Osakidetza recurre a técnicas de marketing en busca de donantes jóvenes de sangre
Despliega una estrategia con mensajes «potentes» en las redes sociales para garantizar el relevo generacional, ya que cada año 50.000 vascos precisan una transfusión
La sangre no se fabrica y todos los días se necesita en los hospitales. Por ello, la donación altruista es la única forma de conseguir ... una sustancia vital. Esto lo sabe todo el mundo y, sin embargo, no está interiorizado. «Lo primero que hago cada mañana en cuanto llego a trabajar es mirar cómo ha ido el día anterior. Es una preocupación constante porque los productos que se obtienen de la sangre caducan», cuenta el director del Centro Vasco de Transfusiones y Tejidos Humanos (CVTTH), Miguel Ángel Vesga.
¿Pero no se ha dicho siempre que el índice de donación del País Vasco es muy alto? Vesga asiente. «Cuando se hace un llamamiento porque han bajado las reservas, la gente acude masivamente. Pero no se trata de eso. Se trata de tener cubierta la demanda diaria, sin altibajos. Y para ello, precisamos donantes fieles. Cada día necesitamos que quinientas personas acudan a las unidades móviles o a los centros fijos a extender su brazo. Son imprescindibles para el funcionamiento de nuestro sistema sanitario. 50.000 personas necesitan cada año sangre», insiste.
Aunque los tres periodos vacacionales del año ponen en aprietos al CVTTH, las necesidades actuales se cubren. Pero este médico hematólogo expresa su preocupación por un futuro cada vez más cercano. «Las personas que dan sangre de forma habitual se hacen mayores y los jóvenes no toman el relevo. Tenemos una bolsa de 60.000 donantes. Cada año se pierden del orden de 7.000, una cantidad que hay que reponer».
Desde hace tiempo, el director del Centro Vasco de Transfusiones viene hablando de la necesidad de atraer a la población menos adulta, porque los mayores de 65 años -5.500- se han duplicado en una década. Para conseguirlo, se ha puesto en marcha una estrategia que consiste en llegar al colectivo juvenil a través de sus canales de información. Así, se ha incorporado al equipo del centro un experto en markéting y nuevas tecnologías, como responsable de promoción. «Se trata de usar las formas de comunicación que utiliza la gente joven», explica Iñigo Salaverri. «Divulgar la donación en las redes sociales», detalla.
En este proyecto que acaba de echar a andar, Salaverri va de la mano con Antón Cabo, un enfermero veterano de los equipos de extracción cuyo cometido ahora es la relación con los donantes y con la red de voluntarios que en cada municipio divulgan fecha, hora y lugar en la que se va a instalar la unidad móvil. «Hay que crear un discurso potente sobre la donación para que la gente lo interiorice y se comprometa. Hay que decir que tenemos un gran servicio de salud, pero para funcionar necesita sangre», recalca Cabo.
En cifras
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60.000 personas conforman la bolsa de donantes. Cada año hay que reponer del orden de 7.000.
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500 personas acuden cada día a donar, pero son 400 las que pueden hacerlo.
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400 donaciones suponen 400 bolsas de hematíes para transfusiones; 400 de plasma para elaborar medicamentos y 80 dosis de plaquetas para enfermos de cáncer.
Otro pilar de la nueva estrategia es el cuidado de la salud de los donantes. De esto se ocupa Fernando Urbano, un médico de familia que, entre otros cometidos, ha de garantizar que quien da sangre sea una persona sana. De hecho, en el momento de la donación lo primero que se hace es extraer una muestra para su análisis. En caso de que se detecte alguna anomalía, esa donación se deshecha.
Al preguntar por qué cuesta tanto lograr el relevo generacional, Miguel Ángel Vesga responde que «la vida ha cambiado. Ahora se viaja mucho y cuando se hace a determinados países no se puede dar sangre en varios meses. Lo mismo ocurre con los tatuajes o 'piercings', hay que esperar un tiempo. Si a esto se añade que muchos jóvenes estudian o trabajan fuera, van y vienen... Es muy difícil conseguir la fidelización».
Por ello, los responsables de promoción en cada provincia van a los institutos y a las facultades a captar savia nueva. Su labor no consiste solo en animar a los estudiantes a subir a la unidad móvil a extender su brazo. Les explican que la sangre se necesita cada día. Que con cada bolsa se obtienen tres componentes sanguíneos para ayudar a tres enfermos diferentes. «Que la donación no debe estar vinculada a situaciones de tragedia o de emergencia sino que debe ser un acto cotidiano y habitual en nuestras vidas».¿Por qué? Simplemente porque no se fabrica.
