recuperación de camas para hospitalizaciones gracias al retroceso del covid. Hay más que nunca (5.472) y tres de cada cuatro están permanentemente ocupadas pese a que los pacientes pasan una media de 5,13 días ingresados. Supone el dato más bajo de permanencia desde la prepandemia.

También está al alza la cifra de operaciones y de pruebas complementarias como los TAC, las endoscopias y las radiografías «fruto del plan de recuperación» de la normalidad post covid. Donde hay un debe evidente es en la red de Salud Mental, cuya demanda se ha disparado. Durante los primeros seis meses de este año se ha tratado a 90.000 pacientes cuando en todo 2023 fueron 109.000. En el año previo a la pandemia no se llegó a 97.000.

Una de las grandes cuestiones a solucionar. El año pasado Osakidetza activó un «plan de abordaje» para frenar la sangría en la Atención Primaria y en las cirugías, con especial atención a la oncológica y la cardiaca. En su análisis, el Departamento de Salud asegura que ya ha alcanzado el objetivo de que médicos de familia y pediatras atiendan en un máximo de 48 horas. Sin embargo, en el primero de los casos durante las últimas semanas -verano- la espera media ha sido de más de dos días, y casi tres en julio. Las OSI de Gipuzkoa y la de Uribe y Barrualde son en las que más hay que limar.

En el caso de la atención especializada, la meta es situar la demora «por debajo de los dos meses». En mayo, último dato oficial, el número de pacientes en lista de espera para una intervención quirúrgica era de 23.320 personas. Se ha conseguido reducir el tiempo para ser operado de los 60 días de 2023 a 57,3. En cuanto a las consultas externas, en el sistema público hay que esperar 68,5 días de media para ser examinado. El pasado año acabó con una demora de 80. Un total de 119.643 personas estaban en lista de espera antes del verano.

Otro de los grandes caballos de batalla. Porque aunque se busquen médicos, no hay todos los que se necesitan. Un mal que no es exclusivo de Euskadi. El Departamento de Salud reconoce una «escasez» de ciertos perfiles sanitarios a la hora de completar su plantilla y el problema principal es el de los facultativos. Durante los últimos seis años Osakidetza ha incorporado a su estructura a 1.515, aunque apenas 289 durante el último ejercicio en el que las carencias se han acentuado. En total, el servicio público cuenta ahora mismo con 8.099 facultativos, el 25% de la plantilla total. Y no son suficientes.

En Atención Primaria había el pasado año 186 puestos médicos sin cubrir, a los que había que sumar otras 33 plazas vacantes de pedriatras en los hospitales. Salud publicó hace unos meses un listado con 52 especialidades que considera «deficitarias o de difícil cobertura» y 3 más de Enfermería que identifica el Ministerio de Sanidad. Según el informe presentado el jueves, el 76% de la plantilla de Osakidetza está compuesta por mujeres... aunque son minoría en la cúpula directiva del servicio (46%).

El sistema de atención que tiene en marcha Osakidetza desde hace algunos años divide las sedes sanitarias en cuatro tipos. En la cúspide aparecen los grandes hospitales (Cruces, Donostia, Álava...), que son los que cuentan con más camas disponibles y se dedican a atender a los pacientes con las dolencias más complejas, las que requieren pruebas de alta tecnología. Mantener estos servicios de «baja prevalencia» se ve como un «reto importante» vista la situación general.

A cambio, el Departamento de Salud ha iniciado la gestión de los hospitales comarcales, una red que ha ido reforzando durante los últimos años y que dedica a las hospitalizaciones de media y larga estancia además de a afianzar la llamada cartera de servicios. Concentran unidades de Medicina Interna, Traumatología, Ginecología, Oftalmología... el problema es que la falta de personal especializado en este tipo de centros, que no generan tanto interés como los grandes hospitales, hace inviable mantener en cada uno equipos de, por ejemplo, Cardiología, Neumología o Dermatología. La solución en la que trabaja el Gobierno autonómico es la creación de una «red» que permita a los profesionales prestar atención rotatoria en centros «vecinos» para paliar las carencias.