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Rosa Cancho
Martes, 11 de junio 2019, 00:14
El equipo de especialistas de la unidad de Obesidad de la Clínica Universitaria de Navarra ha superado las mil cirugías bariátricas. Tras 20 años de experiencia, dos de sus integrantes, los doctores Manuel Landecho y Víctor Valentí Azkárate, visitaron ayer la capital alavesa de ... la mano del foro Encuentros con la Salud que organiza EL CORREO para explicar en qué consiste su trabajo y los beneficios obtenidos por sus pacientes a lo largo de estos años. «La cirugía de la obesidad no es sólo una cuestión de kilos; es de calidad de vida», resumió Valentí, cirujano especializado en digestivo.
En España, advirtió, la obesidad afecta ya al 23% de los adultos y si se habla de sobrepeso, el problema alcanza al 62% de los hombres y mujeres. Este exceso de kilos puede tener consecuencias graves para la salud de quienes lo padecen. Aumentan exponencialmente sus riesgos de padecer diabetes, problemas cardiovasculares y de articulaciones y algunos tipos de cáncer. También les dificultará su vida laboral y social. «Son personas que poco a poco van viendo como ya no se pueden atar los cordones, que les cuesta sentarse en la butaca de un cine, que no pueden cruzar las piernas o que les cuesta agacharse para jugar con sus hijos», relató.
La unidad de la Obesidad cuenta con un equipo multidisciplinar que incluye internistas, nutricionistas, endocrinos y psicólogos para ayudar a los pacientes a recuperar esa calidad de vida mediante una reeducación. Pero cuando fracasan las dietas o el paciente acarrea algunos problemas serios de salud como apneas, hipertensión o daño en la columna, la cirugía se ha convertido en una ayuda cada vez más demandada.
Las denominadas operaciones de reducción de estómago han cambiado radicalmente en los últimos años gracias a la cirugía laparoscópica mínimamente invasiva. Y la consecuencia es que el paciente poco a poco va perdiendo miedo. «Las complicaciones cada día son menores. Apenas ocurre con cinco de cada cien cirugías; podríamos decir que esta cirugía es equiparable en seguridad a la de una operación de vesícula», indicó. Aunque cada caso se analiza de manera personalizada, el bypass gástrico es la técnica más utilizada. Mediante laparoscopia se reduce el estómago y se conecta directamente con el intestino delgado. El tiempo de hospitalización es corto, pero luego empieza otro proceso. «La cirugía en sí misma no hace milagros, es una ayuda para cambiar de hábitos».
Víctor Valentí, Cirujano
Tras pasar por la mesa de operaciones el paciente tiene que seguir un plan dietético de reintroducción de alimentos. Llevará una alimentación adecuada a cada fase y requerirá de revisiones cada poco tiempo. De manera paralela se trabajará con su motivación. En meses habrá perdido un número importante de kilos, pero también habrán mejorado su diabetes, que incluso puede llegar a desaparecer, sus apneas o su hipertensión. Subirá asimismo su autoestima, podrá moverse mejor y aumentará su expectativa de vida.
Cada caso es único y es necesaria una intervención personalizada y de todo el equipo. El cirujano recomendó a quien se vea en esta situación que no espere «a que el cuerpo le casque». «No es lo mismo intervenir a una persona con 40 años que con 70», explica. Aunque la media de edad de los pacientes intervenidos ronda la cincuentena, el equipo de la clínica en la que trabaja ha operado a jóvenes a partir de 25 años.
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