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Si tienes estos síntomas, sufres depresión

Si tienes estos síntomas, sufres depresión

Esa tristeza que no cesa, una culpa dominante que no da tregua, la ansiedad que ahoga… sumen a esa persona en un peligroso estado de desesperanza

Domingo, 26 de enero 2025

'No puedo con mi vida', 'jamás saldré de esta', 'mi familia está sufriendo por mi culpa'... El paciente suele hablar en términos absolutos, superlativos: nunca, jamás, siempre en negativo. La otra cara es la apatía, el mutismo. A estos les dicen sus amigos que lo suelten de una vez, que intenten darle la vuelta a la situación, que piensen en positivo… «Pero no es que no quieran, es que no pueden». Luis Gutiérrez Rojas, vocal de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, ha escuchado estas frases y otras similares en infinidad de ocasiones en su consulta. Así se siente la persona que sufre depresión, un trastorno que afecta a más del 4% de la población en España, tres veces más a mujeres que a hombres. Más a mayores que a jóvenes. «Pero, ojo, nadie está libre», advierte el experto. «Ni la depresión es propia de personalidades débiles, ni la sufren los quejicas o la gente 'muy sensible' ni se cura échandole narices. De hecho, decirle algo así a esa persona es de una crueldad intolerable». Y es que para saber qué decir, hay que entender primero qué es lo que se siente.

“Jamás me voy a poner bien”

TRISTEZA

“Estar triste no es malo. Ninguna emoción es mala”, señala el punto de partida el psiquiatra Luis Gutiérrez. “Si suspendo un examen, si rompo con mi pareja, si pierdo el trabajo… Es normal que me sienta triste. Pero es una tristeza adaptativa que nos permite crecer. Nos sentimos tristes por una desigualdad social y eso nos lleva a indignarnos y a querer cambiar las cosas. Muchos artistas, escritores… se sienten tristes. Y es que el que está feliz, está por la calle bailando, no escribiendo un buen novelón de mil páginas”. Ahora de estar triste a tener depresión… “La depresión aparece cuando la tristeza es patológica. Es decir, cuando es intensa, dura todo el día y le quita a la persona las ganas de vivir. La gente con depresión no coge la baja porque sean unos vagos, sino porque esa tristeza les incapacita para trabajar”.

4,1%

de la población en España sufre algún trastorno depresivo, afectando a las mujeres en un 5,9% y a los hombres en un 2,3%, según el informe ‘Salud mental en datos’, del Ministerio de Sanidad

5%

es el dato mundial, según la OMS; 280 millones de personas ven todo el planeta

“Ni yo entiendo lo que me pasa”

APATÍA

“Solo quiero estar en la cama, no puedo con otro día más”

ANHEDONIA

Estas dos emociones son “señales visibles” de la depresión, advierte Julio Lupiani, psicólogo sanitario y experto en terapia de conducta y en psicología perinatal. “Van de la mano y tienen la tristeza en la base. La apatía es esa sensación de no tener energía, capacidad ni ganas de hace nada. Y la anhedonia se refiere a la pérdida del placer: ya no disfruto de las cosas que me gustaban y hacían bueno mi día, ni prepararme el café de la mañana, ni escuchar la radio… “La persona se siente tan desmotivada que solo quiere estar tumbada en el sofá. Entonces el amigo le dice: ‘Apúntate al gimnasio’, pero no puede”, completa Luis Gutiérrez.

PREVALENCIA POR GRUPOS DE EDAD

mujeres

hombres

12,2%

de las mujeres de 75 a 79 años tienen depresión

5,2%

de los hombres de 85 a 89

12%

 

8%

 

4%

 

0

35-39

años

55-59

años

“Por mucho que me esfuerce, no voy a poder salir de esta”

DESESPERANZA

“Esa persona ha tirado la toalla. No piensa: ‘Estoy mal, pero ya pasará’. Cree firmemente que nunca va a pasar”, explica Gutiérrez Rojas. “La desesperanza supone la pérdida de la esperanza, de la idea de futuro. La persona no ve ninguna posibilidad de que lo que está por venir vaya a ser mejor”. Y cuando esta desesperanza se manifiesta en grado extremo “es muy peligrosa”, advierte Julio Lupiani. “No es malo tener una señal que nos avise de que ese futuro que deseábamos no va a ser así, sino que va a ser otro. Pero cuando alguien empieza con pensamientos recurrentes del tipo: ‘Esto no tiene sentido’, ‘no hay futuro’, ‘para qué seguir si nada va a mejorar’... Eso es una señal muy clara de alarma”.

