La pandemia 'quema' a médicos y enfermeras vascos y acelera sus procesos de jubilación

Lo resume con contundencia Eduardo Mongil, anestesiólogo en Galdakao y delegado del Sindicato Médico de Euskadi: «Entras al hospital resignado porque vas a ver a muchos pacientes graves. Empiezas la guardia y sabes que no vas a dormir en toda la noche. Entre los compañeros el ambiente ya no es el mismo. No tenemos tiempo para relajarnos, hablar de otras cosas o preguntar por la familia. En la unidad de críticos estamos al 200% de nuestra capacidad habitual y esa sobrecarga genera estrés y ansiedad. Son ya dos años de pandemia y a nivel psicológico se hace duro tratar a tantos enfermos malitos y sobrellevar el aumento de las muertes en las UCI que ha traído el coronavirus».

Sus palabras reflejan el agotamiento que sufre buena parte de la plantilla de Osakidetza tras 22 meses de intenso trabajo y sin la certeza de que el escenario vaya a cambiar a corto y medio plazo. Es una muestra de lo que se ha denominado el síndrome de Burnout o estar 'quemado'. Se produce cuando el profesional soporta una elevada carga de trabajo sostenida en el tiempo a lo que se suman diferentes factores. Uno de ellos es cómo se organiza este trabajo por parte de los gestores sanitarios. La falta de personal en algunos ámbitos, que no se cubran las bajas de los compañeros o hacer a los profesionales doblar turnos y cambiarles los horarios son aspectos que contribuyen a generarlo.

El problema ya existía antes de 2020 pero en estos dos ejercicios el número de sanitarios afectados se ha disparado. Aunque no hay estadísticas oficiales recientes, sí existen estudios publicados durante la pandemia como el elaborado por la Fundación Galatea y la Organización Médica Colegial. El psiquiatra Juan Luis Mendívil, encargado de los programas de apoyo psicológico de los colegios de Médicos y Enfermería de Bizkaia, estima que afecta «en diferentes grados a un 60%» de estos sanitarios del territorio.

En estos últimos meses ambos programas han registrado un incremento del número de sanitarios que solicita ayuda psicológica y «el 70% lo hace por el Burnout generado en su trabajo por el covid». Los casos más agudos son aquellos que requieren de tratamiento y precisan de una baja laboral. En el caso de los profesionales veteranos hay quienes valoran jubilarse antes de tiempo u optan por no prolongar su carrera tanto como ellos hubieran deseado, si las condiciones de estrés laboral fuesen otras. Eso es algo que ven con frecuencia en SATSE. Según explica Amaia Mayor, su secretaria en Bizkaia, en el sindicato han registrado un incremento significativo de consultas de enfermeras veteranas «que ya no pueden más y quieren saber cómo les queda la pensión si adelantan la jubilación». Las jóvenes afectadas por este síndrome lo que suelen consultar es «cómo pueden pedir un traslado fuera de la Atención Primaria», el ámbito donde mayor proporción de sanitarios 'quemados' hay por las condiciones en las que tienen que desarrollar su trabajo.

Tanto en enfermería como en medicina Osakidetza permite desde la pasada década extender la actividad laboral por encima de los 65 años. Hasta los 67 y 68, respectivamente, a través de prórrogas anuales que deben ser autorizadas previamente por Salud. Los datos de jubilaciones facilitados por los colegios profesionales de Bizkaia a EL CORREO muestran cierto cambio de tendencia en este periodo de pandemia. En la enfermería, mientras que en 2019 se jubilaron 202 profesionales y 207 en el siguiente, en 2021 esta cifra se ha elevado a 229, un 13% más que en el último año previo a la pandemia. Con los médicos, el número de jubilaciones es similar al de ejercicios anteriores (138 en 2018, por 146 en 2019, otras 160 en 2020 y 153 en 2021). Pero lo que sí se aprecia es una reducción de profesionales que optan por prolongar su actividad. Mientras en los tres años anteriores sobre un centenar de facultativos vizcaínos decidían seguir en sus puestos un ejercicio más, en 2021 han sido sesenta.

Para la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao «el Burnout incrementado durante esta pandemia es, sin duda, uno de los motivos que está detrás del adelanto de la jubilación entre los sanitarios, porque existe un hartazgo importante, en especial en la Atención Primaria donde hay mucha gente que ya no aguanta más». Así lo indica Ricardo Franco, presidente de la entidad y jefe de sección del Servicio de Medicina Interna en el hospital de Basurto. El facultativo lamenta que «ni desde los servicios de Salud Laboral ni desde las direcciones de los centros se nos pregunta a los profesionales cómo nos encontramos y si estamos quemados».

Según explica Mendívil el síndrome del 'quemado' no distingue de edades. En el ámbito sanitario es la Atención Primaria donde se concentra una mayor proporción de casos y, por sexos, se da más en mujeres por las dificultades para conciliar vida laboral y familiar. «Con la pandemia esto es algo que se ha desbordado. Son muchos los que se han tenido que coger la baja por este problema de salud mental, pero lo hacen con sensación de culpa y de dejar tirados a los compañeros», explica el psiquiatra. Los profesionales que lo padecen «deshumanizan al paciente», actúan como autómatas y esto reduce la calidad asistencial y abre la puerta a que se produzca el error. «Por eso es importante establecer medidas preventivas para evitar llegar a estas situaciones».

Uno de los facultativos que ha colgado la bata durante esta pandemia ha sido Jesús Ángel García. Este médico de familia nunca se planteó prolongar la actividad más allá de los 65, pero el deterioro de la Primaria le llevó a jubilarse con 64 en 2020. «Soy un enamorado de mi profesión, pero la dejadez de la Administración hacia la Primaria ha sido tremenda hasta dejarla hecha un desastre. Los profesionales nos hemos sentido maltratados», critica. La manera en la que se gestionó la implantación de la historia informática, la decisión de no aumentar las plantillas y no cubrir bajas, la sobrecarga de tareas administrativas, o el no asignar a los veteranos unas funciones adecuadas a su experiencia y dedicarlos a formar a los jóvenes en vez de exprimirlos pasando consulta fueron algunos de los motivos que minaron sus ganas de seguir. «Lo que te quema es la gestión sanitaria cuando esta no es buena», dice.

En su caso este antiguo médico del centro de salud de Kueto, en Sestao, se iba a jubilar en primavera de 2020 pero con la llegada del covid decidió aguantar hasta septiembre para «echar una mano» a sus compañeros durante aquella primera ola y los meses posteriores. Y aunque quemado por el deterioro de la Primaria decidió no continuar en su puesto, encontró con varios compañeros la manera de seguir ejerciendo de otra forma». Abrieron en el Colegio de Médicos una oficina de voluntades anticipadas. Ahora se ha presentado voluntario para colaborar en la concesión de las bajas laborales a los miles de infectados por ómicron. «Me siento bien porque tengo la sensación de que estoy ayudando a los compañeros de los ambulatorios que están desbordados».

68edad máxima hasta la que pueden alargar su carrera los médicos en Osakidetza.

229enfermeras se jubilaron en 2021, un 13% más que las que lo hicieron en 2019.

60médicos en edad de jubilación prolongaron en 2021 la actividad frente a los 100 de los tres años anteriores.