Osakidetza detecta la suplantación de identidad entre algunos jóvenes para no hacerse una PCR

El Departamento de Salud indica que, «por lo general, las personas cumplen los requerimientos establecidos por los equipos de rastreo, pero de vez en cuando se identifican casos» de este tipo, aunque «no es lo habitual». Aún así, y para intentar que no se produzcan, la Dirección de Asistencia Sanitaria está advirtiendo de esta picaresca a los profesionales encargados de la realización de las pruebas. Para evitarlo, Osakidetza les ha pedido que estén más pendientes en la comprobación de la tarjeta sanitaria (TIS) y el DNI para cerciorarse de que quien se presenta es el citado y no otro.

En algunos de los casos detectados, según ha podido saber EL CORREO, los jóvenes que se buscaron un sustituto argumentaron que lo hicieron porque «tenían sus vacaciones planificadas» y no querían alterarlas por dar positivo o tener que someterse a una cuarentena. La picaresca forma parte del problema de salud pública que afronta Euskadi ahora mismo: el creciente avance de la infección entre la juventud.

El final del estado de alarma y unos hospitales prácticamente despejados de covid a causa del avance de la vacunación han dejado al Gobierno vasco con las manos prácticamente atadas para tomar decisiones que permitan atajar la coyuntura. Este periódico también ha confirmado que el Gabinete de Urkullu llevará el miércoles al Consejo Asesor del LABI la posibilidad de adelantar el horario de cierre de hostelería y acelerar al máximo la vacunación de la población más joven. El regreso imperativo de las mascarillas en la calle, aunque solo fuera por «pedagogía social», resultará casi imposible, al ser una competencia del Gobierno central.

El grupo que dirige el lehendakari tiene previsto sacar adelante en su reunión de mañana un nuevo plan de acción, un LABI IV, más ajustado a la realidad actual. Con las franjas de las personas mayores prácticamente vacunadas de 50 años para arriba, salvo algunas preocupantes excepciones, el desafío sanitario ha dejado de ser salvar la vida de las personas mayores. El reto ahora consiste en contener una epidemia desbocada y nueva. Con un porcentaje de positividad ayer del 6,9%, los casos se centran en un grupo de población infectado por una forma de virus muy contagiosa, pero que, en general, no precisa atención hospitalaria.

La mayoría pasará la infección en su casa. Pueden colapsar la Atención Primaria y generar muchos quebraderos de cabeza a sus padres, especialmente a los que tengan entre 60 y 69 años. Casi la mitad de todos ellos están pendientes de recibir su segunda dosis (45,3%) y hasta uno de cada cinco mayores de 50, también. A las familias de esos chicos y chicas que se están contagiando estos días, y, por supuesto, a ellos mismos, son a quienes tratará de proteger mañana el LABI.

La capacidad de movimiento del Gobierno vasco es limitada y se centrará hacia dos focos. Urkullu planteará a su panel político un recorte del horario de los bares, siguiendo el modelo de otras comunidades como Navarra y Cantabria. Tampoco se descarta volver a rebajar a cuatro la capacidad máxima de las mesas de bares y restaurantes, ampliada a seis el pasado 19 de junio.

El otro objetivo es acelerar la vacunación entre los más jóvenes. La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ya ha dado carta verde para que las comunidades lo hagan y Cataluña ya ha anunciado su intención de impulsarla. Euskadi quiere antes un acuerdo común del Consejo Interterritorial, que le falló la semana pasada. Pero volverá a intentarlo mañana.