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En primer término, Aurora Oña, promotora del proyecto. Con ella, de izquierda a derecha, Begoña Díaz, enfermera; Ibon Oleagagoitia, de la Fundación Athletic; y los pacientes Andoni Elosegi, Xabier Herrán (con los dos brazos en alto), Begoña Seco y Rafael Rojo Jordi Alemany

«Los días de entrenamiento se me olvida que vivo con una enfermedad mental»

Un proyecto pionero de Osakidetza y el Athletic demuestra los beneficios para la salud que propicia el ejercicio físico, incluso en los pacientes con patología más grave

Domingo, 21 de abril 2024, 01:03

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El uso del ejercicio físico como herramienta terapéutica se extiende por todos los ámbitos de la salud. Los primeros en beneficiarse de él fueron los enfermos de cáncer; y lo han hecho hasta tal punto que organizaciones científicas como la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) trabajan por introducirlo de forma estandarizada en las terapias antitumorales. No están solos. Un proyecto pionero, impulsado por la Red de Salud Mental de Osakidetza en colaboración con la Fundación Athletic, ha demostrado el enorme beneficio terapéutico y social que la práctica deportiva tiene en todos los pacientes, desde los que sufren crisis pasajeras hasta los que viven con las formas más graves de la enfermedad.

Cuatro de ellos en tratamiento por patologías tan severas como depresión grave, psicosis y esquizofrenia han hablado con ELCORREO sobre la manera en que la deporterapia rompe y alivia su rutina diaria. «Los días de entrenamiento son los mejores de la semana. Llegas a casa cansado, pero te olvidas de todo. Estás alegre porque sientes que has hecho lo que tienes que hacer», cuenta Andoni Elosegi, un vecino de Gatika de 37 años que juega al fútbol contra la psicosis. Este partido lo está ganando.

Al frente de la iniciativa vasca, la primera de su estilo en Europa con forma de proyecto científico, figura una enfermera, Aurora Oña, que acaba de presentar los resultados obtenidos en un congreso nacional en Córdoba. El trabajo ha demostrado que el ejercicio físico contribuye a la socialización de los pacientes y en consecuencia a su bienestar emocional. La participación en actividades deportivas permite un mejor cumplimiento de los tratamientos por parte de los pacientes; y mejora, además, su autoestima, porque les ayuda a sentirse integrados, aceptados por la comunidad.

beneficios terapéuticos

El ejercicio mejora el bienestar físico y emocional de los pacientes y les ayuda a superar el estigma de la enfermedad

La aceptación social contribuye a combatir, además, el profundo estigma que aún pesa sobre la enfermedad mental y las personas que la padecen. «Todas estas patologías generan en los pacientes un enorme sufrimiento», detalla Oña, adjunta de Enfermería del hospital psiquiátrico de Zaldibar. «El aislamiento al que se ven abocados, que es una gran fuente de dolor, es doble. Al generado por los síntomas de la enfermedad, especialmente en las patologías más graves, se suma el que propicia el rechazo social».

«Tiempo para mí»

«Necesitaba un tiempo para mí para salir de casa y estar entretenido. El fútbol me lo ha dado», explica Rafael Rojo, un vecino de Astrabudua de 56 años que participa en el programa. «Aquí he encontrado gente estupenda, amigos y monitores que me ayudan a desconectar», confirma.

La iniciativa cuenta con el apoyo de la Fundación Athletic, que pone entrenadores y la experiencia y respaldo del club. Su responsabilidad es dinamizar el programa, organizar los entrenamientos, torneos y, sobre todo, «formar minifamilias, unir a la gente que participa en las distintas actividades», detalla Ibon Oleagagoitia, responsable del área de Inclusión. Todo un reto. Cientos de personas participan en las distintas sesiones, ligas y campeonatos que se organizan, incluidas asociaciones de familiares, pacientes y organizaciones públicas y privadas de Bizkaia, Álava y Gipuzkoa.

Comunidad

El Athletic, organizaciones privadas y asociaciones de familias apoyan el proyecto

Begoña Seco es una vecina de Astrabudua de 49 años que lleva 29 lidiando contra una esquizofrenia. Cuenta que siempre le gustó el deporte y en sus vitrinas guarda varias medallas ganadas en su infancia y juventud. La idea de volver a entrenar le gustó desde un primer momento. Eligió la práctica de multideporte, que se puso en marcha para favorecer la integración de las muchas personas, sobre todo mujeres, que no les motiva el fútbol. «Me llena tanto que cuando nos vamos de vacaciones lo echo de menos», reconoce.

Vida de mejor calidad

Un estudio pormenorizado con 178 voluntarios, el que se ha presentado en los últimos días en Córdoba, demuestra que ha mejorado la calidad de vida de todos los participantes, especialmente en el ámbito de las relaciones y la sociabilidad. Los logros han sido mayores, según detalla Aurora Oña, en los pacientes con esquizofrenia y trastorno bipolar.

«La verdad es que el deporte nos viene bien a todos», resume Xabier Herran, vecino de Getxo de 54 años, que una vez sufrió una depresión «y luego fui encadenando una tras otra». «A mí el ejercicio físico me viene fenomenal, me relaja muchísimo, me hace sentirme mejor... Pero soltar adrenalina le viene bien a todo el mundo», recuerda el hombre, que juega de portero. «Lo recomiendo». Comienza el entrenamiento.

El deporte contribuye a que «se contagien las ilusiones»

Uno de los trabajos realizados por el grupo de Salud Mental que coordina Aurora Oña consistió en evaluar el grado de satisfacción que los participantes, tanto los pacientes como los profesionales sanitarios, tenían con el programa de actividad deportiva. Las notas, en ambos casos, superaron el 4,9 sobre cinco. Una de las mayores satisfacciones personales del estudio la encontraron, aún así, en los comentarios de los beneficiarios. En concreto, en uno de ellos.

«Sirve para que se contagien las ilusiones gimnásticas», dijo. «Es una frase preciosa, que resume el espíritu del programa y que tiene el valor de proceder de alguien que vive con una esquizofrenia de muchos años de evolución», relata la responsable del trabajo. La palabra ilusión, según explica, resulta especialmente «motivadora», cuando viene de alguien con un problema de salud grave, que implica muchísimo sufrimiento y muy profundo.

La introducción del deporte entre los pacientes comenzó de forma informal en el hospital de Zamudio por un enfermero que comprometió a varios afectados para jugar al balón en el patio. El recreo de un día se convirtió en costumbre y, visto el bienestar que propiciaba entre los pacientes, el hospital de Bermeo decidió llevarse la idea.Era entonces algo lúdico, para nada concebido como el programa terapéutico en el que se ha convertido con el paso de los años. El germen del proyecto. Luego la bola creció... y hasta hoy.

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«Los días de entrenamiento se me olvida que vivo con una enfermedad mental»