66%

más de probabilidad de sufrir un ictus tienen las personas que han sufrido depresión, según un informe de la Sociedad Española de Neurología

“No estoy haciendo lo suficiente por recuperarme y estoy haciendo sufrir a los demás”

CULPA

Tiene la culpa, explica el psicólogo, lo que los profesionales llaman “una ganancia añadida”. “Al poner el foco de la responsabilidad de estar mal en mí, siento que hago algo, al menos he sido capaz de localizar el problema: soy yo. No es que sea idiota o esté loco. Pensar eso da cierta sensación de control, aunque se trata de un falso control”. La culpa, coinciden los expertos, “es una emoción muy dominante y central”. Tanto, que la persona llega a pensar -señala Gutiérrez- “que la depresión es un castigo porque ha hecho algo mal. Ha sido un mal padre o una mala hija, no ha estado atento en el trabajo… Como cuando algunas mujeres víctimas de violencia machista creen que es culpa suya que las traten así. Es algo terrible”. Y se flagelan por todo. “La persona se siente culpable por sentirse mal pero también por hacer sufrir a los demás”.

12

psiquiatras por cada 100.000 habitantes hay en España, mientras que el ratio óptimo se sitúa entre 13 y 15

FRUSTRACIÓN

“No tengo energía, me siento como si me hubieran quitado las pilas”

Orbitando en torno a la tristeza y a la culpa, asoma la frustración. “Tiene que ver con sentir que lo intento pero no lo consigo. No es una emoción que se identifique tan claramente como las otras, pero resulta agotadora. Cuando intento estar mejor y no lo logro y estoy así mucho tiempo, esa frustración inicial acaba en apatía y en anhedonia”, señala Lupiani.

2 de cada 3

casos se curan. Y lo hacen en un periodo de entre 6 y 9 meses, según los datos recogidos por la Fundación ANAED: ayuda para la depresión

“Solo quiero dejar de sufrir”

NERVIO-

SISMO

Nervios, ansiedad, irritabilidad… “La persona se siente en tensión, permanentemente preocupada. Aunque esta preocupación tiene, como sucede con la culpa, una ganancia secundaria: como estoy preocupado, siento que hago algo, mejor eso que estar mano sobre mano, ¿no?… Pensar eso me da control, aunque sea falso, porque estar preocupado no sirve para nada. En la práctica, no consigo nada y, además, acabo más cansado, más triste, más nervioso y más desesperado”, advierte el psicólogo. Y pone un ejemplo de este callejón sin salida. “He perdido el trabajo y me pongo a pensar: ‘Y si no consigo otro’, ‘y si lo consigo y no me cogen’... La capacidad del ser humano para decir ‘y si…’ es inagotable”.

50%

de la gente que sufre migraña puede desarrollar depresión según advierten desde la Sociedad Española de Neurología

“La depresión no es una enfermedad, es un trastorno, una situación vital en la que hay un conjunto de emociones y de pensamientos que se desbordan y en la que se juntan las pocas ganas, la sensación de pérdida de cosas valiosas, no disfrutar con cosas que antes disfrutabas… Y, cuanto más avanza, más empeora”

Julio Lupiani, psicólogo)

“Jamás me voy a poner bien”

TRISTEZA

“Estar triste no es malo. Ninguna emoción es mala”, señala el punto de partida el psiquiatra Luis Gutiérrez. “Si suspendo un examen, si rompo con mi pareja, si pierdo el trabajo… Es normal que me sienta triste. Pero es una tristeza adaptativa que nos permite crecer. Nos sentimos tristes por una desigualdad social y eso nos lleva a indignarnos y a querer cambiar las cosas. Muchos artistas, escritores… se sienten tristes. Y es que el que está feliz, está por la calle bailando, no escribiendo un buen novelón de mil páginas”. Ahora de estar triste a tener depresión… “La depresión aparece cuando la tristeza es patológica. Es decir, cuando es intensa, dura todo el día y le quita a la persona las ganas de vivir. La gente con depresión no coge la baja porque sean unos vagos, sino porque esa tristeza les incapacita para trabajar”.