«Es importante incorporar a las minorías sociales»
Las transfusiones son cada vez más precisas. Esto significa que se mira al máximo la compatibilidad entre el donante y el receptor. Hay ocho grupos sanguíneos principales y decenas de subtipos. Cuantas más variedades de sangre haya en el centro de Galdakao, mucho mejor para la persona que va a ser transfundida. «La donación tiene que ser un fiel reflejo de la población. Por tanto, hay que incorporar a las minorías sociales», comenta Miguel Ángel Vesga.
La argelina Djamila Adnane, vecina de Vitoria, ha respondido al llamamiento. Acaba de hacerse donante. «A mi marido le han operado de la cadera. Necesitó sangre y se la dieron. Ahora quiero yo dar sangre. Para nada me da miedo el pinchazo», dice mientras le hacen las pruebas previas.
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Víctor Martín Dorronsoro, 18 años
«Es la primera vez que doy sangre y creo que repetiré»
Víctor Martín Dorronsoro tiene 18 años, es guipuzcoano de Ormaiztegi y desde hace poco más de un mes vive en Vitoria, porque se ha matriculado en la Facultad de Letras de la UPV/EHU para estudiar el primer curso del grado de Historia. Hace unos días, la unidad móvil que se desplaza por Álava en busca de sangre se plantó en el campus universitario. Los responsables de la facultad ya habían comunicado previamente a los estudiantes que allí iba a estar el equipo sanitario de extracciones. A Víctor Martín Dorronsoro le llegó el mensaje y no se lo pensó mucho. «Como nunca había dado sangre... me he animado a salir por probar algo nuevo», cuenta con toda naturalidad. «La experiencia ha sido buena. No he sentido el pinchazo y, sí, creo que repetiré», afirma.
Este joven universitario, de conversación pausada, no ofrece muchos más argumentos para explicar los motivos que le han llevado a subirse al autobús y extender el brazo. «No voy a decir que es por solidaridad... Eso me parece pretencioso. Me he animado y ya está. Una nueva experiencia y si a alguien le viene bien, estupendo», enfatiza.
Esta primera extracción, de la que casi «no me he enterado», le ha servido para conocer el entramado de la donación. «No tenía ni idea. Ahora sé que toda la sangre va al mismo laboratorio, que allí se analiza y se procesa y tampoco sabía que sirve para elaborar medicamentos y para los enfermos de cáncer... Es muy interesante», se sincera. «Pues claro que sería bonito que los jóvenes nos animemos a ser donantes... Yo creo que seguiré», señala.
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Inmaculanda Baranda, 52 años
«No soluciono los problemas del mundo, pero voy encantada»
«Excepto en mis dos embarazos, soy donante desde los 18 años. No creo que con esto soluciono los problemas del mundo, pero voy encantada», cuenta Inmaculada Baranda. Esta bilbaína acude periódicamente al Centro Vasco de Transfusiones y Tejidos Humanos de Galdakao. Unas veces da sangre y otras plasma por el procedimiento conocido como aféresis, consistente en separar por centrifugación los diferentes componentes. El elegido, plasma en este caso, es recogido en una bolsa y las células restantes vuelven al donante por la misma vía de extracción.
Inmaculada participa en este programa unas seis veces al año. «¿Que por qué empecé tan joven? Bueno... Mi madre estaba enferma cuando yo era niña y adolescente. Un día dijeron que había que operarla y que se necesitaba una transfusión. Un compañero del instituto se ofreció a la primera. Me pareció un gesto tan altruista, un ejemplo, que desde ese momento sentí inquietud por hacer lo mismo».
Y así lleva más de tres décadas. «No soy ninguna heroína. Dar sangre no supone ningún esfuerzo. Es muy fácil. Te atienden estupendamente. A mí nunca me ha pasado nada... Y, de verdad, cuando donas sientes cierta satisfacción». Además de donante, esta mujer es activista. «Le digo a la gente que donar está de moda», sonríe. Totalmente convencida, no entiende que las reservas bajen peligrosamente varias veces al año. «Está en nuestra mano que no ocurra... Todos tenemos sangre y todos la podemos necesitar», advierte.
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