Así han sido las navidades de las familias confinadas: «Amatxu nos ha traído un táper de merluza»
EL CORREO comparte las vivencias de algunos de los más de 50.000 vascos confinados durante estas fiestas
Itsaso Álvarez, Josu García, Ramón Albertus y Judith Romero
Domingo, 26 de diciembre 2021, 01:12
Al menos 22.000 vascos con covid han pasado la Nochebuena y la Navidad confinados en habitaciones o domicilios, sin incluir los casos diagnosticados y ... notificados el jueves y el viernes, que Osakidetza no hará públicos hasta mañana. Pero el aislamiento ha afectado a muchos más. Hay que sumar a sus contactos estrechos y a los alumnos de las aulas donde se ha producido algún positivo.
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Según los últimos datos de Educación, el pasado lunes había 460 clases cerradas en Euskadi. A una media de veinte escolares por cada una, salen 9.200 pequeños. Los menores de 12 años tienen que guardar una cuarentena preventiva al no estar inmunizados o solo haber recibido una dosis. Sus padres, indirectamente, también. Otras 18.400 personas. En definitiva, más de 50.000 personas, dejando al margen a quienes han renunciado a cenar y comer con los suyos de forma voluntaria por miedo a contagiar o contagiarse, un número imposible de calcular.
En este escenario, la realidad en cada casa ha sido diferente. Entre los consultados por EL CORREO, algunos se lo han tomado con filosofía y otros lo han padecido, además de enfermos, con suma tristeza.
Cristina Leciñana
«Es la segunda Navidad que pasamos aislados»
«Me desperté el sábado con muchos dolores de cabeza y me extrañó, porque nunca los tengo. Fui a cambiar el pañal de mi hija y no olía la caca. Me hice un antígeno y me dio positivo». Así arranca Cristina Leciñana en conversación telefónica desde Etxebarri. «Esta es la segunda Navidad que pasamos confinados. La pasada fue por contacto estrecho con un compañero de colegio de mi hijo». Cristina y los suyos tenían previsto ir al Valle de Mena. «Mi padre se viste de Olentzero y es muy especial». Por Nochebuena, los niños encontraron bajo el árbol unos libros. «Es lo único que teníamos comprado», relata. Para comer, «hemos tirado de la súper cesta de Navidad que le han regalado a mi marido en el trabajo. Pero el cordero y el pescado de mi ama lo hemos echado mucho de menos», asegura.
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Daniel y Rubén González
«Amatxu nos trajo un tupper con su merluza»
En todas las familias hay un momento navideño especial, que suele coincidir con el de desenvolver los regalos. En la Nochebuena de la familia González pasaba algo parecido. Hasta este año. «Me hacía mucha ilusión llevar la cesta que me dan en el trabajo, porque era cuando nos reuníamos todos y empezábamos a mirar lo que había. Pero ha tenido que ir mi padre a recogerla. Les dije que se la quedaran ellos», cuenta Daniel González, de 36 años. Lleva confinado desde el lunes junto a su hermano Rubén (28) y su mascota, un conejo que se llama 'Missie'. Pasaron la Nochebuena viendo series y jugando en el ordenador, y eso que Rubén tenía una entrada para una fiesta. Lo que no faltó en su mesa fue el menú que había preparado su amatxu. «Nos trajo un tupper con su merluza», desvelan.
Claudia Morales
«Hemos cancelado varios conciertos y vacaciones»
Claudia tenía la agenda repleta de conciertos navideños, pero lleva dos semanas confinada en casa con sus niñas. Y así seguirá hasta Año Nuevo. La directora del coro góspel y profesora de canto de la escuela Udaberria de Vitoria iba a cantar en el pregón de Navidad de la capital vasca, así como en el centro de mayores de Abetxuko, pero tuvo que suspender estos compromisos. «Es una pena, porque son otras 24 personas las que se quedan sin cantar y arrastras un cierto sentimiento de culpa», lamenta Morales, quien todavía soporta secuelas por la covid y también ha tenido que cancelar unas vacaciones en la nieve.
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Eduardo Maura
«Los que ahora hemos estado KO en Reyes lo daremos todo»
Eduardo Maura, exdiputado de Podemos, ha pasado «un infierno» estos días a causa del virus. Residente en Madrid, tenía pensado acercarse a Bilbao por Nochebuena, «a casa de mi madre», tal y como manda la tradición. «Si me llegan a pillar los síntomas allí, habría sido peor», admite. En estas circunstancias, el reto ha sido «organizar una Nochebuena mínimamente agradable y una cena no muy prefabricada, ya que no había comida en casa. Ha sido complicado. Habrá que reivindicar los Reyes para todos los que estamos ahora KO. Lo daremos todo». Por tanto, las «navidades de verdad» para él empiezan en enero. «Éstas de ahora han sido para unos pocos privilegiados», bromea.