4,1%

de la población en España sufre algún trastorno depresivo, afectando a las mujeres en un 5,9% y a los hombres en un 2,3%, según el informe ‘Salud mental en datos’, del Ministerio de Sanidad

5%

es el dato mundial, según la

OMS; 280 millones de personas

en todo el planeta

“Ni yo entiendo lo que me pasa”

APATÍA

“Solo quiero estar en la cama, no puedo con otro día más”

ANHEDONIA

Estas dos emociones son “señales visibles” de la depresión, advierte Julio Lupiani, psicólogo sanitario y experto en terapia de conducta y en psicología perinatal. “Van de la mano y tienen la tristeza en la base. La apatía es esa sensación de no tener energía, capacidad ni ganas de hace nada. Y la anhedonia se refiere a la pérdida del placer: ya no disfruto de las cosas que me gustaban y hacían bueno mi día, ni prepararme el café de la mañana, ni escuchar la radio… “La persona se siente tan desmotivada que solo quiere estar tumbada en el sofá. Entonces el amigo le dice: ‘Apúntate al gimnasio’, pero no puede”, completa Luis Gutiérrez.

PREVALENCIA POR GRUPOS DE EDAD

mujeres

hombres

12,2%

5,2%

de las mujeres de 75 a 79 años tienen depresión

de los hombres de 85 a 89

12%

 

8%

 

4%

 

0

35-39

años

55-59

años

“Por mucho que me esfuerce, no voy a poder salir de esta”

DESESPERANZA

“Esa persona ha tirado la toalla. No piensa: ‘Estoy mal, pero ya pasará’. Cree firmemente que nunca va a pasar”, explica Gutiérrez Rojas. “La desesperanza supone la pérdida de la esperanza, de la idea de futuro. La persona no ve ninguna posibilidad de que lo que está por venir vaya a ser mejor”. Y cuando esta desesperanza se manifiesta en grado extremo “es muy peligrosa”, advierte Julio Lupiani. “No es malo tener una señal que nos avise de que ese futuro que deseábamos no va a ser así, sino que va a ser otro. Pero cuando alguien empieza con pensamientos recurrentes del tipo: ‘Esto no tiene sentido’, ‘no hay futuro’, ‘para qué seguir si nada va a mejorar’... Eso es una señal muy clara de alarma”.

66%

más de probabilidad de sufrir un ictus tienen las personas que han sufrido depresión, según un informe de la Sociedad Española de Neurología

“No estoy haciendo lo suficiente por recuperarme y estoy haciendo sufrir a los demás”

CULPA

Tiene la culpa, explica el psicólogo, lo que los profesionales llaman “una ganancia añadida”. “Al poner el foco de la responsabilidad de estar mal en mí, siento que hago algo, al menos he sido capaz de localizar el problema: soy yo. No es que sea idiota o esté loco. Pensar eso da cierta sensación de control, aunque se trata de un falso control”. La culpa, coinciden los expertos, “es una emoción muy dominante y central”. Tanto, que la persona llega a pensar -señala Gutiérrez- “que la depresión es un castigo porque ha hecho algo mal. Ha sido un mal padre o una mala hija, no ha estado atento en el trabajo… Como cuando algunas mujeres víctimas de violencia machista creen que es culpa suya que las traten así. Es algo terrible”. Y se flagelan por todo. “La persona se siente culpable por sentirse mal pero también por hacer sufrir a los demás”.

12

psiquiatras por cada 100.000 habitantes hay en España, mientras que el ratio óptimo se sitúa entre 13 y 15

“No tengo energía, me siento como si me hubieran quitado las pilas”

FRUSTRACIÓN

Orbitando en torno a la tristeza y a la culpa, asoma la frustración. “Tiene que ver con sentir que lo intento pero no lo consigo. No es una emoción que se identifique tan claramente como las otras, pero resulta agotadora. Cuando intento estar mejor y no lo logro y estoy así mucho tiempo, esa frustración inicial acaba en apatía y en anhedonia”, señala Lupiani.

2 de cada 3

casos se curan. Y lo hacen en un periodo de entre 6 y 9 meses, según los datos recogidos por la Fundación ANAED: ayuda para la depresión

“Solo quiero dejar de sufrir”

NERVIOSISMO

Nervios, ansiedad, irritabilidad… “La persona se siente en tensión, permanentemente preocupada. Aunque esta preocupación tiene, como sucede con la culpa, una ganancia secundaria: como estoy preocupado, siento que hago algo, mejor eso que estar mano sobre mano, ¿no?… Pensar eso me da control, aunque sea falso, porque estar preocupado no sirve para nada. En la práctica, no consigo nada y, además, acabo más cansado, más triste, más nervioso y más desesperado”, advierte el psicólogo. Y pone un ejemplo de este callejón sin salida. “He perdido el trabajo y me pongo a pensar: ‘Y si no consigo otro’, ‘y si lo consigo y no me cogen’... La capacidad del ser humano para decir ‘y si…’ es inagotable”.

