Borrar

Cómo detectar a un posible suicida

Las luces rojas que alertan de que alguien quiere matarse no siempre son nítidas, pero saber reconocerlas puede ayudar a evitarlo

Domingo, 10 de septiembre 2023, 00:56

Comenta

La sociedad actual propicia el suicidio. El nuestro es un mundo tan hostil para las relaciones humanas, cada vez más, que a nadie extraña el aumento que este fenómeno está experimentando en España. Así lo creen psiquiatras y psicólogos, que son los profesionales de la salud que atiendena los pacientes que se enfrentan a los demonios que les invitan a poner punto final y a los familiares de los que lamentablemente les escucharon. A las víctimas que se van y a las que se quedan, que son la mayoría.

Las cifras del suicidio crecen en España. Los 4.097 casos registrados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) el año pasado suponen un incremento del 2% con relación al ejercicio anterior, casi doce puntos frente a 2019 y hasta un 30% si se comparan con los de 2010. Nada halagüeño para la conmemoración del día mundial del suicidio, que es hoy. La situación ha llegado a tal extremo que aprender a reconocer las señales de alarma con las que un aspirante a suicida busca la graduación se ha convertido en una necesidad social. Las luces rojas que alertan de que alguien quiere matarse no son siempre nítidas, pero saber reconocerlas puede ayudar a evitarlo. Cada vez que se acierta, y es factible, se gana una vida.

«Hay trastornos como la depresión y la ansiedad, cada vez más comunes en nuestra sociedad, que favorecen conductas autolíticas. El riesgo–detalla el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, Manuel Martín Carrasco– crece en los pacientes con enfermedades graves, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Pero ojo, que éste no es un problema que se limite a un grupo concreto de población», alerta. Tradicionalmente –explica– se decía que un 10% de los casos se correspondía con personas en teoría sanas, que en un momento determinado, por circunstancias de la vida, quebraban. «Ahora es muy posible que esa cifra se haya duplicado», alerta.

La pandemia, el desempleo, las redes sociales... El mundo en permanente crisis que ha traído el siglo XXI ha favorecido un estallido de problemas de salud mental que explicaría la actual tendencia suicida. Saber reconocer cuándo se han encendido las hogueras del infierno en la mente de un ser querido resulta fundamental para evitar la muerte buscada que llega como fruto no de la reflexión, sino de la impulsividad. Manuel Martín Carrasco ha elaborado a petición de EL CORREO una guía que puede ayudar a advertirlas en tres momentos cruciales de la vida, la juventud, la edad madura y la vejez.

Jóvenes sin referencias

«Hay generaciones con más riesgo que otras y la actual podría ser una de ellas. Sabemos que el optimismo y la esperanza resultan mayores en las personas que sobreviven a una guerra. La reconstrucción –reflexiona– les impulsa. Ocurrió en España con la población que superó la Guerra Civil y en Europa tras la II Guerra Mundial. La actual generación de jóvenes tiene, sin embargo, muchas dificultades para configurar su propia identidad como individuos, que es algo fundamental para la estabilidad emocional. Los elementos de identidad clásicos, como el género o las creencias religiosas, se han puesto tan en entredicho que no es de extrañar que les resulte complejo construir esa identidad». La falta de modelos, referencias, sólidas, favorece la confusión. «Tampoco hay seguridad sobre otros aspectos que son pilares de la vida humana como el trabajo, que se veía como una aspiración social, o las relaciones de pareja, hoy más inestables».

La juventud es un amplio cajón, donde también conviven la niñez y la adolescencia, que tienen sus propias características. Telefonía móvil y redes sociales han favorecido, paradójicamente, un mundo de incomunicación que contribuye al aislamiento y dificulta la formación de relaciones sólidas. Cambios de comportamiento y una mayor irritabilidad en chavales aislados pueden ser indicativo de que algo no va bien. Cuando se produce una «desconexión» con los aspectos que más le interesaban, la música, el deporte, lo que sea, y un descenso del rendimiento escolar es el momento de comentar a preocuparse.

Niños y adolescentes

Internet y la telefonía móvil han convertido el acoso escolar, que siempre existió, en «algo salvaje»

Adultos, mediana edad

Es importante que el médico explore la autenticidad de las ideas de muerte y valores los antecedentes familiares

Personas mayores

La soledad, la muerte de quienes te acomparon en la vida y el comienzo de la demencia abonan las ideas suicidas

Puede que el chaval esté siendo víctima de un proceso de acoso, «que es algo que siempre ha existido, pero que internet y la telefonía móvil han convertido en algo salvaje. «A veces, el suicidio es una forma de agresión no dirigida hacia uno mismo, sino que busca que los demás carguen con la culpa de la situación que han causado», detalla el experto.

Adultos, la gota que colma

El desamor sigue siendo una bomba para la estabilidad emocional a cualquier edad, pero se supone que cuando uno llega a la llamada edad de la madurez, la mediana edad, alcanza con ella la estabilidad, pero no siempre es así. «Un desengaño amoroso o la pérdida de un empleo pueden llevar a alguien a tomar una decisión equivocada, pero detrás de un suicidio siempre hay otras causas. El final de una relación de amor, laboral o lo que sea, suele ser la gota que colma un vaso».

Para la reflexión

30 %

han aumentado los suicidios en España en doce años, hubo 3.158 en 2010 y 4.097 en 2022

11 personas

se quitan la vida en España cada día. El 90% de esas muertes se podía haber evitado

El suicidio es un fenómeno complejo, que con los adultos obliga a explorar con máximo detalle las causas que lo favorecen. Las ideas suicidas no siempre se traducen en hechos y, con mucha frecuencia, los pacientes con depresión hablan de quitarse la vida sin llegar a planteárselo en realidad. «Es importante explorar hasta qué punto las ideas de muerte son reales y analizar los factores genéticos del paciente», cuenta Martín Carrasco. Un intento previo obliga, en buena lógica, a estar vigilante, pero también otras actitudes, como el deseo de muerte y determinados comportamientos de despedida, más allá de la clásica carta.

Entre la soledad y la demencia

La soledad y el deterioro cognitivo constituyen los principales factores de riesgo para las personas mayores. Al final del camino, presenciar la muerte de quienes te acompañaron en la vida, sentirse solo y aislado y asistir a la propia demencia suponen, en buena lógica, un auténtico mazazo para el equilibrio emocional.

Quienes tienen o viven con personas mayores deben vigilar su consumo de tranquilizantes y alcohol, que combinados resultan fatales. «Trabajadores sociales, sanitarios, incluso religiosos, a quienes los mayores acuden con frecuencia, deben estar muy pendientes de ellos», advierte el psiquiatra. Manuel Martín Carrasco lo sabe bien. La niebla ciega, pero acaba por desvanecerse.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Cómo detectar a un posible suicida

Cómo detectar a un posible suicida