Las edades de la angustia: terapeutas relatan casos que han tratado
Tres terapeutas relatan varios de los casos que han tratado en pandemia, como ejemplo del impacto que está causando en la población y los enfermos
La epidemia no golpea del mismo modo a jóvenes y a mayores. El impacto es diferente entre quienes tienen antecedentes de enfermedad mental y quienes ... no los tienen. Pero al fin y al cabo, dolor. Dolor emocional, más angustioso incluso que el físico. Los que siguen son varios ejemplos de la herida psicológica que está causando la epidemia de coronavirus, contados por los profesionales que los atienden.
Jóvenes y adolescentes
Terapia para una familia al completo
La terapeuta navarra Azucena Díez, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría Infantil, describe un caso tremendo que refleja hasta qué punto se transmite y expande la enfermedad mental. Al comienzo de la pandemia, un hombre, casado y con dos hijos contrae la infección. Para evitar que se contagien su esposa y los dos chavales adolescentes que tienen, decide pasar la cuarentena en la casa de sus padres. Son mayores, enferman de covid y acaban falleciendo.
Todo esto ocurre durante el confinamiento domiciliario de 2020. El encierro durante meses, sola y al frente de una casa con dos adolescentes, acaba por pasar factura a la madre, que sufre un episodio depresivo. Sin apenas recuperarse, su marido afronta el duelo por la muerte de sus padres. Su estado de ánimo también se hunde por completo. Se ve sin fuerzas, con insomnio, no se concentra. Tiene que dejar de trabajar.
«La fobia escolar se ha disparado. Antes eran casos aislados y ahora son mucho más comunes»
Azucena Díez | Psiquiatra infantil
Ese año, el mayor de los chavales, que había sido atendido con anterioridad por algún episodio de ansiedad leve, llega a la universidad. Es un chico sensible, alegre y muy deportista. Pero no puede con la segunda ola de coronavirus. Las clases a distancia y la imposibilidad de hacer deporte y conocer a sus nuevos compañeros minan su salud mental. Sufre una depresión que le lleva a engordar 25 kilos. Se gasta sus ahorros en pintxos y cervezas. «Me he comido el coche que quería comprarme», cuenta a su terapeuta.
Cuando la familia comienza a recuperarse, se rompe el pequeño, de 15 años. Es un buen estudiante, pero de repente suspende todo y una noche se sincera llorando ante sus padres. «Había estado aguantando en silencio su dolor para no cargar al resto de la familia con un peso mayor», explica su terapeuta. «Es un chico maravilloso, muy bueno y muy complaciente. Llegó a plantearse incluso el suicidio por no hacer saber a su familia el profundo dolor que sentía», detalla. Los cuatro se están recuperando bien.
Adultos
Limpiándolo todo sin parar, una y otra vez
Ahora, por fin, al ver la calle me siento feliz», decía a su terapeuta, la catedrática Paz García-Portilla un paciente de la red de Salud Mental de Asturias con problemas para las relaciones personales. «Con todo el mundo en su casa, me siento seguro», se felicitaba el hombre, de 56 años y afectado por una esquizofrenia. «Así estoy mucho mejor», remachaba. Algunos afectados, como los que padecen trastorno por ideas delirantes, están llevando bastante bien la pandemia, «en general». Otros, en cambio, como los que tienen trastorno obsesivo compulsivo, no tanto.
Portilla tiene entre sus pacientes a un mujer pensionista de mediana edad que sufre Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y que se ha descompensado por completo desde que comenzó la crisis sanitaria. Como Jack Nicholson en 'Mejor, imposible' -una muy amable visión de la enfermedad-, la mujer se pasa el día enjabonándose las manos una y otra vez.
«Al comienzo de la pandemia nos volvieron a todos muy obsesivos con la idea de lavar, lavar y lavar»
Paz García-Portilla | Psiquiatra
Lo limpia todo en casa, la higieniza y la abrillanta, protegiéndose contra la infección como, lógicamente, no se necesita. Tiene un temor a contagiarse desaforado. «No es de extrañar, porque al comienzo de la pandemia nos volvieron a todos muy obsesivos con la idea de lavar, lavar y lavar», argumenta la especialista. La paciente vive encerrada en su domicilio, de donde sale «lo imprescindible, que es lo mínimo». Todas las gestiones las realiza a través del teléfono. El médico, la compra... «Es muy difícil salir de ese círculo, tiene muy mal pronóstico».
Mayores
El anciano que quiso dejar de vivir
El director médico de la red Aita Menni, Manuel Martín, ha atendido durante estos dos últimos años a un navarro de 73 años con trastorno por ideas delirantes. Según cuenta es una persona muy desconfiada, que siempre piensa que todo el mundo está en contra de él. Llegó a la pandemia controlado, fortalecido gracias a su trabajo personal y el apoyo familiar, pero el coronavirus lo cambió todo.
El miedo al contagio le llevó a encerrarse en casa. No salía para nada. Sólo abría la puerta a sus dos hijos, aunque únicamente para recoger la comida que le traían al domicilio. Nada más. Un día, abandonó la medicación y después, decidió quitarse la vida. Su familia logró impedirlo.
«Les pedimos que lean las noticias solo una vez al día, porque el bombardeo informativo les satura»
Manuel Martín | Psiquiatra
La recuperación del hombre requirió su ingreso en una unidad de Psiquiatría durante un mes, donde aprendió, entre otras cuestiones, a evitar el bombardeo informativo en torno a la crisis. «Les aconsejamos que sigan las noticias una vez al día, no más. Internet ha permitido conocer la evolución de la crisis al instante; y eso es algo que puede hacer mucho daño a los enfermos mentales», advierte el especialista, vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría.
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