50%

de la gente que sufre migraña puede desarrollar depresión según advierten desde la Sociedad Española de Neurología

“La depresión no es una enfermedad, es un trastorno, una situación vital en la que hay un conjunto de emociones y de pensamientos que se desbordan y en la que se juntan las pocas ganas, la sensación de pérdida de cosas valiosas, no disfrutar con cosas que antes disfrutabas… Y, cuanto más avanza, más empeora”

Julio Lupiani, psicólogo)

“Jamás me voy a poner bien”

TRISTEZA

“Estar triste no es malo. Ninguna emoción es mala”, señala el punto de partida el psiquiatra Luis Gutiérrez. “Si suspendo un examen, si rompo con mi pareja, si pierdo el trabajo… Es normal que me sienta triste. Pero es una tristeza adaptativa que nos permite crecer. Nos sentimos tristes por una desigualdad social y eso nos lleva a indignarnos y a querer cambiar las cosas. Muchos artistas, escritores… se sienten tristes. Y es que el que está feliz, está por la calle bailando, no escribiendo un buen novelón de mil páginas”. Ahora de estar triste a tener depresión… “La depresión aparece cuando la tristeza es patológica. Es decir, cuando es intensa, dura todo el día y le quita a la persona las ganas de vivir. La gente con depresión no coge la baja porque sean unos vagos, sino porque esa tristeza les incapacita para trabajar”.

4,1%

5%

de la población en España sufre algún trastorno depresivo, afectando a las mujeres en un 5,9% y a los hombres en un 2,3%, según el informe ‘Salud mental en datos’, del Ministerio de Sanidad

es el dato mundial, según la OMS; 280 millones de personas en todo el planeta

APATÍA

“Ni yo entiendo lo que me pasa”

“Solo quiero estar en la cama, no puedo con otro día más”

ANHEDONIA

Estas dos emociones son “señales visibles” de la depresión, advierte Julio Lupiani, psicólogo sanitario y experto en terapia de conducta y en psicología perinatal. “Van de la mano y tienen la tristeza en la base. La apatía es esa sensación de no tener energía, capacidad ni ganas de hace nada. Y la anhedonia se refiere a la pérdida del placer: ya no disfruto de las cosas que me gustaban y hacían bueno mi día, ni prepararme el café de la mañana, ni escuchar la radio… “La persona se siente tan desmotivada que solo quiere estar tumbada en el sofá. Entonces el amigo le dice: ‘Apúntate al gimnasio’, pero no puede”, completa Luis Gutiérrez.

PREVALENCIA POR GRUPOS DE EDAD

mujeres

hombres

12,2%

5,2%

de las mujeres de 75 a 79 años tienen depresión

de los hombres de 85 a 89

12%

 

8%

 

4%

 

0

35-39

años

55-59

años

DESESPERANZA

“Por mucho que me esfuerce, no voy a poder salir de esta”

“Esa persona ha tirado la toalla. No piensa: ‘Estoy mal, pero ya pasará’. Cree firmemente que nunca va a pasar”, explica Gutiérrez Rojas. “La desesperanza supone la pérdida de la esperanza, de la idea de futuro. La persona no ve ninguna posibilidad de que lo que está por venir vaya a ser mejor”. Y cuando esta desesperanza se manifiesta en grado extremo “es muy peligrosa”, advierte Julio Lupiani. “No es malo tener una señal que nos avise de que ese futuro que deseábamos no va a ser así, sino que va a ser otro. Pero cuando alguien empieza con pensamientos recurrentes del tipo: ‘Esto no tiene sentido’, ‘no hay futuro’, ‘para qué seguir si nada va a mejorar’... Eso es una señal muy clara de alarma”.

66%

más de probabilidad de sufrir un ictus tienen las personas que han sufrido depresión, según un informe de la Sociedad Española de Neurología

“No estoy haciendo lo suficiente por recuperarme y estoy haciendo sufrir a los demás”

CULPA

Tiene la culpa, explica el psicólogo, lo que los profesionales llaman “una ganancia añadida”. “Al poner el foco de la responsabilidad de estar mal en mí, siento que hago algo, al menos he sido capaz de localizar el problema: soy yo. No es que sea idiota o esté loco. Pensar eso da cierta sensación de control, aunque se trata de un falso control”. La culpa, coinciden los expertos, “es una emoción muy dominante y central”. Tanto, que la persona llega a pensar -señala Gutiérrez- “que la depresión es un castigo porque ha hecho algo mal. Ha sido un mal padre o una mala hija, no ha estado atento en el trabajo… Como cuando algunas mujeres víctimas de violencia machista creen que es culpa suya que las traten así. Es algo terrible”. Y se flagelan por todo. “La persona se siente culpable por sentirse mal pero también por hacer sufrir a los demás”.