Iratxe Mingo e Iker Alday
Karaoke y 'raclette' para «una Navidad diferente»
Los bilbaínos Iratxe Mingo e Iker Alday, de 43 años, no se han contagiado de covid. Sus hijas Maider, de 10 años, y Nahia, de 12, también están libres del virus. Pero la familia vio trastocados sus planes por un positivo en el aula de la benjamina de la familia. El plan original era reunirse con la madre y el hermano de Iker. «Pero al final nos hemos tenido que quedar en casita con el karaoke. Ha sido algo diferente. Les hemos echado de menos, pero también lo hemos pasado bien porque no hay muchos momentos especiales a lo largo del año en los que podamos estar los cuatro solos», desliza. El menú ha sido también diferente. «Mi madre había comprado ya pescado, carne y foie. Así que se lo han tenido que comer todo ellos», señala Iker. Ellos han optado por una 'raclette'. «Ojalá el año que viene no haya virus y podamos desquitarnos con un gran viaje. ¡Todos a esquiar a los Alpes!».
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Gorka Iraizoz
«Nos hicimos test para viajar tranquilos y dimos positivo»
Con la familia casi al completo con covid, las navidades del exportero del Athletic, Gorka Iraizoz, han sido «raras». Suerte que sus tres hijas comprobaron que sí, que, pese al coronavirus, Olentzero no pudo entrar en casa pero sí dejar los regalos en el jardín. «Era una de sus grandes preocupaciones desde el momento en que se supieron confinadas», explica Iraizoz. La familia tenía pensado viajar a Pamplona, donde residen los padres del exjugador rojiblanco. Se hicieron las pruebas «para viajar tranquilos» y no poner en riesgo a los abuelos «y ahí supimos todo». Aún les quedan días de confinamiento, hasta el miércoles. «Hay que ser responsable y es lo que toca en este momento. De mayores se acordarán de esto. Con aita y ama han estado encantadas, pero tanto tiempo en casa... Han tenido sus peleas», confiesa. Los amigos de la familia y sus vecinos lo han dado todo por ellos. «Nos han acercado las cosas que nos faltaban hasta la puerta; todo esto nos trae también cosas buenas».
Nagore Hornas
«No pude ni saborear la comida de Navidad»
Nagore Hornas, de 20 años, estudia Trabajo Social y se encuentra confinada junto a Koldo, su padre. Las suyas, como la de tantos otros contagiados, están siendo unas fiestas especialmente insulsas. «He perdido el olfato y el gusto, ni siquiera pude saborear la comida de Navidad», lamenta. La familia Hornas espera llegar desconfinada a Nochevieja. Entretanto, Nagore aprovecha el tiempo para ponerse al día con los trabajos de la universidad y hacer cerámica en casa.
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Jorge Ibeas
«Ya no nos atrevemos a planear la Nochevieja»
«En Nochebuena iban a venir a casa mis padres y en Navidad la familia de mi mujer». Jorge Ibeas, 49 años, vacunado en verano, se ha pasado los últimos diez días apartado de todos tras ser positivo covid. El virus no ha alcanzado a su mujer y su hijo. «Estuve con dolor de cabeza y escalofríos, pero he tenido catarros peores». El 'peque', Jon, de 9 años, no ha podido ir al colegio y hubo que cancelar la cita que tenía para vacunarse. Ahora tendrá que esperar ocho semanas. «El pobre ha ido empalmando tres confinamientos y ahora, por Navidad, tiene a su padre solo en una habitación. Lleva un mes pletórico», se duele Ibeas. En esta familia ya no se atreven a hacer planes para fin de año. «Veremos».
Andere Herranz
«Que lo peor que haya pasado sea estar los cinco juntos»
Su marido y dos de sus tres hijos fueron considerados «contactos estrechos» de un positivo, explica Andere Herranz. Con este plan en casa, tuvieron que anular la comida en Zalla «con la familia de mi marido, que también optó por cancelar todo», añade. «¿El encierro? Nos lo hemos tomado con filosofía. Que lo peor que nos haya pasado sea que tengamos que estar los cinco juntos por Navidad», reflexiona. «También hacemos comidas familiares en otros momentos, para los niños esta era una más. Pero mi hija mayor sí dice que por qué no nos vamos a otro país donde no haya covid», concluye.
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Alfonso del Río
«Prefiero que haya pasado ahora que en pleno agosto»
Alfonso del Río ha estado en los últimos diez días aislado de los suyos «apretando los dientes» hasta hoy, y con cinco niños en casa; de 14, 12, 10, 6 años y un bebé de diez meses. «Ha sido complicado confinarse así, pero el asunto era lograr que ninguno de ellos acabara dando positivo en los test», comenta. «Venía familia de fuera y nos hemos perdido las primeras celebraciones, pero aún queda Navidad y ahora podré estar con ellos porque seguirán aquí unos días. Prefiero haberlo pillado ahora que en agosto, en plenas vacaciones, a no ser que el covid me hubiera fastidiado todas las navidades», relata.
Rocío Rabalino
«No hemos cenado con mis suegros y han estado solos»
«Es complicado estar aislados en la misma casa…», explica Rocío Rabalino, que tuvo que suspender la cena de Navidad con sus suegros en Bilbao. «Solemos reunirnos con ellos, pero han tenido que estar solos -lamenta-. Ya nos hemos hecho a la idea de que vamos a seguir en casa hasta la entrada de 2022». La mujer se esmera en tener a los niños entretenidos para que se les haga lo más corto posible. «Estamos con las tareas del colegio, algún juego y aprovechando para hacer algunas cosas pendientes», se resigna.
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