La mala fama de los edulcorantes: ¿dónde está el peligro?
Algunos estudios ponen sobre la mesa potenciales efectos negativos sobre la salud, pero hay que saber leer entre líneas, sostienen los expertos
Cuando a principios de mes se publicaron los resultados de una investigación sobre los efectos del edulcorante sucralosa en pacientes oncológicos, muchos se echaron las ... manos a la cabeza. ¿También este es malo?, era la pregunta. La endocrinóloga Firorella Palma Candia arquea las cejas. «El estudio de la Universidad de Pittsburg sugiere que altas ingestas de este edulcorante podría reducir la eficacia de algunas inmunoterapias al cambiar el microbioma y la disponibilidad de arginina», explica. Eso no significa que sea nocivo y, además, «no es extrapolable a toda la población», añade.
La cifra
90 gramos
de edulcorantes consume cada español al año, según el panel de consumo alimentario del Gobierno.
Lo hace con paciencia porque la mala fama de los edulcorantes se agranda a cada nueva publicación sobre sus efectos en la salud. Y añade más confusión sobre su seguridad, un capítulo en el que la especialista, miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), es tajante: «Todos los edulcorantes comercializados utilizados dentro del marco legal se consideran seguros».
El nutricionista Pablo Zumaquero tampoco admite debate: «Son seguros en cuanto a su toxicidad. Cada año se evalúan sus dosis máximas». Es decir, la cantidad a partir de la cual podrían causarnos algún problema de salud. Cada edulcorante tiene una ingesta diaria admisible, explican ambos expertos. Si no la superamos «el riesgo de que den problemas es bajo».
«Todos los edulcorantes comercializados dentro del marco legal son seguros»
Fiorella Palma Candia
Endocrina y miembro de la SEEN
La del aspartamo, al que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer clasificó como «posiblemente carcinógeno» en 2023, está en 40 miligramos por kilo de peso corporal y día, según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Pero llegar a esa cifra es complicado en el marco de «una dieta equilibrada y hábitos de hidratación saludables», aclara la portavoz de la SEEN. «Una persona de 70 kilos podría ingerir hasta 2.800 miligramos al día sin superar esa cifra. Y para llegar al límite de consumo había que tomar, por ejemplo, unas 15 latas de refresco 'light', por poner un ejemplo», continúa. Para Zumaquero, si llegas a tomar esa cantidad de latas no es que tengas un problema con el edulcorante, sino de hábitos.
Ictus e infartos
«El problema que hay detrás de sustituir el azúcar por edulcorantes es que el objetivo final no es tomar dos litros de refresco 'light', sino que acabes sustituyéndolo por agua y hacerlo de un modo progresivo, para que no tires la toalla la primera semana», aclara el nutricionista. Porque aunque los endulzantes acalóricos sean seguros, «otra cosa es si son saludables, y ahí la respuesta es que depende». Para el experto, si el consumo es razonable –«sacarina en el café, un refresco al día y algún producto más con este tipo de endulzantes»– tiene un pase, pero no más.
«El mensaje no es sustiuir el refresco azucarado por uno edulcorado, es acabar tomando agua»
Pablo Zumaquero
Nutricionista
La moda de los postres 'fit', esos que prometen saber a los de verdad, pero con cero azúcar, son en parte responsables del boom de los edulcorantes. Y, concretamente, del eritritol, que hasta la época del confinamiento era un desconocido para el gran público y ahora lo encontramos en el supermercado del barrio. En 2023 un trabajo de 'Nature Medicine' «observó asociación entre niveles altos de este edulcorante y eventos cardiovasculares (ictus e infartos de miocardio)», cuenta la endocrinóloga.
– ¿Lo sacamos del armario entonces?
– Es observacional, ese estudio no prueba causalidad y los reguladores no han cambiado su estatus», pero en personas con riesgo cardiovascular aconsejo moderación y no abusar de ultraprocesados 'sin azúcar'.
Otro asunto que también da 'mala' prensa a los edulcorantes es su afección a la microbiota intestinal, un conjunto de microorganismos que influyen en la digestión, el sistema inmunitario y la salud en general. Y sí, «algunos, como la sacarina, la sucralosa o ciertos polialcoholes, pueden modificar su composición o su actividad», confirma la doctora. Pero en ningún caso de forma «irreversible» y tampoco grave, salvo situaciones concretas de intolerancias. «No te destrozan la microbiota, la modifican. Pero la microbiota se adapta. Tampoco es la misma a las diez de la mañana y a las tres de la tarde», concluye Zumaquero.
Las normas de etiquetado obligan a ponerlos en la lista de ingredientes, pero no la cantidad exacta
El año pasado, los hogares españoles compraron 4.358 toneladas de edulcorantes. Son casi mil más que hacen 25 años. Es la muestra de lo que el nutricionista Pablo Zumaquero califica de «obsesión» por estos productos. Pero no nos afecta solo en nuestras casas. La industria alimentaria también la tiene. El mercado de productos dulces, pero sin azúcar, es vastísimo: galletas, refrescos, yogures, helados,... endulzados con sacarina, glucósidos de esteviol, aspartamo, acesulfamo K... Incluso los llevan determinados medicamentos como excipientes.
Todo tiene que verse en la etiqueta. Al menos en el mercado español y en el europeo. La normativa obliga a las empresas alimentarias a que detallen los ingredientes y en el caso de los edulcorantes, con algunos requisitos adicionales. No solo hay que identificarlo con el nombre genérico, sino que se debe añadir «la sustancia específica que se usa ya sea por su número E o por su nombre», explican desde la Fundación Vasca para la Seguridad Agroalimentaria (Elika). A lo que no obliga la ley en ningún caso «es a poner la cantidad exacta que se usan», aporta Zumaquero.
Efectos laxantes
Así, por ejemplo, si el producto lleva aspartamo deberá estar indicado así, o bien como E951. En este caso, además, debe incluir la indicación «contiene una fuente de fenilalanina», porque hay personas cuyo metabolismo es incapaz de sintetizar esta molécula. Cuando los edulcorantes son polioles –como sorbitol, maltitol, eritritol...– y superan el 10% de la composición total del producto es obligatorio avisar de que «un consumo excesivo puede tener efectos laxantes». Lo que no se puede poner en ningún caso es que estos productos «contribuyen a mantener o lograr un peso corporal normal» o «mantienen concentraciones normales de glucosa en sangre», advierten desde Elika, porque la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria concluyó en su día que «no hay pruebas suficientes que respalden tales afirmaciones».
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