12

psiquiatras por cada 100.000 habitantes hay en España, mientras que el ratio óptimo se sitúa entre 13 y 15

FRUSTRACIÓN

“No tengo energía, me siento como si me hubieran quitado las pilas”

Orbitando en torno a la tristeza y a la culpa, asoma la frustración. “Tiene que ver con sentir que lo intento pero no lo consigo. No es una emoción que se identifique tan claramente como las otras, pero resulta agotadora. Cuando intento estar mejor y no lo logro y estoy así mucho tiempo, esa frustración inicial acaba en apatía y en anhedonia”, señala Lupiani.

2 de cada 3

casos se curan. Y lo hacen en un periodo de entre 6 y 9 meses, según los datos recogidos por la Fundación ANAED: ayuda para la depresión

“Solo quiero dejar de sufrir”

NERVIOSISMO

Nervios, ansiedad, irritabilidad… “La persona se siente en tensión, permanentemente preocupada. Aunque esta preocupación tiene, como sucede con la culpa, una ganancia secundaria: como estoy preocupado, siento que hago algo, mejor eso que estar mano sobre mano, ¿no?… Pensar eso me da control, aunque sea falso, porque estar preocupado no sirve para nada. En la práctica, no consigo nada y, además, acabo más cansado, más triste, más nervioso y más desesperado”, advierte el psicólogo. Y pone un ejemplo de este callejón sin salida. “He perdido el trabajo y me pongo a pensar: ‘Y si no consigo otro’, ‘y si lo consigo y no me cogen’... La capacidad del ser humano para decir ‘y si…’ es inagotable”.

50%

de la gente que sufre migraña puede desarrollar depresión según advierten desde la Sociedad Española de Neurología

“La depresión no es una enfermedad, es un trastorno, una situación vital en la que hay un conjunto de emociones y de pensamientos que se desbordan y en la que se juntan las pocas ganas, la sensación de pérdida de cosas valiosas, no disfrutar con cosas que antes disfrutabas… Y, cuanto más avanza, más empeora” (Julio Lupiani, psicólogo)

TRISTEZA

“Estar triste no es malo. Ninguna emoción es mala”, señala el punto de partida el psiquiatra Luis Gutiérrez. “Si suspendo un examen, si rompo con mi pareja, si pierdo el trabajo… Es normal que me sienta triste. Pero es una tristeza adaptativa que nos permite crecer. Nos sentimos tristes por una desigualdad social y eso nos lleva a indignarnos y a querer cambiar las cosas. Muchos artistas, escritores… se sienten tristes. Y es que el que está feliz, está por la calle bailando, no escribiendo un buen novelón de mil páginas”. Ahora de estar triste a tener depresión… “La depresión aparece cuando la tristeza es patológica. Es decir, cuando es intensa, dura todo el día y le quita a la persona las ganas de vivir. La gente con depresión no coge la baja porque sean unos vagos, sino porque esa tristeza les incapacita para trabajar”.

“Jamás me voy a poner bien”

4,1%

5%

de la población en España sufre algún trastorno depresivo, afectando a las mujeres en un 5,9% y a los hombres en un 2,3%, según el informe ‘Salud mental en datos’, del Ministerio de Sanidad

es el dato mundial, según la OMS; 280 millones de personas en todo el planeta

APATÍA

“Ni yo entiendo lo que me pasa”

“Por mucho que me esfuerce, no voy a poder salir de esta”

“Solo quiero estar en la cama, no puedo con otro día más”

ANHEDONIA

DESESPERANZA

Estas dos emociones son “señales visibles” de la depresión, advierte Julio Lupiani, psicólogo sanitario y experto en terapia de conducta y en psicología perinatal. “Van de la mano y tienen la tristeza en la base. La apatía es esa sensación de no tener energía, capacidad ni ganas de hace nada. Y la anhedonia se refiere a la pérdida del placer: ya no disfruto de las cosas que me gustaban y hacían bueno mi día, ni prepararme el café de la mañana, ni escuchar la radio… “La persona se siente tan desmotivada que solo quiere estar tumbada en el sofá. Entonces el amigo le dice: ‘Apúntate al gimnasio’, pero no puede”, completa Luis Gutiérrez.

“Esa persona ha tirado la toalla. No piensa: ‘Estoy mal, pero ya pasará’. Cree firmemente que nunca va a pasar”, explica Gutiérrez Rojas. “La desesperanza supone la pérdida de la esperanza, de la idea de futuro. La persona no ve ninguna posibilidad de que lo que está por venir vaya a ser mejor”. Y cuando esta desesperanza se manifiesta en grado extremo “es muy peligrosa”, advierte Julio Lupiani. “No es malo tener una señal que nos avise de que ese futuro que deseábamos no va a ser así, sino que va a ser otro. Pero cuando alguien empieza con pensamientos recurrentes del tipo: ‘Esto no tiene sentido’, ‘no hay futuro’, ‘para qué seguir si nada va a mejorar’... Eso es una señal muy clara de alarma”.

PREVALENCIA POR GRUPOS DE EDAD

mujeres

hombres

12,2%

5,2%

66%

de las mujeres de 75 a 79 años tienen depresión

de los hombres de 85 a 89

12%

 

8%

 

4%

 

0

más de probabilidad de sufrir un ictus tienen las personas que han sufrido depresión, según un informe de la Sociedad Española de Neurología

35-39

años

55-59

años

CULPA

Tiene la culpa, explica el psicólogo, lo que los profesionales llaman “una ganancia añadida”. “Al poner el foco de la responsabilidad de estar mal en mí, siento que hago algo, al menos he sido capaz de localizar el problema: soy yo. No es que sea idiota o esté loco. Pensar eso da cierta sensación de control, aunque se trata de un falso control”. La culpa, coinciden los expertos, “es una emoción muy dominante y central”. Tanto, que la persona llega a pensar -señala Gutiérrez- “que la depresión es un castigo porque ha hecho algo mal. Ha sido un mal padre o una mala hija, no ha estado atento en el trabajo… Como cuando algunas mujeres víctimas de violencia machista creen que es culpa suya que las traten así. Es algo terrible”. Y se flagelan por todo. “La persona se siente culpable por sentirse mal pero también por hacer sufrir a los demás”.

12

psiquiatras por cada 100.000 habitantes hay en España, mientras que el ratio óptimo se sitúa entre 13 y 15

“No estoy haciendo lo suficiente por recuperarme y estoy haciendo sufrir a los demás”

FRUSTRACIÓN

Orbitando en torno a la tristeza y a la culpa, asoma la frustración. “Tiene que ver con sentir que lo intento pero no lo consigo. No es una emoción que se identifique tan claramente como las otras, pero resulta agotadora. Cuando intento estar mejor y no lo logro y estoy así mucho tiempo, esa frustración inicial acaba en apatía y en anhedonia”, señala Lupiani.

“No tengo energía, me siento como si me hubieran quitado las pilas”

2 de cada 3

casos se curan. Y lo hacen en un periodo de entre 6 y 9 meses, según los datos recogidos por la Fundación ANAED: ayuda para la depresión

“Solo quiero dejar de sufrir”

NERVIOSISMO

Nervios, ansiedad, irritabilidad… “La persona se siente en tensión, permanentemente preocupada. Aunque esta preocupación tiene, como sucede con la culpa, una ganancia secundaria: como estoy preocupado, siento que hago algo, mejor eso que estar mano sobre mano, ¿no?… Pensar eso me da control, aunque sea falso, porque estar preocupado no sirve para nada. En la práctica, no consigo nada y, además, acabo más cansado, más triste, más nervioso y más desesperado”, advierte el psicólogo. Y pone un ejemplo de este callejón sin salida. “He perdido el trabajo y me pongo a pensar: ‘Y si no consigo otro’, ‘y si lo consigo y no me cogen’... La capacidad del ser humano para decir ‘y si…’ es inagotable”.

50%

de la gente que sufre migraña puede desarrollar depresión según advierten desde la Sociedad Española de Neurología

“La depresión no es una enfermedad, es un trastorno, una situación vital en la que hay un conjunto de emociones y de pensamientos que se desbordan y en la que se juntan las pocas ganas, la sensación de pérdida de cosas valiosas, no disfrutar con cosas que antes disfrutabas… Y, cuanto más avanza, más empeora” (Julio Lupiani, psicólogo)

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